Reflexiones Bíblicas Dominicales

Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, Ciclo A 

Introducción a las lecturas

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Ezequiel 34,11-12, 15-17: 1Corintios 15,20-26, 28: Mateo 25, 31-46


EZEQUIEL. 

 

Nos habla el profeta Ezequiel del AMOR que Dios nos tiene. Para que lo podamos entender, Dios, se presenta como pastor y a nosotros como sus ovejas, sabiendo que, lo más importante para el pastor son sus ovejas: cómo está pendiente el pastor de sus ovejas; cómo las cuida; cómo las cuenta para que ninguna se pierda; cómo va a buscar la que se pierde; cómo cura a la herida; cómo no descuida a las fuertes para que no se pierdan.
Leeremos después que se repite constantemente, en boca de Dios, la palabra Yo. Él está con cada uno de nosotros desde el inicio de la creación. Él nos mira y nos cuida constantemente. Él nos busca, cuándo nos perdemos, Él recoge a quién se desvía de su camino. Él está pendiente de todos y cada uno de nosotros, no delega esa misión en nadie, es Él, personalmente, Quien nos ama. Es un AMOR que, implica una relación personal de DIOS con cada uno de sus hijos. Su Amor no descansa, no se agota, siempre cuidándonos, ayudándonos a hacer el camino aquí, en la tierra, que no 
tiene más finalidad que llegar a vivir definitivamente con Él. 
Este Amor de Dios hacia cada uno de nosotros, requiere una respuesta por nuestra parte, ya que es una relación personal de cada uno de nosotros con Dios. Aquí es donde debemos reflexionar, ¿Cuál es nuestra respuesta a ese 
Amor de Dios? 


EVANGELIO. 

 

Enlazando con la lectura del profeta Ezequiel, Mateo nos dice lo que sucederá, cuando el Señor venga en su gloria. Él nos dijo: "Amaros los unos a los otros, como Yo os he amado." 
De este amor a los demás, es sobre lo que el Señor nos va a preguntar. 
¿Somos conscientes de la misión que tenemos aquí en la tierra? Sólo tenemos una misión: Amar a los demás. Si amamos a los demás, todas las preguntas que nos hará el Señor, están ya contestadas, y nos dirá "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo". 
Pero ¿somos capaces de amar? Amar a aquellas personas marginadas; aquellas personas que por su apariencia, carácter, manera de ser, más que inspirar amor, nos empujan a alejarnos de ellas; aquellas personas que están solas. 

Y ¿somos conscientes de que en ese amar encontramos lo grandioso del Amor? Cuántas veces al acercarnos a esas personas, creyendo que vamos a hacer una gran obra de caridad, nos damos cuenta de lo mucho que nos dan ellas a 
nosotros, de que tienen mucho más que nosotros, porque Jesús está en ellos actuando y, ellos, en su aparente humildad, miseria, lo dejan hacer a Él, y Él los llena, los sacia de Su Amor.