Reflexiones Bíblicas

San Marcos 2,13-17

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara, S.J.

 

 

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: "¡De modo que come con publicanos y pecadores!" Jesús lo oyó y les dijo: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores." 


Conforme avanzamos en este relato evangélico, descubrimos cómo la manera de actuar de Jesús suscita controversia con los adversarios del Reino. Ellos no quieren abrir sus corazones y voluntades al paso de Dios que se manifiesta de formas tan diversas que, en una expresión, no se dejan penetrar por "la Palabra que es viva y eficaz..."

La relación de Jesús con los pecadores es una realidad constante en los evangelios. Esa forma diferente de ver a las personas, ya no como pecadores sino como hijos de Dios Padre, nos abre horizontes nuevos. Esto se concreta en el llamado de Leví, donde se ve que Jesús no hace acepción de personas. Así cómo llamó a sus primeros discípulos en sus puestos de trabajo, del mismo modo llama a Mateo (Leví), en su labor de Publicano, considerada indigna y pecaminosa. El oficio del cobrador de impuestos era visto por todos, tanto fanáticos nacionalistas como ultraortodoxos religiosos, como colaboracionismo con el imperio y contacto permanente con el mundo impío de los paganos.

La llamada de Jesús le permite a Leví_Mateo romper con esa situación e incorporarse a una comunidad que ofrece una alternativa de vida auténtica. El banquete de Jesús con los pecadores nos hace comprender la novedad del evangelio. Dios viene al encuentro del ser humano hundido en el pecado y en su propia miseria.