Reflexiones Bíblicas

San Marcos 2,18-22

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara, S.J.

 

 

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: "Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?" Jesús les contestó: "¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos." 



Para comprender la comparación del evangelio vamos a recordar una simpática historia:

"El Maestro solía ir todas las mañanas para hacer su oración al templo y allí se presentaba siempre un gato a la misma hora. Para evitar que los asistentes se distrajeran, el Maestro ordenó que atasen al animal y lo pusiesen a su lado en el momento del día en que se congregaban para rezar. Al cabo del tiempo murió el Maestro, y todos se habían acostumbrado a encontrar el gato en el mismo lugar. Resultó que también murió el gato y decidieron poner otro gato para remplazar al animal que había muerto. Las generaciones se fueron sucediendo y con el tiempo se preocuparon más y más por buscar el gato adecuado para las ceremonias, porque siempre había estado allí. Y hasta se escribieron grandes tratados sobre el significado de aquel felino en la oración".

Situación parecida es la que hoy encontramos en el evangelio. Han pasado muchos siglos y en nuestras comunidades creemos con frecuencia que las personas nos distraen cuando queremos ponernos en contacto con Dios. La oración, el ayuno en algunos contextos, la recitación de fórmulas... se convierten en lo más apreciado. Con frecuencia los rituales son más importantes que la presencia de Dios.