Reflexiones Bíblicas

San Marcos 6,14-29

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara, S.J.

 

 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo: "Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. 

Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. 

Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban. 



COMENTARIOS:

El endemoniado se encuentra al borde de la muerte. Su cuerpo está desecho de tanto golpearse y herirse con las piedras. Es como si toda la fuerza represiva del imperio viniera a condensarse en el espejo de su vida. La locura de un mundo esclavista y militarizado descarga su violencia en los más débiles de la sociedad.

En la lejanía ve a Jesús, corre y se postra ante él. Parece que busca liberarse de todos sus males. Pero su clamor expresa otro sentimiento "Te conjuro por Dios que no me atormentes". Reconoce a Jesús y acepta su poder pero no quiere saber de su propuesta liberadora. Sabe que está sufriendo, pero no quiere ver una opción diferente de vida. Interiormente está dividido y no halla una salida a su penosa situación.

Jesús pregunta por su nombre. Quiere abrir una posibilidad de dignificación para su vida. Un nombre evoca una familia, una casa, una comunidad, un pueblo. Pero la realidad es otra. De su boca efectivamente sale un nombre, pero nombre de muerte y desolación: Legión…somos muchos…lleva en sí la locura de un ejército invasor y de un territorio ocupado. Los demonios pasan del hombre a los cerdos y de los cerdos al mar, que simbolizan el mal que oprime a la humanidad. El evangelio de Marcos ilumina nuestra vida con la liberación de este pobre que, ayudado por Jesús, puede vencer a los demonios (poderes del mundo que lo tienen atenazado) despertando de esta forma a una vida digna y feliz.