Reflexiones Bíblicas

San Marcos 3,31-35

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara, S.J.

 

 

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: "Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan." Les contestó: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" Y, paseando la mirada por el corro, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre." 

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Hoy, Marcos nos habla de nuevo de la familia de Jesús. Hace unos días querían hacerse cargo de él pues decían que estaba loco. Ahora se quedan fuera y le envían a llamar. Pero inmediatamente nos dice que había mucha gente sentada alrededor de Jesús. ¿Qué es lo que impide a su familia llegar hasta él?

Así el evangelio nos presenta dos formas de relacionarse con Jesús: Algunos, están fuera: no entran, no se sientan, no se hacen sus discípulos ni sus amigos. Ni siquiera hablan con él directamente. El otro grupo, se encuentra dentro de la casa, alrededor de Jesús, cerca de él en actitud de discipulado. La casa, aquí es el lugar de la intimidad en la que se construyen nuevos vínculos interpersonales y comunitarios. 

Jesús no rechaza a su familia como tal, sino que reevalúa y rescata los más profundos y esenciales lazos de unión entre las personas. La familia, la comunidad son realidades que se construyen día a día y que más allá de lazos de consanguinidad han de estar unidas por los lazos de la fidelidad al proyecto de Dios y de la sincera búsqueda de su voluntad. Estamos llamados a entrar en la casa, a compartir la mesa, a sentarnos alrededor de Jesús para ser familias y comunidades ancladas en su Palabra y signos vivos de su acción.