Reflexiones Bíblicas

San Marcos 10,28-31

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara, S.J.

 

 

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros."

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Los discípulos se encuentran inquietos por las palabras de Jesús, posiblemente están desconcertados de la radicalidad de su llamado y han probado en carne propia las dificultades de asumir su camino. La acumulación de la riqueza en cuanto manifestación la injusticia y la insolidaridad son contrarias al evangelio.

Pedro recuerda entonces el esfuerzo con que seguramente cada uno de ellos dejó todo por estar con él y formar parte de su grupo. Pedro mira hacia atrás y ve, por encima de las confusiones, de las resistencias para comprender el camino del Maestro, el esfuerzo sincero y generoso de quienes han ido compartido la vida con él. La solidaridad fue el signo característico de las primeras comunidades cristianas, de modo que quienes asumieron el riesgo de la persecución y el martirio por Jesús, encontraron siempre en cada comunidad cristiana un espacio de acogida, seguridad y salvación. Cada "casa" estuvo abierta siempre a los hermanos y hermanas, especialmente en las épocas mas duras de persecución y pobreza.

Así cada comunidad cristiana ha de ser un espacio de acogida, servicio y fraternidad, en donde se comparte la mesa y la vida, en donde se construyen nuevas relaciones humanas basadas en el servicio, el compartir fraterno, la justicia y la solidaridad. Sólo así las iglesias serán siempre un signo vivo y eficaz del Evangelio.