XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
San Lucas 12,13-21: Alegría y sentido de la vidaAutor: SS. Juan Pablo II
Fuente: almudi.org (con permiso) suscribirse
En el Angelus (10-VIII-1980)
--- La fe de Abraham
--- Vigilancia
--- La fe de Abraham
“La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve” (Hb 11,1).
Con estas palabras nos habla el autor de la Carta a los Hebreos, en la
segunda lectura de la Misa de hoy. La fe, que hace pasar al hombre del mundo de
las cosas visibles a la realidad invisible de Dios y a la vida eterna, asemeja a
aquel camino al que fue llamado por Dios a Abraham (calificado por eso como
“padre de todos los creyentes”, cfr. Rm 4,11; 4,12). A continuación leemos en la
Carta a los Hebreos: “Por la fe obedeció Abraham a la llamada, y salió hacia la
tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber dónde iba. Por fe vivió
como extranjero en la tierra prometida... (Hebr 11,8-9). Sí; así es. La fe es el
peregrinaje espiritual en el que el hombre se encamina, siguiendo la Palabra de
Dios viviente, para llegar a la tierra de la paz prometida y de la felicidad, a
la unión con Dios cara a cara; a esa unión que llenará, en el corazón humano, el
hambre y la sed más profundas: el hambre de la verdad y la sed del amor”.
---Vigilancia
Por eso, como escuchamos seguidamente en la liturgia de este domingo,
la actitud de espíritu, que debe tener el creyente, es la actitud de vigilancia:
“Estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre”
(Lc 12,40). Una vigilancia así es también la expresión de la aspiración
espiritual hacia Dios mediante la fe.
Aprendamos ese andar más allá del horizonte de las cosas visibles hacia la
realidad invisible de Dios, para abrazar, con nuestro corazón humano, “las
grandes obras de Dios” (Act 2,11). Aprendamos la fe sencilla, incluso como de
niños y, al mismo tiempo, consciente, madura y comprobada. La fe que esta
nuestra época exige de nosotros los cristianos. La fe manifiesta y valiente. La
fe llena de esperanza. La fe que produce las buenas obras: “la fe mediante la
caridad” (cfr. Gal 5,6). Aprendamos constantemente una fe semejante. Y roguemos
frecuentemente a Cristo para obtenerla: Señor, “aumenta nuestra fe” (Lc 17,5);
creemos, ayuda nuestra incredulidad (cfr. Mc 9,24).