XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Lucas 20, 27-38: Loreto, tierra de Dios

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 32º domingo durante el año
(11 de noviembre de 2007)

 

Este domingo estamos viviendo un acontecimiento especialmente significativo para la Iglesia y para los argentinos al celebrar la beatificación de nuestro querido Ceferino Namuncurá. Por otro lado será la primera beatificación que se realiza en nuestra Patria. Después de nuestra reunión plenaria de los Obispos argentinos, , muchos tendremos el gozo de participar en dicha beatificación en Chimpay, Río Negro, lugar donde el nuevo beato nació y actual centro de espiritualidad y peregrinación. Ceferino nació el 26 de agosto de 1886 en Chimpay, una comunidad indígena. No vivió muchos años, pero su vida fue muy intensa. Sintió el llamado a la vida consagrada e ingresó a la congregación Salesiana.

Los Obispos de la Patagonia en una carta comentaban sobre Ceferino: “En las cosas chiquitas de cada día. Ceferino no hizo efectivamente nada extraordinario. No realizó prodigios, no tuvo durante su vida gestos superheróicos. Vivió con sencillez la vida de muchos otros chicos, como uno más en su tribu. O como cualquier otro alumno de los Colegios Salesianos por donde pasó. Pero precisamente supo llenar de sentido cristiano, de vigor “espiritual” las pequeñas luchas de su jornada. Esto es muy importante como testimonio de que la santidad sencilla es posible. Que no necesitamos apartarnos de nuestra vida cotidiana para vivir nuestra vocación bautismal. Que allí donde estamos y en las cosas concretas que vivimos estamos invitados a la santidad”. Desde hoy podremos invocarlo en nuestras celebración y públicamente poder pedir su intercesión. Al beato Ceferino encomendamos hoy nuestras necesidades, nuestra Provincia y País, sobre todo la evangelización a todos y a los más necesitados.

El texto del Evangelio de este domingo (Lc. 20,27-38), nos habla sobre uno de los temas centrales de nuestra fe: “La resurrección”. El Señor responde a los saduceos que lo negaban: “que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Todos en efecto viven para él” (Lc.20,37-38).

El Papa Juan Pablo II en la Carta “Novo Milennio Ineunte”, nos señalaba la importancia de contemplar el rostro de Cristo resucitado, en este inicio de milenio: “…esta contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el resucitado! Si no fuese así, vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe (1 Cor. 15,14)… Después de dos mil años de estos acontecimientos, la Iglesia los vive como si hubieran sucedido hoy. En el rostro de Cristo ella, su Esposa, contempla su tesoro y su alegría… La Iglesia animada por esta experiencia, retoma hoy su camino para anunciar a Cristo al mundo, al inicio del tercer milenio: “Él es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb. 13,8) (N.M.I. 28).

Nosotros como Iglesia Diocesana debemos expresar con gozo el año Jubilar que hemos celebrado, nuestros 50 años de creación de la Diócesis. Siempre, pero este año especialmente como Iglesia particular, en esta porción de la Iglesia, hemos podido contemplar con más nitidez el rostro de Cristo resucitado. El tiempo de preparación que duró varios años acentuando la conversión, comunión y misión. Los miles de cristianos trabajando en los encuestas que nos aportaron los temas sinodales y los más de 600 grupos sinodales que dieron sus aportes al Sínodo celebrado durante este año y sus orientaciones pastorales, nos permiten manifestar la certeza que este es un tiempo de “gracia”.

El próximo domingo 18 de noviembre en Loreto, durante la mañana habrá una única Misa en la Diócesis a las 9 horas. Allí como pueblo de Dios, concluiremos nuestro año Jubilar, celebraremos nuestra memoria, a los Mártires de las Misiones, San Roque , San Juan y San Alonso, a tantos sacerdotes, consagrados y laicos, y desde Loreto nos sabremos enviados, animados por el Espíritu Santo, a Evangelizar en este inicio del siglo XXI. La peregrinación a Loreto se realizará en colectivos, autos, bicicletas y muchísimos, sobre todo jóvenes, a pié . Desde “Loreto, tierra de Dios” nos animamos en la esperanza.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas