XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Lucas 19, 1-10:
"Globalizar la solidaridad"

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 31º domingo durante el año
(4 de noviembre de 2007)

 

Tenemos que agradecer a Dios los años de democracia en nuestra Patria, que nos permiten expresar la participación ciudadana desde el voto y las elecciones. De hecho en muchos lugares del mundo, está reducida la posibilidad de elegir en la diversidad de propuestas por la existencia de sistemas que son unipartidistas o bien democracias formales. Nuestro pueblo se ha expresado libremente y corresponde a las mayorías la responsabilidad de la conducción desde sus diversos roles políticos, así como el respeto a las minorías, y a todos el trabajo por el bien común. Desde ya que ahora vendrá la evaluación y planteo de muchos aspectos que se han visto frágiles en nuestro sistema electoral y político, y la necesidad de dar pasos para mejorar siempre la calidad institucional. A todos les significará saber que la participación en la democracia no se reduce solo al voto o la elección, sino a la responsabilidad ciudadana en la cotidianidad.

El Evangelio de este domingo nos presenta la conversión de Zaqueo (Lc. 19,1-10). San Lucas nos vuelve a presentar a un publicano de nombre Zaqueo. Seguramente un hombre poco escrupuloso en los negocios y el texto nos dice que tenía muchas riquezas y que era el jefe de los publicanos. Zaqueo deseó la conversión y Jesús miró su corazón: “Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más” (Lc.19,8). El Señor no tuvo reparo en alojarse en su casa, comunicándole que le había llegado la Salvación.

En algunas oportunidades escuchamos expresiones como: “Este hombre es imposible que cambie”. Seguramente si profundizamos en el fundamento de semejante afirmación podremos captar algunas de sus razones, su historia personal y familiar, un pasado turbulento, la dureza de corazón,… Sin embargo, tenemos que responder categóricamente, que cerrar la posibilidad de cambio o conversión a una persona es un error y por supuesto no es cristiano. Todo hombre o mujer, por más que hayan cometido el peor de los delitos o tengan los peores pecados, pueden convertirse a Dios y cambiar sus actitudes con sus hermanos y esto hasta el último minuto de su vida.

Al comentar este relato de la conversión de Zaqueo, no dudo en señalar la aplicación de este texto no solo a nuestra situación personal, sino a la necesidad siempre de plantearnos la conversión de nuestra sociedad, de las personas y estructuras, a una mayor conciencia moral que tenga en cuenta sobre todo una verdadera ética ciudadana, que se encamine desde actitudes egoístas, hacia la globalización de la solidaridad.

En Aparecida cuando habla sobre la globalización señala: “La globalización es un fenómeno complejo que posee diversas dimensiones (económicas, políticas, culturales, comunicacionales, etc.). Para su justa valoración, es necesario una comprensión analítica y diferenciada que permita detectar tanto sus aspectos positivos como negativos. Lamentablemente, la cara más extendida y exitosa de la globalización es su dimensión económica, que se sobrepone y condiciona las otras dimensiones de la vida humana… Conducida por una tendencia que privilegia el lucro y estimula la competencia, la globalización sigue una dinámica de concentración de poder y de riquezas en manos de pocos, no solo recursos físicos y monetarios, sino sobre todo de la información y de los recursos humanos, lo que produce exclusión…” (61-62). “Por ello frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos, haciendo de América Latina el continente del amor” (64)

La conversión de Zaqueo, el publicano enriquecido injustamente, así como el mejoramiento de nuestra conciencia social y ética ciudadana y solidaria, nos permitirán ahondar en una inclusión social más consistente. El jefe de los publicanos, Zaqueo, percibió que la salvación llegaba convirtiéndose a Dios y tratando de reparar sus pecados, sobre todo percibió la mirada misericordiosa de Jesucristo. Los cristianos debemos sabernos responsables de trabajar por globalizar la solidaridad construyendo en esperanza.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas