Solemnidad de la Santísima Trinidad
Juan
3,16-18: Compromiso de los laicos

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

Algunos de los temas de nuestro Sínodo diocesano han sido la formación como camino al Discipulado, así como el compromiso de los laicos en la Iglesia y en el mundo. En este tiempo en que vamos rezando y apropiándonos de las “Orientaciones pastorales”, que lanzaremos en la Asamblea del 16 de junio próximo, será fundamental que ahondemos en la comprensión de estos desafíos pastorales que deberemos asumir en los próximos años.

 

En dichas “Orientaciones pastorales”, se ha señalado la necesidad de acentuar el compromiso de los laicos en la transformación de las realidades temporales, porque de hecho se nota una cierta contradicción entre el gran número que profesa ser cristiano y en muchas ocasiones la ausencia de valores y opciones en ámbitos claves como son la política, la empresa, los sindicatos, los medios de comunicación… En muchas oportunidades estas contradicciones tienen su raíz en la falta de formación cristiana, o bien en una fe que desconoce la implicancia que tiene este discipulado en las opciones y estilo de vida del cristiano.

 

Debemos reconocer que a veces, tanto los sacerdotes como los laicos, fallamos en como implementamos nuestros itinerarios de formación. Este tema por la importancia que tiene y urgencia nos llevará en los próximos meses revisar en distintas instancias nacionales, regionales y en nuestra Diócesis “la iniciación cristiana”, o bien los itinerarios de formación, que todo cristiano necesita para alimentar y madurar la fe. En este sentido deberemos interrogarnos con sinceridad: ¿por qué muchos laicos que realizan un camino de formación, o bien un catecumenado aumentan en actitudes intra-eclesiales y no asumen lo más específico de su misión en lo que hace a la evangelización de las realidades temporales en el mundo? O bien, ¿por qué cuando las asumen muchos de ellos abandonan rápidamente su compromiso cristiano? Es cierto que necesitamos de una comunidad de referencia para madurar nuestra fe y ser contenidos. Pero también debemos recordar que es una desviación de la misma fe, si las comunidades o movimientos terminan siendo un lugar de encierro y micro clima, donde nos encontramos bien entre nosotros y nos olvidamos que la razón de ser de la Iglesia es salir a evangelizar. No dudamos de la complejidad y exigencia del mundo que nos toca vivir y sabemos que muchas veces ser coherentes y testigos es una misión casi heroica, pero es ahí donde el laicado debe estar y nuestro tiempo los necesita.

 

El documento de Aparecida nos señala sobre la misión del laico: “Su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio. El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de la realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de la ciencia y de las artes, de la vida internacional, de los “mass media”, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento. Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que profesan, mostrando autenticidad y coherencia en su conducta” (210).

 

Considero importante reconocer el camino que estamos realizando en diversas instancias sobre la formación, la vocación y la misión del laicado en nuestra Diócesis. Sabemos que la formación no tiene solo un aspecto intelectual, sino que implica una dimensión humana, espiritual y doctrinal. Desde ya que dicha formación debe abrir la posibilidad que los laicos accedan a los principios de la fe y al Magisterio de la Iglesia, de tal manera que dicha formación les permita vivir con sentido de fe y libertad la vida cotidiana en sus familias y ambientes. Los laicos cuando están bien formados adquieren una profunda comunión con la Iglesia y a la vez una verdadera autonomía para discernir y juzgar las situaciones que le toca vivir de acuerdo a su recta conciencia y pueda desde la fe eclesial crecer “en la gloriosa libertad de los hijos de Dios”.

 

El próximo fin de semana celebraremos “el Corpus Christi”. En Posadas el sábado 24 todas las Parroquias de la zona nos reuniremos a las 14,30 horas en el Anfiteatro “Manuel Antonio Ramírez”, donde después de la Santa Misa a las 16 hs. recorreremos las calles de la ciudad hasta la Catedral. Será, como cada año, un momento central de la vida eclesial.

 

¡Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas