Sagrada Familia de Jesús, María y José
Lucas 2,22-40:
“Nuestras familias”

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

En el contexto del tiempo de Navidad, la liturgia nos invita a celebrar “la Sagrada Familia de Jesús, María y José”. La familia de Nazaret, la del “Emmanuel” o “Dios con nosotros”, conoció el asombro del anuncio del nacimiento virginal, la pobreza del pesebre de Belén, la persecución en la huida de Egipto, también la misteriosa profecía de Simeón y de la profetiza Ana, que nos relata el texto bíblico de este domingo (Lc. 2,22-40), la cotidianeidad de casi treinta años de silencio y trabajo… En este domingo es necesario que los cristianos oremos y reflexionemos sobre el modelo de familia que nos propone la Palabra de Dios. Este tema de la familia es fundamental en la acción evangelizadora de la Iglesia y debemos recordar que ha sido uno de los temas que asumió nuestro Sínodo Diocesano para acentuar en la pastoral de los próximos años. 

Por supuesto el tema de la familia y el matrimonio del varón y la mujer no es solo importante desde una perspectiva religiosa, sino desde lo antropológico, sicológico, sociológico y cultural, como generador de valores como la vida, la solidaridad y la justicia. Es asombroso y merece que dediquemos tiempo a investigar y buscar las causas del porque este tema que es clave para la proyección de la misma humanidad, no cuente con el suficiente apoyo político, económico y comunicacional y que desde financiamientos y pautas internacionales y nacionales, se busque desarticular el núcleo de la familia y el matrimonio, hasta en los mismos contenidos y propuestas educativas. 

Entre las cosas que llaman la atención es que ciertas propuestas que se denominan “progresistas”, ante el crecimiento de la distancia en el mundo, entre ricos y pobres, incluidos y excluidos, fomenten como solución una anticoncepción rabiosa y salvaje, buscando cercenar la fecundidad de “las madres pobres” del mundo, en vez de proponer más fuertemente que se distribuyan más equitativa y justamente las riquezas. Ese mismo “progresismo”, promueve muchas veces los derechos humanos y gravemente no defiende a los niños por nacer que sin tener culpa alguna son inocentes e indefensos, y se los aborta injustamente. Un poeta del nordeste argentino dice en una canción: “se eliminan los comensales, en vez de agrandar la mesa”. 

En este domingo de la Sagrada Familia queremos retomar la introducción al capítulo VII, de nuestras “Orientaciones pastorales” post sinodales, que nos señala: “Coincidiendo con lo expresado en el Documento de Aparecida (432) la familia es uno de los tesoros más importantes del pueblo argentino y de la Diócesis de Posadas. En esta porción de Latinoamérica, una parte importante de la población está afectada por difíciles condiciones de vida que amenazan directamente la institución familiar. En nuestra condición de discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a trabajar para que esta situación sea transformada, y la familia asuma su ser y su misión en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia. 

Los desafíos pastorales para esta temática, priorizados por los sinodales, fueron definidos a partir de algunas fortalezas y problemáticas visualizadas en nuestra Diócesis. En relación con las fortalezas podemos decir que en nuestra Diócesis encontramos muchas familias que son casa y escuela de valores, que existen grupos pastorales preocupados y ocupados por acompañar a las familias, y que existen medios de comunicación y otros disponibles que son colaboradores. Como problemáticas de nuestras familias podemos citar el progresivo aumento de parejas en situación irregular, la pérdida de valores en el seno familiar, y la falta de una pastoral orgánica que acompañe a la familia en sus diferentes etapas. La aplicación de las propuestas pastorales enunciadas por los sinodales permitirá disminuir las problemáticas y potenciar las fortalezas, permitiendo que las familias de nuestra Diócesis, día a día puedan ser testimonio de comunión”. 

Finalmente este domingo, el último del año, nos invita a que pidamos a Dios por este año que vamos a iniciar. Seguro que en nuestro corazón tenemos dolores y alegrías, cosas que queremos pedir y también agradecer a Dios. Como Obispo y Pastor quiero pedir a Dios por todos nosotros, para que empecemos un año donde podamos crecer en justicia, en solidaridad y paz.

            ¡Un saludo cercano en Cristo, el Señor!           

 

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!             

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas