XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 8, 27-35:
“El discipulado y la caridad”

Autor: Monseñor Juan Rubén Martínez

 

 

Este domingo el texto del Evangelio (Mc. 8,27-35), nos presenta la profesión de fe de Pedro, el primer anuncio de la pasión y las condiciones para seguir a Jesús. Desde la fe podemos acceder a tener una comprensión del significado de estos textos que tocan temas centrales que revela el Señor. Solo desde la fe Pedro pudo confesar “Tú eres el Cristo”. Solo desde la fe podemos acceder al sentido pascual sobre Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre sometido al dolor y al sufrimiento, al camino de la pasión. Y solo desde la fe podemos comprender las condiciones que anuncia el Señor para su seguimiento: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida , la perderá; pero quien pierda su vida por mi y por el Evangelio, la salvará” (Mc. 8,34-35). 

Estos textos están en el centro de las metas sobre el discipulado y la misión que en este tiempo nos hemos fijado desde Aparecida como respuesta en nuestro continente a los desafíos de la evangelización en este inicio del siglo, así como nuestras “Orientaciones pastorales” fruto del primer Sínodo Diocesano. Como cristianos deberemos preguntarnos si estamos dispuestos a asumir este camino y estas condiciones de seguimiento de Jesús. Lamentablemente hasta las propuestas de seguimiento cristiano tienden a veces a mimetizarse con un tiempo un tanto materialista, Light, sin exigencias, “donde todo es bienestar y negar sufrimientos”. El Señor en este discipulado nos promete la “Vida nueva”, un gozo profundo que se expresa no tanto en el alboroto, sino en la paz, y la certeza que siempre este camino implica el tomar su cruz y seguirlo”. 

El texto de Aparecida tiene algunos contenidos fundamentales que expresan este discipulado: “El Espíritu Santo, que el Padre nos regala, nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos a su misterio de Salvación para que seamos hijos suyos y hermanos unos de otros; nos identifica con Jesús-Verdad, enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias ambiciones, y nos identifica con Jesús-Vida, permitiéndonos afrontar su plan de amor y entregarnos para que otros “tengan Vida en Él” (137). “Identificarse con Jesucristo es también compartir su destino. “Donde yo esté estará también el que me sirve” (Jn. 12,26). El cristiano corre la misma suerte del Señor, incluso hasta la cruz: “Si alguno quiere venir detrás de mi, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga” (Mc. 8,34). Nos alienta el testimonio de tantos misioneros y mártires de ayer y de hoy en nuestros pueblos que han llegado a compartir la cruz de Cristo hasta la entrega de su vida” (140). 

En este tiempo nos hemos propuesto como fruto de nuestro Sínodo Diocesano acentuar el tema de la formación integral de todos pero especialmente de nuestro laicado. Reordenar desde una pastoral más orgánica las respuestas de formación y discipulado que se ofrecen en la Diócesis. Desde nuestro Instituto de formación teológica y pastoral avanzan muy positivamente los cursos que se dan en tres años con formación sistemática para los laicos. El 12 de septiembre más de cien catequistas desde la sede de Posadas y muchos inscriptos desde la sede de Oberá iniciaron un camino de formación semipresencial de varios años. Todo esto revela el gran deseo de formación y de asumir este camino de discipulado en nuestro tiempo y son signos claros de esperanza. 

La formación y el discipulado no pueden comprenderse si no van estrechamente unidos a la evangelización que es la razón de ser de la Iglesia. Aparecida señala aquello que el Papa expresó en la primera sesión: “Cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él nos salva (Hech.4,12)… Esta es la tarea esencial de la evangelización, que incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana” (146). 

Este fin de semana se está realizando la colecta “más por menos”, ligada a profundizar la caridad como un aspecto esencial del discipulado cristiano. Especialmente queremos tener presente en esta reflexión dominical el pedido de oración y solidaridad con estos hermanos que en la semana que pasó padecieron las consecuencias del tornado en San Pedro y alrededores. Tenemos presente en nuestra oración a los que han fallecido, a los que están heridos, las familias afectadas… hemos experimentado la solidaridad de nuestra gente y la comunión expresada, en situaciones de desgracia, como las vividas en estos días. 

El discipulado y la misión que implican un camino de maduración en la fe nos debe comprometer en la caridad, a ser generosos en esta colecta “más por menos”, para que por la solidaridad haya menos excluidos.

 

Un saludo cercano y hasta el próximo domingo

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas