XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date



En los domingos siguientes (15º-24º) la revelación que Jesús hace de sí mismo tropieza también con la ceguera y la incomprensión de sus mismos discípulos. Sólo al final, Pedro en nombre de ellos acaba reconociendo a Jesús como Mesías. A pesar de lo cual, aún quedará un largo recorrido en la maduración de la fe de ellos.
En el Evangelio del domingo decimoquinto (6,7-13) se nos presenta la misión de los Doce. Jesús los envía con su misma autoridad, de modo que, al igual que Él, predican la conversión, curan enfermos y echan demonios. El texto insiste en la necesidad de ir desprovistos de medios y seguridades; su única seguridad reside –lo mismo que la del profeta: (1ª lectura de Amós 7,12-15)– en el hecho de ir en nombre de Jesús. Esta es también una ley esencial para la eficacia de la misión de la Iglesia en todas las épocas y lugares.

Echad Demonios
Mc 6,7-13


Lo mismo que los Doce, todo cristiano es enviado a echar demonios. Cristo mismo nos capacita para ello, dándonos parte en su mismo poder. Y así toda la vida del cristiano, lo mismo que la de Cristo, es una lucha contra el mal en todas sus manifestaciones, no sólo en sí mismo, sino también en los demás y en el ambiente que le rodea. Precisamente para esto se ha manifestado Cristo, para deshacer las obras del Diablo (1Jn 3,8).
Y todo ello se realiza en pobreza. La eficacia del cristiano en el mundo no depende de los medios que posee. Todo lo contrario. Cuantos menos medios, más se manifiesta la fuerza de Dios, que es quien salva del mal. Cuanto más medios, tanto mayor es el peligro de apoyarse en ellos y no dar frutos de vida eterna. La historia de la Iglesia lo demuestra. Cuando la Iglesia ha carecido de todo ha sido fecunda. Cuando se ha apoyado en los medios materiales, en el prestigio humano, en las cualidades humanas, etc., ha dejado de serlo.
Finalmente, el texto de la carta a los Efesios nos sitúa en la razón de ser de nuestra vida en este mundo. Hemos sido creados para ser santos. Esa es la única tarea necesaria y urgente. Para eso hemos nacido. Sólo si somos santos nuestra vida valdrá la pena. Y sólo si somos santos echaremos los demonios y el mal de nosotros mismos y del mundo.