XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.

Autor: Padre Julio Alonso Ampuero 

Fuente: Libro: Meditaciones bíblicas sobre el Año litúrgico
Con permiso de la Fundacion Gratis Date



El don de la fe
Jn 6,41-52

«¿No es este el hijo de José?» Los judíos murmuraban de Jesús que se presentaba como «pan bajado del cielo». Se negaban a creer su palabra. No se fiaban de Él. Preferían permanecer encerrados en su razón, en su «experiencia», en sus sentidos... y en sus intereses. La fe exige de nosotros un salto, un abandono, una expropiación. La fe nos invita a ir siempre «más allá». La fe es «prueba de las realidades que no se ven» (Hb 11,1).
«Nadie puede venir a mí si el Padre no lo atrae». La fe es respuesta a esa atracción del Padre, a esa acción suya íntima y secreta en lo hondo de nuestra alma. La adhesión a Cristo es siempre respuesta a una acción previa de Dios en nosotros. Pero es necesario acogerla, secundarla. Por eso la fe es obediencia (Rom 1,5), es decir, sumisión a Dios, rendimiento, acatamiento. Y por eso la fe remata en adoración.
«Yo soy el pan de la vida». Cristo es siempre el pan que alimenta y da vida; no sólo en la eucaristía, sino en todo momento. Y la fe nos permite «comulgar» –es decir, entrar en comunión con Cristo– en cualquier instante. La fe nos une a Cristo, que es la fuente de la vida. Por eso asevera Jesús: «Os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna». Todo acto de fe acrecienta nuestra unión con Cristo y, por tanto, la vida.