IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
San Lucas 4, 21-30:
Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos.

Autor: Padre Julio Cesar Gonzalez Carretti OCD 

 

a.- Jr. 1,4-5.17-19: Te nombré profeta de los gentiles.
b.- 1Cor. 12,31-13,13: La virtud teologal más grande es el amor.
c.- Lc. 4, 21-30: Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos.

El profeta nos ha narrado su vocación, la llamada que le hace Yahvé, ahora nos presenta la misión que le encomiende entre los gentiles. Las visiones del almendro y de la olla, hablan a las claras de pueblos poderosos que rodean a Israel, pero la palabra de Dios está ahí como vigilante, para que le ayude a interpretar su actuación a la luz de la fe en Yahvé. Junto a otear el futuro, entre en el profeta el miedo, pero el Señor estará con él: “Contigo estoy para salvarte” (v. 4). Pero también están los reyes de Judá, los príncipes, los sacerdotes, el pueblo, etc. Su vocación era cierta, pero su misión es de Yahvé; la actitud del profeta es ponerse en las manos de Dios por medio de la fe. Nadie podrá derribarlo, se siente fuerte con la fortaleza que le brinda la presencia de Dios viva y eficaz. Sólo se compara a una palaza fuerte, columna de hierro o muro de bronce (vv. 17-19). Lo guía la fe, la intimidad con el Señor, propio de
Jeremías, soporta la voluntad divina, es medianero, entre la reacción contraria de los hombres y lo que manda Yahvé. Así y todo Jeremías lleva adelante su vocación a la intimidad divina y su misión, que desde fue concebido Yahvé guía a su destino, pero también experimenta el abandono, contradicción y persecución de los hombres. Jeremías es un modelo de respuesta a la vocación recibida, porque en un ambiente adverso en lo religioso y político, mantendrá en su retina espiritual esas palabras de Yahvé: “Yo estaré contigo”, fuerza ya raíz prístina de su vocación.
El apóstol nos enseña que hay un carisma que supera a todos los demás: el amor al prójimo. Inspirado, el apóstol relativiza toda enseñanza mística y ascética de las diversas escuelas, poniendo el amor como árbitro de toda esa experiencia. La falta de amor o su presencia luminosa transforman la vida de una persona, lo mismo la realidad y también nuestras actitudes. Toda consideración moral, ética o valórica hay que hacerla después de constatar si hubo amor o si faltó como causa fundamental. La descripción que hace las actitudes que el amor comporta es toda una lección para el cristiano de todos los tiempos hasta afirmar que el amor es eterno. Sólo el amor nos guía a la visión beatífica de Dios; muy unidas a la fe y a la esperanza. El movimiento dinámico es experimentar los carismas, hasta vivir sólo de las virtudes teologales y así alcanzar la vida eterna.
El evangelio de hoy es el resultado de la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret. Se produce un cambio de ambiente cuando cita el ejemplo de Elías y Eliseo, que no habían venido, como ÉL, sólo para los judíos. Sus contemporáneos no aceptan haberlo conocido desde su infancia, no superan el hecho que Dios se encarnara para ser hombre. El hijo de María es el Mesías? El pasaje de Isaías (61,1-2), programa que asume Jesús, lo hace el Ungido por el Espíritu y el liberador del hombre por sus acciones con los pobres y oprimidos. Sin embargo, Jesús es rechazado por los suyos por que conocen su origen. Para los judíos el Mesías vendría en forma externa, gloriosa, desconcertante, identificado con el misterio, que se impone ante la mente y a la razón, pues procede de fuera de la tierra. Otra razón es que querían milagros portentosos, es decir, seguridad absoluta, que Dios les demuestre su verdad avasallante. Jesús, los escandaliza por su sabiduría y por su estilo cercano y humilde de proponer el evangelio (cfr. Lc. 4,9; 1Cor. 1, 22). Tampoco Elías y Eliseo encontraron fe en las gentes de su tiempo, por eso ofrecieron su palabra a los paganos (cfr. Mc. 4, 25-27), aquí sucederá lo mismo, el Mesías no ha sido escuchado por los suyos (Mc. 4, 24) por lo mismo ha venido ha ofrecer la salvación a los gentiles. En los Hechos de los apóstoles, se cumple esta profecía. Este evangelio nos lleva a preguntarnos: ¿Creemos verdaderamente en Jesús de Nazaret? Dios hecho hombre: ¿se presenta como un hombre cualquiera, creemos que es el Mesías? ¿Creemos todavía en un Dios que hace milagros aparatosos y avasallantes? El único milagro en que debemos creer es en Jesucristo, su evangelio, su misterio pascual, de donde nos viene la vida, y en su Espíritu que lo hace presente entre nosotros en la vida eclesial.
Muchos fueron los trabajos que Teresa de Jesús tuvo que padecer para llevar a cabo sus fundaciones de monjas carmelitas por toda España. Como Elías padeció persecuciones, habladurías en contra de su persona y su obra. “Ya habéis visto, hijas, que se han pasado algunos trabajos, aunque creo son los menos los que he escrito; porque si se hubieran de decir por menudo, era gran cansancio, así de los caminos, con aguas y nieves y con perderlos, y sobre todo muchas veces con tan poca salud, que alguna me acaeció -no sé si lo he dicho- que era en la primera jornada que salimos de Malagón para Beas, que iba con calentura y tantos males juntos, que me acaeció, mirando lo que tenía por andar y viéndome así, acordarme de nuestro Padre Elías, cuando iba huyendo de Jezabel y decir: «Señor, ¿cómo tengo yo de poder sufrir esto? ¡Miradlo Vos!» Verdad es que, como Su Majestad me vio tan flaca, repentinamente me quitó la calentura y el mal. En teniendo salud, con alegría pasaba los trabajos corporales.” (F 27,17).