Solemnidad. La Asunción de la Santísima Virgen María (Misa del día)
San Lucas 1, 39-56:
El poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes.

Autor: Padre Julio Cesar Gonzalez Carretti OCD 

 

Lecturas:
a.- Ap. 11, 19; 12,1-6.10: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal.
b.- 1Cor. 15, 20-26: Primero, Cristo como primicia, después, todos los cristianos.
c.- Lc. 1, 39-56: El poderoso ha hecho obras grandes por mí; enaltece a los humildes.

En la primera lectura encontramos al nuevo pueblo de Dios, Iglesia, representado por la mujer, porque es la gran señal. María es señal de la Nueva Alianza que se comienza a vislumbrar en el AT hasta llegar a la alianza definitiva: el nacimiento de Cristo, de María Virgen por obra del Espíritu Santo, según el designio del Padre. Nueva Alianza, que se realizará plena y anticipadamente en el Misterio Pascual de Cristo y que se corona con la Asunción de Madre de Jesús. ÉL no quiso volver sólo a la casa del Padre, quiso volver con toda la humanidad y María representa a todo el género humano redimido, señal de la paz que Cristo selló con su sangre para siempre. Por lo tanto, Ella es señal del triunfo del bien sobre el mal, de la gracia sobre el pecado, de la vida sobre la muerte, de la libertad sobre la esclavitud... María, en su Asunción es señal eficaz del triunfo de Cristo sobre cada creyente, Ella la primera. María es "la gran señal" porque es portadora del Redentor: de la alianza eterna, del amor y la misericordia... y del triunfo final que se realiza anticipadamente en su Asunción.

El apóstol Pablo nos invita a sentirnos parte del triunfo de Cristo sobre la muerte con su resurrección, por lo tanto celebramos a María porque es primicia de los redimidos ya que Ella fue la primera en recibir la redención en su Inmaculada Concepción, es lógico que sea la primera que resucite después de Cristo Jesús. La Asunción de la Madre de Jesús al cielo en cuerpo y alma, manifiesta que Ella ha participado de los frutos de la muerte, resurrección y ascensión de su Hijo, anticipada y totalmente, en cuerpo y alma. Es lógico que Cristo, su Hijo, la lleve al cielo; por eso, cumplido el curso de su vida terrestre, una vez que muere, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial, donde nos espera orando por todos los redimidos.
El evangelista nos presenta el canto de María en el contexto de la Visitación. Su prima Santa Isabel ha exaltado la grandeza de María, inspirada por el Espíritu Santo, declarándola: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (vv. 42-45). Son tres las proclamas que hace Isabel de María:
- Bendita entre las mujeres…porque trae en su seno la salvación esperada desde siglos, comienzo de la nueva humanidad de los salvados.
- La madre de mi Señor, venga a mí…Isabel reconoce en su prima a la Madre de Dios, lo que de ella nacerá, es obra del Espíritu Santo, será el Hijo de Dios.
-Feliz porque has creído…María ha dejado al Espíritu obrar en su vida, porque en ella la fecundidad humana es asumida en la fecundidad de Dios y hace nacer al Hijo, en la familia humana.
El cántico de María es la respuesta con que concluye el AT y comienza el nuevo, es decir, la fe de una joven hebrea abierta y orientada hacia Jesús, el Hijo de Dios. Este cántico de María, es el mejor testimonio que llega el cambio decisivo de la historia de los hombres: Jesús, es el portador de la salvación que lleva a la plenitud escatológica, que Israel buscaba desde antiguo. Con palabras y textos del AT, María se sitúa en la cúspide de la historia de la salvación, la plenitud de los tiempos, los tiempos mesiánicos en que los hombres descubrirán el nuevo camino del Señor entre los hombres. Su paso, su caminar es ahora con los hombres, entre los hombres. Este cántico de María, descubre el verdadero rostro de Dios, que la injusticia de los poderosos había borrado de la vida de los hombres y de los pueblos, pero un resto mantenía la esperanza en las promesas hechas a Abraham. Con ese trasfondo, despunta el alba de la salvación, se revela la intimidad de Dios, por medio de Jesucristo, que con su misericordia enaltece a los humildes, colma a los hambrientos y deja vacíos a los antes ricos. Es el cambio total de los fundamentos de la historia humana, porque ahora Dios habita entre nosotros, se ha abajado hasta los más humildes para socorrerlos y levantarlos hasta convertirlos en sus hijos predilectos. Con este cántico, queda claro que la única riqueza del hombre, es Dios, porque demuestra que quien está lleno de sí mismo, en el fondo está vacío. Solo quien camina en la hondura de Dios y de su amor redentor, recibe su perdón y lo extiende al prójimo se descubre inmensamente rico. Finalmente, este cántico es un himno a la gloria de Dios con que sido colmada María, Madre de Jesús. Es glorificada porque ha creído en Dios, le ha permitido por medio de su Espíritu realizar grandes maravillas en Ella por eso la proclamarán bienaventurada todas la generaciones hasta llegar a contemplarla en la gloria celestial junto al Hijo como Iglesia que llega a su meta, como cristianos que alcanzan la unión definitiva con Dios. Así sea.