San Mateo 21, 28-32:
Parábola de los dos hijos.

Autor: Padre Julio Cesar Gonzalez Carretti OCD 

 

a.- Sof. 3,9-13: El humilde resto de Israel.
b.- Mt. 21, 28-32: Parábola de los dos hijos.

La lectura de Sofonías, nos habla del resto de Israel que Dios se reserva para Sí, luego de purificarlo, para que con actitud humilde y pobre se acojan al amparo del Señor Yahvé. Este profeta presenta al pobre con un fuerte sentido espiritual, es decir, primer depositario de las promesas divinas. Es precursor del discurso de los pobres de espíritu que hablarán más tarde las bienaventuranzas de Jesús. Pobre en sentido evangélico, será quien vacío de sí mismo, se confía únicamente al cuidado de Yahvé, habiendo seguiros el camino de la justicia y no dando en su corazón cabida a la idolatría de las riquezas y a la soberbia de la vida. Es un pueblo que no se entregará a “la mentira y al embuste” (v.13), porque es pobre y humilde (v.12).

El evangelio nos presenta la parábola de los dos hijos mandados a trabajar a la viña, pero sólo uno de ellos obedece. La parábola va dirigida a los fariseos y sumos sacerdotes, que no aceptan la palabra de Jesús, su llamada a la conversión, por creerse justos y santos a los ojos de Dios (cfr. Mc. 1, 15; 2,16; Lc. 15,7), en cambio, fueron los paganos, judíos que desconocían la ley, considerados unos malditos por los primeros, fueron los que sí acogieron la salvación (cfr. Jn.7, 49). El primer hijo representa a quienes desobedecen al comienzo pero al final aceptan la voluntad de Dios; el segundo hijo, representa a quienes se comprometen y no cumplen, como el caso de los fariseos y escribas, porque creían tener la exclusividad respecto a las relaciones con Dios. De ahí que se escandalicen que Jesús trate con los que ellos consideran pecadores. No comprendían a Jesús porque sus palabras de conversión se dirigían a los se sentían pecadores, los sanos no necesitan médico. No está la cosa en decir: “Señor, Señor, sino en hacer la voluntad de Dios” (Mt. 7, 21). Sin embargo, los pecadores, despreciados por la sociedad, los malditos acogen su mensaje y se arrepienten, se convierten al Señor, cumplieron la voluntad de Dios o dicho de otro modo, ya trabajan en su viña. Darle la precedencia a publícanos y prostitutas, pecadores en el ingreso en el reino de Dios, era una declaración intolerable: los pecadores acogen la salvación y por que se arrepienten entran en la vida eterna, los justos, confiados en su propia justicia, que viene del cumplimiento externo de la Ley, rechazan el mensaje y al mensajero de la justicia salvadora, se excluyeron de la salvación. Cristo Jesús es el único camino para ingresar en el reino de los cielos, por disposición de Dios Padre, fuente de salvación universal para todo hombre; todo un camino de fe.

San Juan de la Cruz, nos enseña que la Encarnación es la oportunidad de Dios de hacerse hombre para estar entre los hombres. Si ÉL viene revestido de nuestra naturaleza, viene ha hacerse en todo semejante a nosotros, viene a morar entre nosotros. El místico nos invita a apreciar esta misericordia que Jesucristo tiene con todo ser humano de convertirlo en su amigo en forma personal. “Porque en todo, semejante/ él a ellos se haría/ y se vendría con ellos/ y con ellos moraría” Romance acerca de la Trinidad (vv. 135-137).