IV Domingo de Adviento, Ciclo A
San Mateo 1, 18-24: José, hijo de David, lo engendrado en Ella es obra del Espíritu Santo.Autor: Padre
Julio Cesar Gonzalez Carretti OCD
1.- Is. 7, 10-14: He aquí que una
doncella está encinta.
2.- Rm. 1,
1-7: Jesucristo, de la estirpe de David, e Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad.
4.- Mt. 1,
18-24: José, hijo de David, lo engendrado en Ella es obra del Espíritu Santo.
El profeta nos anuncia
el nacimiento del Emmanuel. Ajaz no hizo caso de la primera intervención de
Isaías, donde se le advertía la desaparición de Judá, pero así y todo se
presenta nuevamente para demostrar que Yahvé puede obrar a su favor, si confía
en ÉL, lo único que debe hacer es pedir un signo. Ajaz, no renuncia a su
política, pide ayuda a Asiria. En su hipocresía, renuncia al signo, porque
quiere demostrar que no duda de Yahvé, pero en el fondo no creía, ponía su fe en
la alianza política. La señal se da exactamente igual: una joven dará a luz un
hijo y le pondrá por nombre: “Emmanuel” es decir, Dios con nosotros. El niño y
su nombre nos hablan de la permanencia de las promesas davídicas. Cuando una
joven doncella llamada María dé a luz un hijo, sin concurso de varón, síntesis
de lo humano y divino, se reconocerá en el oráculo de Isaías la proyección
mesiánica del mismo y que en Jesús alcanza todo su cumplimiento y plenitud.
Pablo, se
presenta con temor y temblor ante los romanos (cfr. 1Cor. 2,3), como siervo de
Jesucristo, es decir, en la comunidad eclesial no hay más que un Señor, y todos,
responsables y fieles, son siervos porque Jesucristo está presente en
En el último domingo
de Adviento aparece la figura humilde de San José. El evangelista Mateo lo
describe como hombre justo y bueno. Se trata del anuncio del ángel a José, luego
de decidir repudiar a María, su mujer porque espera un hijo de otro. La
desposada era verdadera esposa de su marido en la cultura judía y así se la
denomina en este pasaje del evangelio (cfr. Mt. 1, 20. 24). La situación es
delicada y ciertamente María se la confío a su esposo lo que crea la perplejidad
de José ante el misterio de Dios en la vida de su esposa. Decide repudiarla en
secreto; no quiere intervenir en el plan de Dios y se retira.
El ángel le
anuncia la maternidad divina de María, la criatura es del Espíritu Santo; sólo
Dios es su Padre. La concepción es virginal, sobrenatural, bajo la sombra del
Espíritu de Dios. Además, le pide tome como esposa a María, para ser el padre
putativo del niño que nacerá de María Virgen. Le pondrá por nombre Jesús, quien
salvará a su pueblo de sus pecados. Se aplica el texto de Is. 7,14, como signo
de Dios para exhortar a la fidelidad a Ajaz y anuncio de la permanencia
dinástica de David: una virgen concebirá. El niño ya fue concebido, es Emmanuel,
es decir, Dios con nosotros. La virgen María es la puerta de entrada de
Jesucristo en la historia para salvar a los hombres de los pecados. Las promesas
y profecías se han hecho realidad: el Dios con nosotros se ha hecho carne, uno
de nosotros, de nuestra naturaleza humana. José pasa de las dudas a la fe
inquebrantable en el misterio de Dios y su economía de salvación. La fe le irá
alumbrando el camino, asume su rol de padre del Hijo de Dios deberá construirlo
día a día, como todo varón que se convierte en padre de familia. Será modelo de
esposos y padres cristianos por su fe y fidelidad a la voluntad divina. Este
varón santo es para todo cristiano de a pie, un modelo de fe y oración; de
trabajo y fidelidad a la vocación recibida de Dios. La vida cristiana exige una
fe luminosa por las verdades que le presenta y oscura porque ellas le hacen
entrar en el misterio de la trascendencia divina. El Dios Altísimo ingresa en la
historia humana a través de una familia que lo acoge con amor. Aceptarlo como
anuncio y realidad palpitante supuso fe en María y en el desposado José. Es una
fe que tiene mucho de riesgo, renuncia porque significa confiarse sólo de la
palabra de Dios, de su voluntad. No había apoyos humanos ni espirituales, en
lenguaje sanjuanista, se trata de una verdadera noche de la fe; pero una vez
pasada, ambos salen revestidos de la toga de la vida teologal; aurora de
salvación de la que son discretos protagonistas.
También a
nosotros el Señor nos ha confiado un plan de vida y salvación que exigirá sus
noches y heroísmo en la práctica de las virtudes teologales y cardinales. Amigos
de Dios en Cristo Jesús, que estiman su gracia y su amor; de ahí que creer
en Dios exige conversión día a día. La fe en
San Juan de