III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mt 4,12-23: "Haced penitencia, porque se ha acercado el Reino de los cielos"

Autor: Padre Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alba

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

 

(Is 9,1-4) "El pueblo que andaba en tinieblas, vio una gran luz"
(1 Cor 1,10-13.17) "Sed perfectos en un mismo ánimo y en un mismo parecer"
(Mt 4,12-23) "Haced penitencia, porque se ha acercado el Reino de los cielos"

"También en nuestros días hay mucha gente "que camina en tinieblas" (1ª lect), desorientadas por la multiplicidad de las informaciones, tan cuantiosas como contradictorias, que recibe a diario. Son tantos, tan opuestos, tan interesados, los mensajes, las mentiras, las medias verdades que escucha, que le llevan a creer que toda certeza es revisable o parcial, cuando no un síntoma de inmadurez o de fanatismo.

Jesús nos llama también hoy, como llamó a los primeros (Evg), para que a la luz del Evangelio orientemos a tantos que sueñan con un mundo mejor, donde la mentira, la violencia, la rapiña, no sean monedas que se cotizan más que el bien, la veracidad. Hay en nuestro mundo una sorda espera, una difusa expectativa, como en tiempos de Jesús, en que el pueblo escogido aguardaba al Mesías.

Bien, pero ¿qué hacer o qué representa mi esfuerzo en el hogar, el lugar de trabajo..., al lado de la omnipresente realidad de la corrupción en la política, los negocios, las relaciones sociales? Debemos persuadirnos 1) de que si yo no cambio no podré cambiar nada, porque al ocupar un puesto, en lugar de mejorar la situación cara al bien común, contribuiré a extender la corrupción. 2) Debo empezar por el ambiente que me rodea: la familia, los amigos, el trabajo... Este influjo beneficiará a muchos originando así un efecto dominó. 3) Contar con el tiempo. La lluvia es fecunda y auténtico oro para el campo, cuando cae mansamente y durante horas o días. La torrencial destruye. 4) No olvidar que Dios tiene más interés que nosotros en que el bien triunfe sobre el mal.

Partir de la base de que el mal nunca puede apagar la luz del bien, no es una visión rosa que desconoce la s dificultades en orden a sanear un sistema viciado. Es una visión que cree en la capacidad operativa de la verdad, en la repulsa que provoca en una inmensa mayoría de personas el engaño como norma de conducta. Una visión que permita vivir, al menos, sin avergonzarnos de pertenecer a la especie humana. Una visión que sabe que siempre habrá cizaña pero también trigo en abundancia, que en la otra vida engrosará los graneros eternos.