XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
San Lucas 16, 1-13:
"El que es de fiar en lo poco también lo es en lo mucho"

Autor: Padre Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alba

Fuente: almudi.org (con permiso)  

 

 

(Am 8,4-7) "Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones"
(1 Tim 2,1-8) "Dios quiere que todos los hombres se salven"
(Lc 16,1-13) "El que es de fiar en lo poco también lo es en lo mucho"

"¿Por qué puso el Señor esta parábola?, se preguntaba S. Agustín. No porque el siervo aquel fuera un modelo a imitar, sino porque fue previsor para el futuro, a fin de que se avergüence el cristiano que carece de esta determinación".

Quiere el Señor que pongamos en los asuntos de nuestra alma, el empeño, la ilusión y la habilidad que muchos ponen en lo que les interesa, en lo que les es más entrañable y querido. El cristiano no debe tener un tiempo para Dios y otro para los negocios de este mundo, no debe tener "dos señores" sino solamente uno y a Él hay que servir, también en los afanes diarios, con toda el alma. "Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón... Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado" (Dt 6,4-7).

Los hijos de la luz han de poner todo su empeño por estar presentes en aquellos lugares en que se trabaja por el bien común colaborando con todos con dedicación e ingenio para hallar soluciones que hagan más humana y cristiana la sociedad en que viven. Como aquellos primeros cristianos que escribían: "no dejamos de frecuentar el foro, el mercado, los baños, las tiendas, las oficinas, las hosterías y ferias; no dejamos de relacionarnos, de convivir con vosotros en este mundo. Con vosotros navegamos, vamos a la milicia, trabajamos la tierra y de su fruto hacemos comercio" (Tertuliano).

La enseñanza, la defensa de la vida y el medio ambiente, la justa distribución de las riquezas, la familia, los medios de comunicación, la libertad, la igualdad de derechos y ante la ley, la transparencia en los negocios y en la política, el acceso de todos a la cultura..., todo aquello que atañe al bien común, debe ser objeto de nuestros desvelos, de forma que esas realidades vayan impregnándose del espíritu de Cristo.

El cristiano no debe buscar el éxito personal como único objetivo: "No podéis servir a Dios y al dinero", nos recuerda el Evangelio de hoy; sino que hemos de servir a Dios con el dinero, el prestigio profesional, con la iniciativa y responsabilidad que el Señor elogia al referirse a los hijos de este mundo.