Lucas 10, 21-24:
¡Gracias bendito Padre!Autor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 21-24
En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el
Espíritu Santo y exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las
has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido
bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el
Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar”
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que
ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron
ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Meditación
La actitud que debería resonar siempre en nuestro corazón
debería ser el agradecimiento para con Dios Nuestro Señor. La palabra
“¡gracias!” debería encontrar siempre un eco unánime en cada uno de nosotros. El
agradecimiento nace de una fe sencilla, de una actitud de alabanza al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo que nos da pruebas constantes y cotidianas de su
inmenso amor.
En el Evangelio Jesús dice: “Bendito seas, Padre, (...) porque has revelado los
secretos del Reino a la gente sencilla”. Sí, Dios manifiesta su sabiduría y
revela sus planes de salvación a la gente sencilla. ¡Cuántas veces el Señor
elige caminos aparentemente ineficaces para realizar sus designios
providenciales de salvación! Ante ello digamos siempre: “¡Bendito seas, Padre!
Ayúdanos a buscar únicamente tu sabia voluntad”.
Junto con el agradecimiento, el Evangelio de hoy
nos habla de la dicha que brota del corazón que ama a Dios. En efecto, seremos
dichosos si nos abrimos a las enseñanzas del Evangelio. Seremos dichosos si nos
dejamos guiar por el espíritu de humildad, de gratitud y de fidelidad al Señor.
Esforcémonos hoy por vivir con estas actitudes que
nos enseña el Señor en la página evangélica.
Reflexión apostólica
Que el Señor abra nuestros ojos para ver sus beneficios y
nos ayude a agradecer todo lo que permite en nuestra vida, para amarle a través
de todo.
Propósito
Cultivar hoy un espíritu de gratitud constante a Dios por
todo lo que permita en mi vida, seguro de que busca lo mejor para mí. También
seré agradecido con los demás.