XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
San Mateo 14, 13-21: Busquemos estar con CristoAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan
el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al
saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús
desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los
enfermos.
Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: “Estamos en
despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los
caseríos y compren algo de comer”.
Pero Jesús les replicó: “No hace falta que vayan. Denle ustedes de comer”. Ellos
le contestaron; “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”. El les
dijo: “Tráiganmelos”.
Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomo los cinco panes y los
dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se
los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron
hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos.
Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los
niños.
Meditación
El pasaje de la multiplicación de los panes nos da la
oportunidad de suscitar en nosotros el asombro por la Eucaristía. Nos
encontramos ante el misterio de nuestra fe, un misterio grande, un misterio de
misericordia, pues en la Eucaristía, Jesús hace presente el sacrificio de la
Cruz, su pasión y su muerte, nos muestra su amor que llega hasta el extremo, su
amor que no conoce medida, ¿qué más podía hacer Jesús por nosotros?
La multiplicación de los panes es una prefiguración de la Eucaristía, en ella
Cristo se nos ofrece como alimento espiritual. ¿Y qué más grande puede
ofrecernos el Señor, si no es Él mismo? Por eso, hemos de acercarnos con
frecuencia a este sacramento, y con el alma limpia. Quien se alimenta de Cristo
en la Eucaristía no tiene que esperar más para gozar del cielo, lo posee ya de
modo adelantado.
Además de la participación fervorosa en la Santa Misa, existen otros medios por
los cuales nos podemos acercar a Nuestro Señor, por ejemplo, por medio de las
comuniones espirituales, y de la adoración del Santísimo Sacramento. Busquemos
estar con Cristo, y reclinados espiritualmente sobre su pecho como el discípulo
Juan, hagamos la experiencia de su amor infinito.
El que reconoce el tesoro de la Eucaristía sentirá una renovada necesidad de
estar largos ratos en conversación con Cristo. En esos momentos de adoración es
donde se aprende a amar como Cristo, se comprende su deseo de salvar a los
hombres, su anhelo de vernos a todos en la casa del Padre.
Concluyamos nuestra oración con una reflexión sobre la caridad evangélica.
Cristo Eucarístico se nos ofrece a todos, así nos enseña que debemos amarnos
unos a otros como Él nos ha amado, que debemos vivir la virtud de la caridad en
pensamientos, palabras y acciones.
Reflexión apostólica
No deben faltar en nuestros días momentos dedicados a elevar
el corazón a Dios. Visitemos a Jesús en la Eucaristía siempre que podamos, Él
desde ahí nos ve, nos oye y nos espera.
Propósito
Buscaré algún momento del día para detenerme frente a una
Iglesia o capilla para visitar a Jesús en la Eucaristía.