XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
San Mateo 16, 13-20: El amor a la iglesiaAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 16, 13-20: El amor a la iglesia
En aquel tiempo, Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo
esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros,
que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó: “¡dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha
revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti
que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del
infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los
cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Meditación
El pasaje evangélico nos da algunas pautas para meditar y reflexionar sobre el
amor a la Iglesia.
Hemos de creer y amar a la Iglesia porque tenemos la certeza de que ha sido
fundada por Cristo y porque Cristo la instituyó derramando por ella toda su
sangre. La Iglesia vale la cruz de Cristo. La Iglesia es el instrumento por el
cual los frutos de la redención llegan a todos los hombres mediante los
sacramentos. La Iglesia es el medio por el cual Dios continúa su historia de
amor con cada uno de nosotros. Qué seguridad nos da el saber que nuestra fe
católica se fundamenta sobre la roca firme de la palabra de Cristo, que la
Iglesia no es principalmente obra de los hombres sino de Dios. El Señor es quien
guía la barca de Pedro. Quien permanece en la Iglesia no se equivocará, como no
se han equivocado los santos que supieron fiarse plenamente de Dios.
Como católicos, no podemos decir: “Cristo sí, Iglesia no". Quien acepta la fe en
Cristo, acepta también la fe en la Iglesia. Además, nuestra fe ha de ir unida a
la práctica. Hemos de amar con nuestras obras. Si realmente queremos a nuestra
familia que es la Iglesia, viviremos aquello que nos pide o nos enseña.
Una manera de amar y de entregarnos por la Iglesia, a ejemplo de Cristo, es la
adhesión al Papa, por ser él el vicario de Jesucristo en la tierra. Esta actitud
no se basa en la simpatía ni en las cualidades humanas, tampoco en la opinión
que los medios de comunicación nos presenten, sino en la fe y en el amor a
Nuestro Señor.
La primera expresión de amor al Papa es rezar por él. ¡El Papa necesita de la
oración de cada uno de nosotros! El amor al Papa implica también mantenerse al
día de sus actividades y discursos, dando a todas sus enseñanzas nuestra
adhesión y asentimiento.
Señor, ayúdame a valor tu gran amor a la Iglesia para que pueda entregarme como
Tú a su servicio. Hazme amar a tu vicario el Papa y ser capaz de seguir sus
enseñanzas con la misma fidelidad con la que te quiero seguir a ti.
Reflexión apostólica
La misma actitud de fe que manifestamos al Papa, la hemos de tener con los
Obispos, y con nuestros sacerdotes y párrocos. Qué diferente sería si los
cristianos viviéramos muy cerca de los obispos y de los sacerdotes; si les
brindáramos nuestro apoyo, oraciones, ayuda de palabra y de obra.
El cristiano ha de caracterizarse por el sentido eclesial, por el amor real y
ardiente a la Iglesia. La más auténtica manifestación de este amor es
comprometernos para "hacer siempre el bien, sin mirar a quién".
Propósito
Comprometerme hoy a trabajar más intensamente por Cristo y por su Iglesia en
algún apostolado concreto.