San Lucas 9,1-6:
Sacudiendo el polvo de mis pies

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Lucas 9,1-6

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. Y les dijo: "No lleven nada para el camino: ni bastón, ni morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa donde se alojen, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en algún pueblo no los reciben, salgan de ahí y sacúdanse el polvo de los pies en señal de acusación". Ellos se pusieron en camino y fueron de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio y curando en todas partes.

Meditación

Jesús convoca a los Doce y los envía a proclamar el Reino de Dios en un contexto de desprendimiento y de pobreza, pero también de firmeza. Me llama la atención, Señor, tu recomendación de sacudir el polvo de los pies ante el rechazo de algunos, y la interpreto como un llamado a la firmeza y a la congruencia, pues sucede que por respeto humano muchas veces callamos, cuando lo que necesitas de nosotros es quizás hasta una protesta abierta y franca. Se me vienen a la cabeza todos esos asuntos que la sociedad actual considera "pendientes" de resolver, y ante las cuales, estoy seguro, espera el Señor una reacción de nuestra parte que sacuda conciencias, como la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, el amor libre, y todo lo que por hedonismo se pretende justificar con leyes que contravienen hasta el nivel más elemental de la ley moral impresa en la conciencia de todo hombre. El miedo al rechazo no ha de limitar ni interferir nuestra labor apostólica. No se trata de buscar ser aceptado sino de hacer a los demás partícipes de la Buena Nueva; pero siempre nos encontraremos con la libertad del otro, que acepta o no las propuestas. Cuando esto último sucede no me he de retirar ni avergonzado ni cabizbajo, sino con toda serenidad salir de allí "sacudiendo el polvo de mis pies", y en eso, me dice el Señor, ha de estribar mi protesta. Y al hacerlo, entiendo, Jesús, que dejo atrás todo aquello que me puede causar sinsabor y resentimiento. Cualquier enojo, frustración o desaliento se convierten en polvo que se deja, y otra vez se está listo, ligero y entusiasta para llevar a otros la Buena Nueva.

Reflexión apostólica:

¡Ayudemos a sacudir el polvo de las conciencias laxas!

Propósito:

Seré sincero y firme en mis relaciones con los demás y conmigo mismo.