San Lucas 21,5-11:
No quedará piedra sobre piedraAutor: Regnum Christi
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Evangelio: San Lucas 21,5-11
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la
construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que la adornaban,
Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que
están admirando: todo será destruido”. Entonces le preguntaron: “Maestro,
¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de
suceder?”. Él les respondió: “Cuídense que nadie los engañe, porque muchos
vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’.
Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no
los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el
fin”. Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra
otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y
aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles”.
Meditación
“No quedará piedra sobre piedra”. Así es la vida del hombre que
construye su vida sobre la arena, es decir si pone las propias esperanzas y
certezas en cosas inestables que se acaban con el paso del tiempo. Tales arenas
movedizas son el dinero, el éxito, incluso la propia salud, etc. En cambio el
que quiere construir sobre roca ha de fundar su vida sobre lo que no pasa, es
decir en Dios. Como decía Jesús en otro pasaje evangélico: "Los cielos y la
tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". Dios es nuestra roca. Su palabra
es nuestra seguridad. Dios también ha fundado su Iglesia sobre roca. Esa roca es
Pedro, es el Papa. Fundar la propia vida sobre la roca significa por lo tanto
vivir en comunión con la Iglesia. ¡Qué consuelo y qué seguridad tan grandes nos
da el saber que nuestra fe católica se fundamenta sobre la roca firme de la
palabra de Cristo, que la Iglesia no es principalmente obra de los hombres y que
"las puertas de la muerte no prevalecerán contra ella". Cada uno de nosotros
hemos de ser piedras vivas en la edificación de la Iglesia. Por nuestro bautismo
hemos sido adheridos a la piedra angular que es Cristo y comenzamos a ser de
verdad hijos de Dios. Somos importantes para el amor infinito de Dios que nos ha
llamado y nos ha adherido a su hijo Jesucristo y a su Iglesia. A nosotros nos
toca ser instrumentos de Dios, ser rocas y permanecer firmes en la fidelidad a
Cristo. De este modo podremos sostener a muchas otras personas que buscan a
Dios.
Reflexión apostólica:
Cada uno forma parte de esta gran familia que es la Iglesia. No seamos
puros espectadores. Edifiquemos la Iglesia con nuestra santidad. Colaboremos con
la Iglesia en el establecimiento y la realización del Reino de Cristo en el
mundo. Vivamos bajo este lema: «Decir poco y hacer mucho», dando lugar a
realizaciones efectivas.
Propósito:
Hoy dedicaré un momento a rezar por la unidad de la Iglesia y de todos los
cristianos.