San Marcos 2,13-17:
Llamando a los pecadores

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Marcos 2,13-17:

En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?”. Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Oración introductoria:

Padre Santo, te doy gracias por el amor que me has tenido en Cristo. Tú conoces mi miseria y sabes cuánto necesito de tu gracia para seguirte. Concédeme tu gracia en la medida de mis necesidades.

Petición:

Señor, dame la gracia de la conversión que abarque todo mi ser, de tal manera que me entregue de por vida a tu amor y seguimiento siendo fiel a mi vocación en el Regnum Christi.

Meditación:

Mateo estaba sentado en el banco de los impuestos. Es decir, se encontraba inmerso en sus afanes cotidianos, en aquello que él consideraba “su vida”, estaba enfrascado en unos bienes que le daban cierta seguridad, no le interesaba la situación de los de su pueblo, lo importante era cobrarles los impuestos y sacar provecho para sí. En esas circunstancias Jesús le llama. El cambio de vida de Mateo exigió coraje y humildad. Se dio cuenta de que en su vida había pecado, que necesitaba un Salvador, que debía abrirse a su gracia. ¿Y nosotros? ¿No tenemos mucho de “Mateos”? ¿No nos atraen los bienes de este mundo y nos llegan incluso a distraer de las cosas de Dios y de la caridad para con los demás? Es tiempo de escuchar el “sígueme” de Jesucristo. Es tiempo de hacer la opción por Él. Su amor espera ser correspondido. Su salvación aguarda nuestra cooperación humana. Jesús nos llama a ser sus apóstoles, a trabajar por su Iglesia y por los demás. ¿Qué le vamos a responder? No nos excusemos pensando que no tenemos tiempo, porque ser apóstoles es una actitud vital que debe aflorar en todo momento, en cada lugar y circunstancia. ¡Aquí estoy, Señor, envíame!

Reflexión apostólica:

Ser apóstol del Señor no es sólo realizar la propia misión de manera responsable y eficaz, es también corresponsabilizar a los demás promoviendo su celo apostólico y propiciando su participación efectiva en la tarea de extender el Reino de Cristo.

Propósito:

Decidirme a seguir a Jesucristo siendo coherente con mi vida cristiana.

Diálogo con Cristo:

Jesús, sé que cuando un corazón te posee, entonces te comunica, te da a los demás, porque sus palabras, sus gestos, su testimonio se hacen instrumento tuyo. Dame la gracia de imitarte para tener la fuerza apostólica para transmitirte.