San Marcos 3,31-35:
La voluntad de Dios es primeroAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio: San Marcos 3,31-35:
En aquel tiempo, llegaron a donde estaba Jesús, su madre y sus
parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a Él estaba sentada
una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que
te buscan”. Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”.
Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Estos son mi
madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre”.
Oración introductoria:
Señor vengo ante ti en este nuevo día a consagrarte todos mis
pensamientos, palabras y obras. Concédeme vivir con la ilusión de cumplir hoy en
todo tu voluntad. Aumenta Jesús mi fe, mi esperanza y mi caridad.
Petición:
Padre mío ayúdame a renovar minuto a minuto mi opción por ti.
Meditación:
¡Qué grande es el amor de Dios que nos considera como a sus hermanos,
como a su madre! Sólo nos pide que le amemos por encima de todo. Que pongamos su
voluntad en primer lugar. Sí, la voluntad de Dios debe ser nuestra norma
suprema, por encima del ambiente, de las costumbres del mundo, de nuestros
caprichos… Abrazar aquello que nos ayuda a cumplir la voluntad de Dios y
rechazar lo que nos estorba para seguir esa voluntad. Ese es el camino de la
santidad. Qué duda cabe que la fidelidad a los mandamientos de Dios y de la
Iglesia en el campo de la moral nos cuesta. Se necesita generosidad para cuidar
la castidad, para abrirse al número de hijos que Dios dé, para ser justos con
los demás, para ser coherente con las propias convicciones en contra del sentir
de la mayoría para no traicionar a Cristo, para hablar bien siempre de los
demás, para hacer el bien sin esperar nada a cambio… Señor, dame la gracia de
convencerme de que no hay vida más fecunda y hermosa que la que se gasta
cumpliendo con tu voluntad santísima.
Reflexión apostólica:
El verdadero apóstol se mueve en todo dirigido por la voluntad de Dios.
Esa actitud de sumisión, de apertura, de docilidad, de dependencia, de alegría,
de fidelidad fundada en la fe, será lo que hará fecundo nuestro apostolado.
Propósito:
Cumplir la voluntad de Dios en aquello que más me cueste.
Diálogo con Cristo:
Señor, no dejes que me olvide que el verdadero amor busca siempre la
mayor unión y que mi unión contigo se manifiesta y crece en la medida que cumpla
tu voluntad. Ayúdame a conocer y hacer tu voluntad aunque sea costosa siempre y
por amor. ¡Señor, lo que tú quieras y como tú lo quieras, Jesús!