San Marcos 8,22-26:
Veía todo con claridadAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio: San Marcos 8,22-26:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida y en
seguida le llevaron a Jesús un ciego y le pedían que lo tocara. Tomándolo de la
mano, Jesús lo sacó del pueblo, le puso saliva en los ojos, le impuso las manos
y le preguntó: "¿Ves algo?". El ciego, empezando a ver, le dijo: "Veo a la
gente, como si fueran árboles que caminan". Jesús le volvió a imponer las manos
en los ojos y el hombre comenzó a ver perfectamente bien: estaba curado y veía
todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Vete a tu casa, y si
pasas por el pueblo, no se lo digas a nadie".
Oración introductoria:
Señor, ayúdame a orar con confianza porque tú quieres darme lo que te
pido, porque tú quieres que te pida, porque para ti es un gozo y una alegría
poder ofrecerme toda tu gracia. (cf. Carta del P. Álvaro Corcuera L.C.,
Acompañando a Cristo Rey en la oración).
Petición:
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.
Meditación:
Acerquémonos de rodillas a contemplar el corazón de Jesús. Un corazón
lleno de entrañas de misericordia; paciente y benigno para con todos. Un corazón
colmado de ternura, de amor y de perdón. Estamos ante el corazón que pasó
haciendo el bien a todos, ante Aquel que hizo que los ciegos adquiriesen la
vista y que los cojos caminasen, que los muertos resucitasen…, acerquémonos a
ese corazón y digámosle: "¡Haz que pueda ver!". Dile a Cristo: "Reconozco que
estoy necesitado de salvación. Haz que vea el pecado que me encadena, pero sobre
todo, Señor, haz que vea tu gran amor, tu inmensa misericordia. Abre mis ojos a
la luz de la fe, para que ella ilumine siempre el camino de mi vida". Así como
el ciego tuvo un contacto personal con Cristo, así nosotros tratemos de hacer la
experiencia del Señor. Dejemos que Él toque nuestra voluntad, que nos tome de la
mano, como lo hizo con el ciego, que Jesús nos saque del pueblo de nuestro
egoísmo, para convertirnos así en verdaderos discípulos suyos. Contemplemos la
docilidad del ciego. No se cuestionó por qué Jesús le puso saliva, o por qué el
Señor no lo curó de forma inmediata. Seamos como este hombre y aceptemos la
voluntad de Dios con sencillez.
Reflexión apostólica:
Nuestra misión cobra vida cuando cada uno da a conocer el amor a los
demás. Cuando vivimos la caridad, entonces se realiza la misión del Regnum
Christi.
Propósito:
Salir de esta oración más enamorado y fascinado por Cristo, de tal
manera que pueda testimoniar a los demás el gozo de seguirlo.
Diálogo con Cristo:
Jesucristo, dame la gracia de vivir cada día más enamorado de ti para
poder convertirme en auténtico testigo tuyo y de tu Evangelio