San Juan 6,35-40:
La voluntad de mi PadreAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio: San Juan 6,35-40:
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Yo soy el pan de la vida.
El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero
como ya les he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel que me da el Padre
viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del
cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y la
voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino
que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo
el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último
día”.
Oración introductoria:
Jesús, concédeme que esta oración sea fuente de certezas, de
convicciones, de actitudes y comportamientos concretos. Que tu gracia no caiga
en terreno infértil, sino que conforme mi mente, mi corazón, mi voluntad y mi
acción con tu querer santísimo. Quiero con mi oración no sólo darte gloria, sino
darte una respuesta generosa para cumplir tu voluntad.
Petición:
Señor, dame una fe y un amor a tu Eucaristía tales que me muevan a
entregarme con todo mi ser por tu Reino.
Meditación:
Nosotros los católicos nos arrodillamos ante el Santísimo Sacramento,
porque sabemos que en Él está presente el Dios verdadero. Nos inclinamos ante
ese Dios que se ha abajado antes hasta nosotros. ¿Con qué fervor hacemos
nuestras genuflexiones? ¿Nos ponemos de rodillas de manera rutinaria o con la
certeza de que nos encontramos frente a todo un Dios? Adorar a Cristo Eucaristía
quiere decir creer que está allí, en ese pedazo de pan. Que desde su presencia
sacramental da verdaderamente sentido a nuestra vida. Cuando adoramos el Cuerpo
de Cristo prolongamos nuestra celebración y comunión eucarística, y alimentamos
nuestra alma con su amor, con su paz. Si acudimos con fe a la Eucaristía, nunca
tendremos hambre o sed espirituales porque Cristo nos da la fuerza para caminar
por la vida. Así como sin pan o sin agua no es posible sobrevivir; así, sin la
compañía de Cristo, sin su Pan, no es posible afrontar la peregrinación por la
vida. ¿Nos alimentamos con constancia de este Cristo que no nos deja solos y
camina junto a nosotros? ¿La comunión nos ayuda a cumplir la voluntad de nuestro
Padre Dios?
Reflexión apostólica:
La misión requiere que cada uno se deje inflamar por el mismo ardor
misionero que movió a Cristo. Hacen falta cristianos que entiendan que la
esencia del cristianismo es el amor y que el alma del apostolado es comunicar
ese amor.
Propósito:
Hacer unos minutos de adoración eucarística pidiendo fuerzas para
cumplir con la voluntad de Dios.
Diálogo con Cristo:
Jesús: recibirte en la Eucaristía quiere decir conformarse contigo, con
tu corazón, con tus sentimientos, con tus obras. Quien comulga verdaderamente
debe parecerse cada vez más a ti. Quien te adora en la Eucaristía ha de buscar
salir de esos momentos de oración, con un corazón eucarístico, es decir, capaz
de entregarse a los demás. Ayúdame a hacer vida cristiana cada una de mis
comuniones.
«Todos tienen la plena posibilidad de llenar los planes de Dios sobre sus vidas»
(Cristo al centro, n. 2324).