San Juan 6,44-51:
Yo soy el pan vivo

Autor: Regnum Christi

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Evangelio: San Juan 6,44-51:

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquél que procede de Dios. Ése sí ha visto al Padre. Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.

Oración introductoria:

Señor, te pido en esta oración una fe que me haga ver mucho más allá de la oscuridad, de las preocupaciones, de las tristezas, que me haga caminar siempre hacia delante, en cualquier circunstancia, iluminando todos los acontecimientos de mi vida con la luz de Dios y me ayude a ser fiel y perseverante hasta la muerte.

Petición:

Señor, ayúdame a amarte más, a quererte más, a buscar solamente lo que a ti te agrade.

Meditación:

Cristo, el Verbo hecho carne es el alimento de la auténtica vida, de la vida eterna. Él, que es la Vida, ha bajado del cielo, convirtiéndose así en el verdadero maná, en el pan que se nos ofrece. En la medida en que crezca en nosotros la convicción de que nuestra vida sólo alcanza su plenitud en Dios, que en Él y sólo en Él, se encuentra la verdadera Vida, crecerá también nuestro aprecio por la Eucaristía. En el Evangelio, Jesús nos enseña que la vida tiene un cometido principal: alcanzar la vida eterna. En este peregrinar hacia Dios, Jesús se hace nuestro compañero de viaje desde la Eucaristía. ¡Qué alegría saber que no estamos solos en la lucha por la santificación y perfección cristiana! Cristo está a nuestro lado, su gracia nos acompaña, su Eucaristía nos robustece, su amor no nos olvida. Apretemos su mano. Pase lo que pase, no nos alejemos de su presencia Eucarística. Recibámosle con frecuencia, así Él nos irá llevando por la senda que conduce al cielo.

Reflexión apostólica:

Jesús nos promete la vida eterna, ¿trabajamos y vivimos de veras por esta vida? ¿O estamos muy enfrascados en otras cosas, que no sólo nos distraen sino que nos alejan de ella? Nuestra condición de cristianos nos exige anunciar a Jesucristo, para que sea conocido, amado y seguido por todos. Por eso, el miembro del Regnum Christi concibe su vida y su paso por la tierra como una misión.

Propósito:

Comulgar con fervor y ser portador de Cristo a los demás.

Diálogo con Cristo:

Señor, en esta oración Tú me preguntas qué hago para labrar mi vida eterna, en medio de las ocupaciones cotidianas y a través de la necesaria lucha por construir mi existencia terrena. Ilumíname para poder invertir este brevísimo lapso de vida que tengo en lo que verdaderamente pesa de cara a la eternidad.

«Mira siempre al cielo y trata de empujar todo hacia arriba» (Cristo al centro, n. 2056).