San Mateo 16,24-28:
La cruz es fuente de bendiciónAutor: Regnum Christi
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Evangelio:
Evangelio: San Mateo 16,24-28:La cruz es fuente de
bendición
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir
conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera
salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará.
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá
dar uno a cambio para recobrarla? Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado
de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno
lo que merecen sus obras.
Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto
primero llegar al Hijo del hombre como rey”.
Oración introductoria:
Señor, comienzo esta oración haciendo primero la señal de la cruz,
puesto que en ella está la síntesis de nuestra fe. En este gesto se encierra
todo tu Evangelio: tú me has amado tanto que te has entregado a ti mismo por
nosotros en la cruz.
Petición:
Jesús, convénceme de que no existe verdadero amor sin sufrimiento.
Meditación:
Jesús no duda en presentarnos la fuerza transformadora de la cruz. La
cruz es la fuente de todas las bendiciones, porque en ella murió Cristo para
redimirnos, así la cruz es la fuente de todas las gracias. Cuando tomamos
nuestra cruz nos encontramos con Aquel que murió por nosotros y que nos ama de
modo único y personal. El encuentro con la cruz nos recuerda que Dios quiso
hacerse hombre y sufrir por nosotros y con nosotros. En ello se revela el
sentido último de toda la existencia humana y de toda nuestra historia. La cruz
es el signo del amor de Dios y de la misericordia que nos salva. Éste es el
estilo de amor que Cristo espera de nosotros, un amor valiente, un amor
decidido, un amor desprendido, un amor marcado también por el signo de la cruz.
Ante Cristo colgado de la cruz, pidámosle al Señor que nos contagie de su
misericordia, que nosotros seamos hombres y mujeres, misericordiosos, capaces de
ofrecer un amor oblativo, que seamos personas que abran sus brazos para ayudar a
los demás.
Reflexión apostólica:
Para vivir el cristocentrismo hace falta también abrazarse, por amor al
Señor a la cruz y al sacrificio de sí mismos, para que la vida de Cristo se
manifieste en la propia vida.
Propósito:
Aceptar con paciencia las cruces que Dios permita en mi vida.
Diálogo con Cristo:
Jesús, dame la gracia de comprender la belleza y la verdad de tu amor
revelado precisamente en la cruz. Un amor que se experimenta entregando la
propia vida a los demás como Tú lo hiciste.
«Cristo es nuestro hermano y amigo, el mejor amigo, que se hizo hombre y murió
en la cruz sólo por amor» (Cristo al centro, n. 535).