XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6,55.60-69:
Conocer al Señor

Autor: Regnum Christi

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Evangelio:

Evangelio: San Juan 6,55.60-69: 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”. Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”. Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.

Oración introductoria:

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo de la oración, dispón nuestro espíritu para rezar con fe, ayúdanos a orar en la esperanza que no defrauda y en la caridad que no espera recompensa.

Petición:

Señor, Tú nos entregas hoy tu vida, Tú mismo te nos das. Llénanos de tu amor.

Meditación:

Cuánta compasión debe sentir Cristo cuando ve a tanta gente sumida en la desorientación. ¿A dónde vamos cuando no vamos a Cristo? ¿Qué es lo que llena la mayor parte de nuestro tiempo? ¿Es la oración algo primordial en nuestras vidas? El apóstol Pedro expresó en palabras sencillas que los cristianos no tenemos a dónde ir si no es a Cristo. La oración es el medio para conocer al Señor, su forma de ser, de pensar, de actuar. La oración es poner delante de Él toda nuestra vida, nuestros logros y nuestros fracasos, nuestras fatigas y nuestras alegrías, es presentarse al Señor tal como somos. Pero para no convertir la oración en un simple miramiento personal o en una autocontemplación, es necesario aprender a orar con la Iglesia. La participación en la misa es la oración por excelencia. Una forma de vivirla con profundidad es hacer propias las palabras que nos presenta la Iglesia con todo nuestro ser. Si nos unimos interiormente a lo que se dice en la celebración eucarística, nuestra relación con Cristo será más personal.

Reflexión apostólica:

Una forma de cooperar activamente en la vida de la Iglesia es participar en las celebraciones, especialmente en la misa dominical en la propia parroquia, además, de apoyar generosamente a los párrocos en sus proyectos y necesidades. Pongamos todo nuestro empeño en la iniciativa apostólica al servicio de la Iglesia local.

Propósito:

Cuando vaya hoy a la misa pronunciaré con atención las palabras que decimos en la celebración y participaré en los cantos.

Diálogo con Cristo:

Señor, tengo necesidad de ti, de tu gracia, de tu amor, de tu amistad, de tu protección y de tu perdón. No permitas que me separe de ti. Dame tu ayuda para vivir unido a ti en todo momento para agradarte en todo.

«El hombre está llamado a amar y a dialogar con Dios y a vivir para Él» (Cristo al centro, n. 1308).