XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 7,31-37:
Escuchar la voz de Jesús

Autor: Regnum Christi

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Evangelio:

Evangelio: San Marcos 7,31-37: Escuchar la voz de Jesús

En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Ábrete!”). Al momento se abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuando más se los mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

Oración introductoria:

Señor, así como apartaste al hombre del Evangelio a un lado de la gente, te pido hoy que me separes de todo el mundo de las distracciones, apártame de todo lo que no seas Tú y tu Reino. Toca mi alma con tus manos, mete tus dedos en los oídos de mi corazón para que me abra a tu gracia y a todo lo que me quieres decir en esta oración.

Petición:

Señor, ayúdame a escuchar tu Palabra, a guardarla siempre en mi corazón y a ponerla en práctica.

Meditación:

Dios siempre nos habla. Realmente hay que padecer una sordera muy grande para no atender en lo profundo de la conciencia sus invitaciones que nos dan la clave para amarle. La amistad del Señor exige una atención constante, un saber oír y un actuar fielmente, cueste lo que cueste, según le agrade. Esforcémonos por mirar mucho a Jesús, por escuchar sus deseos de amor, sus latidos de amor. Que nuestra vida se resuma en centrarnos sólo en Cristo, busquemos llevarlo en el corazón, en los labios, en los ojos, en las manos, en los oídos. El hombre curado, partió anunciando a todos la Buena Nueva, de igual forma, cada día propongámonos partir de nuevo desde Cristo. Vivamos atentos a lo que el Señor nos quiere decir, para hacer lo mismo que hizo el enfermo que recibió el milagro: anunciar con pasión el Reino de Dios, hablar a todos de Jesús. Custodiemos nuestro corazón para ser siempre contemplativos, sólo así podremos ser también testigos de Cristo. Si somos capaces de escuchar, estaremos en condiciones de predicar.

Reflexión apostólica:

Nuestro apostolado como miembros del Regnum Christi se resume en conducir a las personas al encuentro con Cristo. El apostolado es invitar a los demás a tener una experiencia espiritual de conocimiento y amor a Jesús. Nos hemos de preparar también para ser maestros de la fe para transmitir el Evangelio a todos los hombres que el Señor ponga en nuestro camino.

Propósito:

Estaré atento a las inspiraciones del Espíritu Santo y le responderé con docilidad.

Diálogo con Cristo:

Jesús, ayúdame a comprender que nada tiene comparación en esta vida con el poder acercar a alguien a ti. Concédeme tu gracia para ser un buen instrumento en tus manos. Que me entregue a la misión con el mismo amor y pasión con que Tú lo hacías.

«Nuestra misión es vivir la vida de Cristo y colaborar eficazmente para que esa vida vuelva a las almas» (Cristo al centro, n. 1602).