San Lucas 7,31-35:
Lo más importante es la fidelidadAutor: Regnum Christi
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Evangelio:
Evangelio: San Lucas 7,31-35:
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¿Con quién compararé a los hombres de
esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a
jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros: ´Tocamos la flauta y no han
bailado, cantamos canciones tristes y no han llorado’. Porque vino Juan el
Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron: ‘Ese está
endemoniado’. Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Este hombre
es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores’. Pero sólo aquellos
que tienen la sabiduría de Dios, son quienes lo reconocen”.
Oración introductoria:
Señor, quédate con nosotros. Nunca te vayas de nuestros corazones,
porque sin ti nuestra vida es oscura y llena de confusión. Contigo todo es luz y
nuestro corazón descansa en paz. Cuando te amamos, Jesús, nos damos cuenta lo
mucho que nos amas. Gracias, Señor Jesús, por ser tan bueno. Gracias por
habernos creado y redimido por amor.
Petición:
Señor, ayúdame a tener un encuentro personal decisivo contigo que
cambie toda mi vida.
Meditación:
Juan el Bautista fue juzgado de modo erróneo por la gente. Pero él
nunca se desanimó ante la dificultad o la oposición y no dejó de creer en Jesús.
Su vida nos da ejemplo de innumerables virtudes. Nos enseña que lo más
importante en nuestra existencia terrena es la fidelidad al Señor, aunque eso
ponga en peligro nuestra misma fama entre las personas. Juan fue siempre
coherente con el mensaje de Jesús en pensamientos, palabras y obras. De esta
forma nos da fuerzas para luchar contra toda forma de doblez en nuestra vida,
comenzando por las cosas pequeñas. El Bautista señaló con su vida austera y
radical cómo seguir a Cristo. Imitemos hoy su firme determinación de seguir a
Jesús. Ejercitémonos en la virtud de la fortaleza, pues nos es necesaria para
perseverar en la fe. Pidamos al Espíritu Santo que el Señor deje de ser un ideal
y se convierta en una experiencia que transforme toda nuestra vida. El mundo
necesita cristianos que sean testigos de Cristo. Si seguimos a Cristo con
autenticidad arrastraremos a muchos hacia Él.
Reflexión apostólica:
Sólo seremos auténticos cristianos si vivimos no como quien hace un
apostolado por un par de horas semanales, sino como quien se identifica
plenamente con la obra que realizamos las 24 horas del día. ¡Seamos apóstoles
siempre!
Propósito:
Seré dócil y fiel a mi conciencia para ser coherente con mi fe
cristiana.
Diálogo con Cristo:
Señor, danos la valentía de tu fe, para que cuando nos vean a nosotros,
no se queden con nosotros, sino contigo, a ejemplo de san Juan Bautista, que
encontró la plenitud de su vocación en que Tú crecieras, buscando él mismo
disminuir.
«No podemos vivir el cristianismo rutinariamente; se requiere la
autenticidad en el testimonio de nuestra propia vida» (Cristo al centro, n.
180).