San Lucas 9,7-9:
Un rostro para contemplarAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio:
Evangelio: San Lucas 9,7-9:
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que
Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había
resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la
vida uno de los antiguos profetas. Pero Herodes decía: “A Juan yo lo mandé
decapitar. ¿Quién será, pues, este del que oigo semejantes cosas?”. Y tenía
curiosidad de ver a Jesús.
Oración introductoria:
Señor Jesucristo, enciende en mi corazón
el amor al Padre y la alegría de ser cristiano. Ven a mi encuentro. Guía mi
oración, para conocerte, seguirte y amarte más. Dame siempre el fuego de tu
Santo Espíritu, que ilumine mi mente y despierte en mí el deseo de contemplarte.
Petición:
Jesús, ayúdame a orar con atención, con
profundidad para que día con día vaya creciendo en el amor a Dios y los demás.
Meditación:
Herodes estaba impresionado por las cosas
que se decían de Jesús. Se admiraba de ello. Nos dice el Evangelio que hasta
tenía curiosidad de ver al Señor. En esta frase descubrimos la sed que
experimenta el ser humano de ver y de conocer a Cristo. Que nuestra vida se
resuma en ver al Señor, en conocerlo cada vez más, en ser capaces de acercarnos
a Él en el Evangelio, no solamente en los momentos de los milagros, sino también
en su Pasión. Cuánto se aprende de la contemplación de su rostro desfigurado a
causa de nuestros pecados y de la ingratitud de los hombres. La vida de oración
es eso: mantener fija la mirada del corazón en el rostro de Cristo. Pero a
Cristo hay que mirarle con los ojos de la fe. No basta la simple perplejidad. A
Herodes le faltó encontrarse con el Cristo de la fe. Creer en Jesús es
reorganizar la propia vida en torno a la caridad. Creer es dejarse penetrar por
la verdad del Evangelio en pensamientos, sentimientos y decisiones.
Reflexión apostólica :
Lo primero que debemos de buscar como
miembros del Regnum Christi es vivir centrados en Cristo, eso es lo esencial de
nuestra vida. Hacen falta corazones bien arraigados en Cristo nuestro Señor.
Seamos hombres y mujeres que se preocupen más por la salvación y el bien de sus
hermanos, que por el bien propio.
Propósito:
Hablar con Cristo durante el día y
tenerlo como compañero de jornada.
Diálogo con Cristo:
Señor, cuántos momentos de oración me has
concedido ya, cuántas gracias de tu infinito amor, sin embargo, cuánto me falta
todavía corresponderte e imitarte. Gracias por tu paciencia. Te pido tu gracia
para hoy corresponderte más y vivir de forma más radical la caridad.
«La caridad de Cristo, que arde en nuestros corazones, cambiará hoy el
mundo» (Cristo al centro, n. 1613).