San Marcos 2,18-22:
Odres nuevos para nuestro corazónAutor: Regnum Christi
Fuente: Regnum Christi Para suscribirse
Evangelio: San Marcos 2,18-22:
En una ocasión en que los discípulos de Juan el Bautista y los
fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Por
qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos
no?”. Jesús les contestó: “¿Cómo van a ayunar los invitados a una boda, mientras
el novio está con ellos? Mientras está con ellos el novio, no pueden ayunar.
Pero llegará el día en que el novio les será quitado y entonces sí ayunarán.
Nadie le pone un parche de tela nueva a un vestido viejo, porque el remiendo
encoge y rompe la tela vieja y se hace peor la rotura. Nadie echa vino nuevo en
odres viejos, porque el vino rompe los odres, se perdería el vino y se echarían
a perder los odres. A vino nuevo, odres nuevos”.
Oración introductoria:
Jesús, ayúdame a desprenderme de aquel espíritu deteriorado y débil con
el que a veces vivo mi fe, porque Tú me llamas a más, a estar en acto de entrega
y en pie de lucha.
Petición:
Señor, dame la gracia de vivir de otra manera, de vivir al estilo de
los santos, porque cuento con tu gracia para ello.
Meditación:
El evangelista nos transmite esta metáfora de los odres. Los odres
viejos se refieren a la rutina con la que podemos vivir nuestra fe, la tibieza
en el modo como recibimos los sacramentos, la falta de correspondencia a las
luces del Espíritu Santo, la pasividad en la práctica de la caridad, la falta de
esfuerzo en la formación cristiana, etc. La vida nueva que Dios nos ofrece
requiere unos odres nuevos en nuestro corazón. Es decir, necesitamos la voluntad
generosa para responder a las luces de la oración, el trabajo entusiasta a favor
de las necesidades de la Iglesia, el servicio desinteresado a los demás, etc.
Preguntémonos cuáles son nuestros odres viejos, qué es lo que podríamos cambiar
para recibir el vino nuevo que el Señor nos ofrece. Necesitamos purificar
constantemente nuestro corazón de todo aquello que nos impida estar a la altura
del amor de Dios. Vivamos en actitud constante de lucha, superación y entrega en
nuestra vida cristiana. Entonces experimentaremos lo hermoso y comprometedor de
la fe, más allá de nosotros mismos.
Reflexión apostólica:
El Señor nos llama a ser hombres y mujeres nuevos, a vivir con espíritu
renovado, con un amor activo y con fervor. Analicemos la vivencia de nuestra
vocación al Regnum Christi para comprometernos cada día más por amor a Dios.
Propósito:
Comprometerme con un apostolado semanal en mi parroquia.
Diálogo con Cristo:
Señor, dame unos odres nuevos para mi corazón. Quiero vivir mi
pertenencia al Regnum Christi con renovado fervor y entusiasmo. Concédeme salir
de esta oración decidido a ser más fiel en mis compromisos espirituales, en la
formación y en el apostolado.
«Deja que el Movimiento pase de tu mente a tu corazón, para que te queme, para
que te empuje, para que te haga sentir la urgencia de dar a conocer a Cristo y
de extender su Reino entre los hombres» (Cristo al centro, n. 2190).