San Lucas 11,29-32:
Confesar la fe con las obrasAutor: Regnum Christi
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Evangelio: San Lucas 11,29-32:
Confesar la fe con las obras
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste
comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una
señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una
señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la
gente de este tiempo. Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina
del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde
los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí
hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los
hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos
se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.
Oración introductoria:
Jesús, quiero comenzar agradeciéndote el
don de mi familia, por mi esposa(o), hijos, padres. Gracias por el don de la
vida, por el don de la fe católica. Gracias por los dones particulares que me
has querido regalar: la salud, los talentos, los éxitos en el trabajo y en los
estudios, gracias por mis formadores en el Movimiento. Todo esto lo he recibido
de ti. Gracias también por las pruebas, los dolores, los contratiempos.
Petición:
Señor, no permitas nunca que dude de ti, ayúdame a crecer cada día en
la fe, en la esperanza y a mostrar estas virtudes con las obras.
Meditación:
Las gentes se apiñaban alrededor de Jesús, habían oído de los milagros
que había hecho en otros lugares, le escuchaban hablar con una autoridad
distinta a la de los fariseos y los escribas, sin embargo, dudaban de Él y
querían verle hacer alguna señal. Su cerrazón le impidió al Señor realizar algún
prodigio. Esto nos hace ver que Dios respeta siempre nuestra libertad y que Él
no puede actuar en nosotros si no se lo permitimos. La falta de fe y de caridad
esteriliza la gracia de Dios en nuestros corazones. Tal vez nosotros, en la
práctica, tenemos la misma actitud de aquellos hombres que se resistían a creer
en Jesús. Decimos que somos cristianos, pero en la vida diaria nos comportamos
como si no lo fuéramos. Afirmamos que seguimos a un Cristo humilde y somos
altaneros en nuestro trato con los demás. Leemos el Evangelio y se nos olvida
vivir la caridad universal. Rezamos ante Cristo pobre clavado en la cruz y nos
preocupamos por poseer más cosas. ¡Confesemos nuestra fe en Cristo con las obras!
Reflexión apostólica:
Sólo los cristianos auténticos pueden ofrecer un testimonio de Cristo y
de la verdad de la Iglesia. Busquemos ser en todo “otros Cristos”, dejémonos
penetrar por la caridad divina. Amemos a Dios en el prójimo, esa es la señal más
clara del cristiano y del apóstol.
Propósito:
Para poner en práctica mi fe, trataré hoy a los demás con la misma
caridad de Cristo.
Diálogo con Cristo:
Señor, ¡qué distinto sería el mundo si los cristianos viviéramos en
todo tu mensaje redentor! ¡Cuántas veces, diciéndome seguidor tuyo, no obro como
mi fe me lo pide! Ayúdanos a todos los miembros del Regnum Christi a ser
cristianos verdaderos, pues sólo los cristianos auténticos pueden cambiar el
mundo.
«La corona de la fidelidad es la constancia en la coherencia» (Cristo al centro,
n. 1064).