San Juan 21, 20-25:
Confiar en Jesús y seguirle, proclamar su Reino, es el camino de la felicidad: el Espíritu Santo viene a darnos esta alegría y abandono en el amor de DiosAutor: Padre Llucià Pou Sabaté
1ª: Hch 28, 16-20. 30-31:
16
Cuando
llegamos a Roma le fue permitido a Pablo vivir en casa particular con un soldado
que le custodiara.
17Tres días después convocó a los principales
judíos, y una vez reunidos les dijo: Hermanos, sin haber hecho nada contra el
pueblo ni contra las tradiciones de los padres fui apresado en Jerusalén y
entregado en manos de los romanos, 18que después de interrogarme querían ponerme
en libertad por no haber en mí ninguna causa de muerte. 19Pero ante la oposición
de los judíos, me vi obligado a apelar al César, no para acusar de nada a los de
mi nación. 20Por esta razón os he pedido veros y hablaros, pues llevo estas
cadenas por la esperanza de Israel.
30Pablo permaneció dos años completos en el lugar
que había alquilado y recibía a todos los que acudían a él. 31Predicaba el Reino
de Dios y enseñaba lo relativo al Señor Jesucristo con toda libertad y sin
ningún estorbo
Salmo responsorial: 10,5-7:
El Señor
examina al justo y al impío, / y aborrece al que ama la violencia. / Hará llover
ascuas y azufre sobre los impíos; / un viento abrasador será la porción de su
copa. / El Señor es justo / y ama la justicia; / los rectos verán su rostro.
Evangelio según Jn 21, 20-25:
Volviéndose Pedro vio que le seguía aquel discípulo que Jesús amaba, el que en
la cena se había recostado en su pecho y le había preguntado: Señor, ¿quién es
el que te entregará? Viéndole Pedro dijo a Jesús: Señor, ¿y éste qué? Jesús le
respondió: Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú
sígueme. Por eso surgió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no
moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si yo quiero que él
permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?
Este es el discípulo que da testimonio de estas
cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Hay, además,
otras muchas cosas que hizo Jesús, y que si se escribieran una por una, pienso
que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir.
Comentario:
1. Nos
encontramos delante del pasaje final del libro de los Hechos. En él se nos
informa, sucesivamente de la llegada de Pablo a Roma acompañado desde el Foro de
Apio y Tres Tabernas por los hermanos de la ciudad, que habían salido a su
encuentro; de la situación de arresto domiciliario en que queda (vv 15-16), y
del encuentro, alocución y reto final a los judíos (17-29). De pronto, el libro
se cierra bruscamente indicando que, a pesar de todo, durante dos años siguió
predicando Pablo el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesús
con toda libertad y sin estorbos.
-Cuando entramos en Roma, se le permitió a Pablo vivir en
una casa particular con un soldado que le custodiara... Permaneció dos años
enteros... en una casa que había alquilado. Mientras espera su juicio y su
muerte. En sólo dos años la huella de Pablo quedará en Roma, lo mismo que la de
Pedro que morirá allá también. Pablo se encuentra ahora en el centro. El centro
de un inmenso Imperio pagano. Hoy todavía son dignos de contemplar la
suntuosidad de las ruinas de los Foros y de los numerosos Templos. En esa
civilización brillante y decadente a la vez y que aparece a la luz del día,
segura de su fuerza... Pablo humildemente, obstinadamente, desde su casita
particular desconocida, propaga el evangelio en el corazón de algunos hombres y
mujeres, una «levadura que levantará toda la pasta». A menudo suelo pensar,
Señor, que HOY todavía tu evangelio se encuentra frente a un mundo impermeable;
masivamente alejado de las perspectivas de la fe. Concédenos, Señor, confiar en
el progreso de tu evangelio, sin acciones ruidosas, por el apostolado humilde,
por la oración perseverante de los cristianos que te han encontrado. San Pablo,
tan sólo con algunas decenas de cristianos, en
-Tres
días después de nuestra llegada, convocó a los principales judíos... «Hermanos,
no he hecho nada contra «nuestro» pueblo... pues precisamente por la esperanza
de Israel, llevo yo esas cadenas.» Sin pérdida de tiempo, emprende la
evangelización de Roma. Tres días después de su llegada convoca a cuantos puede.
Y como de costumbre empieza por los de «su» pueblo, y se apoya en la escritura
para poner de manifiesto que la fe en Jesús es la prolongación de toda la
tradición de Israel. "Innovador" y a la vez «tradicionalista»... Tiene toda la
novedad del evangelio, infusa en toda la fidelidad a la tradición recibida de
las generaciones precedentes. El Antiguo Testamento era portador de una
"esperanza", que Jesús ha realizado. El Antiguo Testamento era una preparación:
Conservado violentamente como norma intangible, pasó a ser caduco... leído y
releído en la perspectiva de la novedad de Jesucristo, conserva todo su valor.
-“Recibía a todos los que iban a verle, proclamando el Reino de Dios y enseñaba
con toda valentía lo referente al Señor Jesús”. Ayúdanos, Señor, a que sepamos
aprovechar toda ocasión para proclamar la «buena nueva». Y en primer lugar
ayúdanos a conocer mejor ese «reino» de Dios, a conocer mejor «todo lo
concerniente a Jesús». Ante todo, Señor, que yo te deje «reinar» en mí, que tu
voluntad se haga en mi propia vida a fin de que pueda hablar válidamente de ti a
todos aquellos que de algún modo se acerquen a mí, como lo hacía Pablo en su
casa de Roma. Fue durante esos dos años de su presencia en Roma cuando Pablo
escribió sus Epístolas a los Colosenses, a los Efesios y el breve escrito a
Filemón.
Los Hechos de los Apóstoles terminan aquí. La historia
final de Pablo acaba en algo vago, en la noche. Posiblemente al cabo de dos años
sería liberado... emprendería un nuevo viaje misionero... Encarcelado otra vez,
morirá en Roma, bajo la persecución de Nerón, hacia el año 67 (F. Casal/Noel
Quesson). En ciertas ocasiones podemos sentirnos también nosotros en parte
coartados por la sociedad o por sus leyes, o mal interpretados en nuestras
intenciones. Pero si de veras creemos en el Resucitado, que sigue presente, y
confiamos en su Espíritu, que sigue siendo vida, fuego, savia y alegría de la
comunidad eclesial, la energía de
Muchos autores se preguntan porqué Lucas no narra el
destino final de Pablo, si fue liberado o muerto. Algunos piensan que el libro
termina ex-abrupto, que posiblemente se perdió el final del libro, que el texto
quedó truncado, que el libro fue terminado antes que se produjera el desenlace
final del juicio de Pablo. Estas afirmaciones nacen de una mala comprensión de
Hch. Lucas no pretende escribir una biografía de Pablo. En ese caso era lógico
que narrara su liberación final o su condenación. Tampoco Lucas quiere narrar la
historia de la misión o de los orígenes del Cristianismo. En ese caso sería una
muy mala historia, pues omite cantidad de datos fundamentales para dicha
reconstrucción histórica. Lo que Lucas realmente nos narra el triunfo de la
misión, el triunfo de
2. Sal. 10. Dios se deleita en los justos, a quienes ve
como a sus hijos amados en quienes Él se complace. Pero no se olvida de los
pecadores. Él no quiere castigar ni destruir al pecador sino que se convierta y
viva. En su gran amor hacia nosotros nos envió a su propio Hijo, para el perdón
de nuestros pecados y para hacernos participar de su Vida y de su Espíritu,
haciéndonos así hijos suyos. Aprovechemos este tiempo de gracia del Señor, pues
Él ha venido a buscar y a salvar todo lo que se había perdido; Él es el Buen
Pastor que busca la oveja descarriada, hasta encontrarla para llevarla sobre sus
hombros de vuelta al redil. Dejémonos encontrar, salvar y amar por el Señor de
tal forma que, renovados en Cristo, seamos una continua alabanza del Nombre de
nuestro Dios y Padre. “La alabanza conclusiva refleja la esperanza del justo.
Ver el ‘rostro’ de Dios significa aquí tener libre y confiado acceso a Dios en
el Templo, de modo parecido a como la expresión ‘ver el rostro del rey’ indica
en otros pasajes del AT poder acceder a él libre y confiadamente (cf. Gn
43,3.5;44.23-26; 2 S 3,13). Jesús en las Bienaventuranzas promete asimismo a los
limpios de corazón que verán a Dios (cf. Mt 5,8)” (Biblia de Navarra). Esta
“promesa supera toda felicidad… en
3. Jn.
21, 20-25. Dice S. Ireneo que Juan vivió mucho tiempo, alcanzando el imperio de
Trajano (98-117). Jesús nunca habla de manera curiosa o inútil del futuro, sino
de lo que necesitamos para ser fieles.
Jesús
acaba de anunciar a Pedro el "género de muerte" que va a tener: una muerte
violenta, forzada, un martirio, una coerción. Pedro que sabe cómo murió Jesús,
hace cincuenta días, podría tenerse por dichoso de "dar gloria a Dios" por una
muerte parecida a la de Jesús. Pero, y es muy natural, tiene miedo. Y en su
turbación hace una pregunta: "Y Juan, ¿morirá mártir?" Dame, Señor, la gracia de
vivir mi destino personal, el que Tú has escogido para mí, sin compararme con
los demás.
Lo que es precisamente sorprendente es que unos hombres
frágiles, parecidos a la media de la humanidad, hubieran podido fundar una obra
que perdura aún. Hay aquí una fuerza más que humana. En medio de sus errores han
estado protegidos en lo esencial: podemos confiar en
Y nosotros mismos, en el día de hoy, estamos "rodeados de
flaqueza" (Hb 5, 2). Algunas de nuestras opiniones pueden falsearse por
interpretaciones demasiado humanas. Resulta verdad ahora igual que entonces, que
Es volviendo a meditar constantemente el evangelio, es
decir, las palabras de Jesús, como
Sabemos, históricamente, que
La muerte de Pedro, hacia los anos 64-67 en los jardines
de Nerón debió de plantear a
El evangelio de Juan termina afirmando que Jesús «hizo
muchas otras cosas», pero que no caben en los libros. Pero las palabras
señaladas son las que necesitamos para –como Pedro- madurar por obra del
Espíritu, y así él nos dio más tarde magníficos testimonios de su amor a Jesús.
Irá a Roma como Pablo… Mientras tanto, el evangelio de Juan parece como si no
acabara: hay muchas otras cosas de Cristo que no caben en los libros. Ahí
estamos nosotros, los que creemos en Jesús dos mil años después, los que no le
hemos visto pero le seguimos. Los que estamos desplegando
El “discípulo amado”, el que ha estado firme al pie de la
cruz y ha recibido de Jesús moribundo el encargo de velar por su madre, el que
después de una noche infructuosa de pesca ha sido el primero en reconocer a
Jesús en el hombre misterioso que les pregunta si tienen algo para comer, sigue
a Pedro y a Jesús que dialogan (Pedro y Jesús siempre dialogan, y a los demás
nos toca seguirles). Y es objeto de una extraña profecía: que si Jesús quiere
que él permanezca hasta su muerte a Pedro no le debe importar. Es la gratuidad
del amor: a Pedro se le anuncia el martirio, al discípulo amado un destino
glorioso; no porque haya hecho cosas mejores que Pedro, sino simplemente porque
también ha amado mucho al Señor, hasta merecer tan honroso título. Al final de
la lectura nos enteramos de que este discípulo amado es el que ha dado
testimonio de todo lo que contiene el evangelio y de que él mismo lo ha escrito.
Y los primeros cristianos que leyeron el 4º evangelio estaban convencidos de la
veracidad de su testimonio. Tal vez ellos mismos añadieron la nota según la cual
los hechos y las palabras de Jesús fueron muchos más de los narrados; que de
escribirse todos no habría lugar suficiente en el mundo para los libros que los
contuvieran. Por el bautismo que nos asocia íntimamente a la muerte y
resurrección de Jesús, también fuimos hechos apóstoles, fuimos enviados a
predicar el Evangelio como Pedro, como Juan, Como Pablo. No podemos vivir
nuestra fe de cristianos en el anonimato y en la pasividad. Debemos, al
contrario, abrirnos a testimoniar nuestra fe, a difundir el evangelio, la alegre
noticia del amor de Dios por todos nosotros (Diario Bíblico. Cicla). «Si quiero
que se quede hasta que yo venga» (Jn 21,22) puede indicar más esta continuidad
que un elemento cronológico en el espacio y el tiempo. S. Agustín interpreta
este privilegio de Jesús para su íntimo amigo, diciendo: "Tú (Pedro) sígueme,
sufriendo conmigo los males temporales; él (Juan), en cambio, quédese como está,
hasta que Yo venga a darle los bienes eternos".
“Señor,
y éste ¿qué?”. A veces nos paramos en las comparaciones que no vienen a cuento.
Hablamos de “mentiras piadosas”, “envidias buenas”… pero, en realidad, seguimos
buscando el tesoro en el lugar inadecuado. Otros tienen cosas de las que
nosotros carecemos, un buen motivo para dar gracias a Dios, sí, pero además es
conveniente recordar las mismas palabras que dirigió Jesús a Pedro: “¿a ti qué?
Tú sígueme”. ¿Es que somos tan torpes de “entendederas” para comprender que sólo
Cristo es capaz de colmar todas mis ambiciones y deseos? ¡Mira que somos
“cabezotas”! No sólo necesitamos tropezar doscientas veces en la misma piedra,
porque aunque un ángel de Dios me recordara “en carne mortal” mis continuas
torpezas, aún sería lo suficientemente hábil para razonarle lo contrario.
Mañana es Pentecostés. Es hora de ponernos en marcha,
junto con toda
Mientras dura la espera de la venida del Espíritu Santo,
Nuestra Señora vive como un segundo Adviento, a la vez muy semejante y muy
diferente al primero, el que preparó el nacimiento de Jesús. En ambos se da la
oración, el recogimiento, la fe en la promesa, el deseo ardiente de que ésta se
realice. En el primero, María llevaba a Jesús oculto en su seno, permanecía en
el silencio de su contemplación. Ahora, Nuestra Señora vive profundamente unida
a su Hijo glorificado, en compañía de los apóstoles y de las santas mujeres,
todos el cenáculo, animados de un mismo amor y de una sola esperanza. La
tradición, al meditar esta escena, ha visto la maternidad espiritual de
El Espíritu Santo, que ha habitado en María desde el
misterio de su Concepción Inmaculada y la llenó de su gracia, que la cubrió con
su sombra (Lc 1, 35) cuando concibió a su Hijo Jesús, ahora, en el día de
Pentecostés vino a fijar en Ella su morada de una manera nueva, con una plenitud
única. Su corazón era el más puro, el más desprendido, el que de modo
incomparable amaba más a
Esta semana entre
No
queda aquí espacio para hablar del Decenario al Espíritu Santo, que en otro
momento trataremos: estos 10 días antes de la fiesta del Espíritu Santo, podemos
rezarle y pedirle sus dones, para poder vivir esta docilidad: seguir a Jesús.
“Sígueme”. Nuestro seguimiento del Señor debe ser
consecuencia de haberlo conocido, de amarlo y de estar totalmente comprometidos
con Él y con su Evangelio. Nosotros debemos ser los primeros en hacer nuestra
Reunidos en torno a Cristo para celebrar