San Mateo 10, 1-7:
Dios se sirve de los acontecimientos de la historia para desarrollar los proyectos de su corazón, con nuestra colaboración su misericordia se vierte sobre la humanidad.

Autor: Padre Llucià Pou Sabaté   

 

Lectura del libro del Génesis 41, 55-57; 42, 5-7 y 17-24: En aquellos días, llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al Faraón; el Faraón decía a los egipcios: -«Dirigíos a José y haced lo que él os diga.» Cuando el hambre cubrió toda la tierra, José abrió los graneros y repartió raciones a los egipcios, mientras arreciaba el hambre en Egipto. Y de todos los países venían a Egipto a comprarle a José, porque el hambre arreciaba en toda la tierra. Los hijos de Jacob fueron entre otros a comprar grano, pues había hambre en Canaán. José mandaba en el país y distribuía las raciones a todo el mundo. Vinieron, pues, los hermanos de José y se postraron ante él, rostro en tierra. Al ver a sus hermanos, José los reconoció, pero él no se dio a conocer, sino que les habló duramente: -«¿De dónde venís?» Contestaron: -«De tierra de Canaán, a comprar provisiones.» Y los hizo detener durante tres días. Al tercer día, les dijo: -«Yo temo a Dios, por eso haréis lo siguiente, y salvaréis la vida: si sois gente honrada, uno de vosotros quedará aquí encarcelado, y los demás irán a llevar víveres a vuestras familias hambrientas; después me traeréis a vuestro hermano menor; así probaréis que habéis dicho la verdad y no moriréis.» Ellos aceptaron, y se decían: -«Estamos pagando el delito contra nuestro hermano, cuando le veíamos suplicarnos angustiado y no le hicimos caso; por eso nos sucede esta desgracia. » Intervino Rubén: -«¿No os lo decía yo: "No pequéis contra el muchacho", y no me hicisteis caso? Ahora nos piden cuentas de su sangre.» Ellos no sabían que José les entendía, pues había usado intérprete. Él se retiró y lloró; después volvió a ellos. 

Salmo 32, 2-3; 10-11; 18-19: R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones.

El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y  reanimarlos en tiempo de hambre.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 1-7. En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: -«No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.»  

Comentario: 1.- Gn 41, 55-57; 42, 5-7,17-24a. Dentro del ciclo del patriarca Jacob, leeremos, durante varios días, la deliciosa historia de José. Saltamos algunos capítulos del Génesis, por ejemplo la narración de cómo sus hermanos, por la envidia que sentían hacia José, el predilecto de Jacob, le vendieron a unos comerciantes que iban a Egipto, de cómo allí fue esclavo y estuvo en la cárcel, hasta que por su don de interpretar los sueños del Faraón, llegó a escalar posiciones muy altas en la corte, siendo nombrado primer ministro y administrador del reino. Esa página la leemos el viernes de la segunda semana de Cuaresma, porque a José se le ve como figura de Cristo, también vendido por los suyos. Aquí empalma la lectura de hoy. La sabia previsión de José le hace persona importante en el momento de sequía que azota a Egipto y a los países limítrofes, incluido el de Canaán. Por eso vienen sus hermanos a comprar víveres para sus familias. José no se da a conocer de inmediato y los pone a prueba, pidiéndoles que le traigan al hermano menor, Benjamín, a quien quiere de modo especial porque son hijos de la misma madre (Raquel). ¡Sorpresas de la vida! Uno de los motivos de la ojeriza de sus hermanos contra José había sido que él, ingenuamente, les había contado un sueño en que los veía arrodillados a sus pies. Y, en efecto, ahora lo están, aunque de momento no le reconozcan.

Egipto es un granero para cuando hay crisis en próximo oriente, pero más en esta estrategia que inventa José. El Patriarca es también modelo de lo que el Papa nos muestra en la nueva Encíclica social “Caritas in veritatis”, nuestro mundo "tiene necesidad de cristianos con los brazos elevados hacia Dios en gesto de oración", de "amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz". Qué hermoso plan de vida: practicar la oración, el amor y el perdón, renunciar a uno mismo, acoger al prójimo, vivir la justicia y paz verdaderas... Nuestro pastor supremo, vicario de Jesucristo, nos dice bien claro qué hay que hacer. Nuestra vieja Europa está plagada de diversas formas de negatividad, de una cultura del reproche, y de muchos que creen firmemente poder ser cristianos al margen de todo: al margen del Papa, de la Iglesia, del prójimo, a veces me parece que al margen del mismo Cristo! Me toca el corazón que el Papa se dirija a cada uno de nosotros en particular con sus palabras, así me gusta pensarlo a mí al menos, y leer sus palabras aplicadas a mi caso y a mi vida en particular: ¿qué puedo hacer yo? ¿qué estoy dispuesto a hacer yo? Este tema de la justicia social es un reto que hemos de plantear tempranito a los hijos, que crecen en un ambiente saturado de bienes, de bienes materiales, y no tanto de los otros, los espirituales, los perdurables y enriquecedores de verdad... Hay que hablar de todo esto con los niños. “Yo me siento enormemente afortunada (y orgullosa de ellos!) porque mis hijos conviven a diario, aquí en Israel, con emigrantes latinoamericanos que carecen de lo más necesario, han salido con frecuencia de sus cuartos, prestando sus camas, han trabajado doblando ropas que entregar a los que las necesitan, han ideado sistemas para facilitar la vida al prójimo, han regalado horas de descanso y diversión para que los que no tienen medios de formación cristiana pudieran acudir a ellos, quedándose sin siesta, etc. En conclusión, veo que siempre son los niños los más avanzados en esto de amar... ¿Será por esto que nos decía el Señor aquello de "si no os hacéis como niños..."?” (Cristina, una madre española en Tierra Santa).

La noticia del hambre general y de la afluencia de los pueblos a Egipto para adquirir grano representa un cambio de escena importante en el desarrollo de la historia de José. Hasta ahora todo el interés se centraba en José y su éxito. A partir de ahora, la nueva situación hace entrar la perspectiva de las relaciones de José con sus hermanos, que, impulsados también por la necesidad ineludible de subsistir, se ponen en camino hacia el país que desde siempre había sido el refugio de los palestinos hambrientos (por ejemplo, el caso de Abraham: Gn 12,10-20; cf. también Gn 26,2). José reconoció en seguida a sus hermanos y comprobó el cumplimiento del antiguo sueño que le aseguraba su superioridad sobre ellos. Pero la entrevista no fue nada cordial. La acusación de espionaje encaja bien en las circunstancias del momento en Egipto y hace referencia a tiempos pasados, cuando Egipto hubo de soportar algunas invasiones, como la de los hiksos (tuvo que reforzar la frontera nororiental con nuevas guarniciones e incluso levantando muros y construyendo torres de vigilancia, en especial durante la invasión de los pueblos del mar). Contra esta grave e insistente sospecha, los hermanos intentan defenderse informando sobre su lugar de procedencia y los detalles de su situación familiar. Sobre su diálogo y su espíritu comienza a aletear el recuerdo del hermano vendido, al que suponen muerto. Todos los contratiempos y penalidades que ahora experimentan empiezan a ser considerados como una expiación por la maldad empleada contra José. Estos comentarios, hechos en presencia de José, provocan su conmoción hasta el extremo de que tiene que salir fuera a llorar. Posiblemente según una versión muy antigua de los hechos, es en este momento cuando José se da a conocer. La decisión inicial de José fue encarcelar a todos los hermanos excepto uno, que sería el encargado de buscar a Benjamín para confirmar que sus palabras eran sinceras. Pero al tercer día cambió de parecer: quedaría uno como rehén hasta que volviesen los otros con Benjamín. El rehén sería Simeón. El cuadro general responde a la idea elohísta de los acontecimientos. La afirmación de que José es temeroso de Dios (=cumple sus mandamientos) es importante: no solamente sirve de garantía, sino que es también un primer paso en la revelación del gran intendente de Egipto. Hay preguntas de difícil respuesta: ¿por qué tortura José a sus hermanos y no se manifiesta inmediatamente? Puede tratarse de un deseo de comprobar si realmente han cambiado, una especie de pedagogía amorosa... La lección moral de este acontecimiento está subrayada por el relato mismo, especialmente a través de la interpretación que dan los propios hermanos (J. Mas Anto).

En la desgracia se despiertan los recuerdos. Los hermanos de José toman conciencia de su culpabilidad. Sufriendo ellos, se dan cuenta de que han hecho sufrir. Pero no siempre es así. Desgraciadamente podemos permanecer inconscientes del daño. Te pedimos, Señor, ser más lúcidos respecto al daño que hemos podido infligir a nuestros hermanos. Esta historia simboliza la de todas aquellas familias que se dividen por razón de envidias o de intereses. Ruego por la reconciliación de los hermanos enemistados. Porque cabe pensar que José hubiera podido entonces aprovechar el poder que le daba su cargo para saciar su resentimiento. Por el contrario veremos que toma una actitud evangélica: "el perdón de las injurias". Perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos (Noel Quesson).

2. El salmo nos ayuda a interpretar desde una perspectiva religiosa la historia de José. A pesar de las intrigas de sus hermanos, que le vendieron para deshacerse de él, Dios lo convierte todo en bien: «dad gracias al Señor con la cítara... el Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos, pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad... Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre». La historia es una invitación a creer en la providencia de Dios, que, como tantas veces, escribe recto con líneas que han resultado torcidas por los fallos de los hombres. Cuántas veces, en la historia de la Iglesia, acontecimientos que parecían catastróficos, no lo fueron, sino que incluso resultaron providenciales para indicarnos los caminos de Dios y purificarnos de nuestras perezas o ambiciones. Por ejemplo, la invasión de los pueblos del Norte, en el siglo V, o la pérdida, en el siglo pasado, de los Estados Pontificios. También en nuestra historia particular hemos experimentado tal vez que lo que creíamos un fracaso ha resultado un bien para nosotros. Como para Ignacio de Loyola su herida en el sitio de Pamplona. Como para Jesús, cuya muerte -vendido como José por unas monedas- parecía el fracaso de todos sus planes salvadores, y fue precisamente el hecho decisivo de la redención de la humanidad. Dios sabe sacar siempre bien del mal.

Juan Pablo II comentaba que el salmo 32 es un “canto de alabanza al Señor del universo y de la historia” que “está impregnado de alegría desde sus primeras palabras (…) expresión de una voz interior de fe y esperanza, de felicidad y confianza. El cántico es "nuevo", no sólo porque renueva la certeza en la presencia divina dentro de la creación y de las situaciones humanas, sino también porque anticipa la alabanza perfecta que se entonará el día de la salvación definitiva, cuando el reino de Dios llegue a su realización gloriosa. San Basilio, considerando precisamente el cumplimiento final en Cristo, explica así este pasaje: "Habitualmente se llama "nuevo" a lo insólito o a lo que acaba de nacer. Si piensas en el modo de la encarnación del Señor, admirable y superior a cualquier imaginación, cantas necesariamente un cántico nuevo e insólito. Y si repasas con la mente la regeneración y la renovación de toda la humanidad, envejecida por el pecado, y anuncias los misterios de la resurrección, también entonces cantas un cántico nuevo e insólito". En resumidas cuentas, según san Basilio, la invitación del salmista, que dice: "Cantad al Señor un cántico nuevo", para los creyentes en Cristo significa: "Honrad a Dios, no según la costumbre antigua de la "letra", sino según la novedad del "espíritu". En efecto, quien no valora la Ley exteriormente, sino que reconoce su "espíritu", canta un "cántico nuevo"" (…).

El Señor es también el soberano de la historia humana, como se afirma en la segunda parte del salmo 32, en los versículos 10-15. Con vigorosa antítesis se oponen los proyectos de las potencias terrenas y el designio admirable que Dios está trazando en la historia. Los programas humanos, cuando quieren ser alternativos, introducen injusticia, mal y violencia, en contraposición con el proyecto divino de justicia y salvación. Y, a pesar de sus éxitos transitorios y aparentes, se reducen a simples maquinaciones, condenadas a la disolución y al fracaso. En el libro bíblico de los Proverbios se afirma sintéticamente: "Muchos proyectos hay en el corazón del hombre, pero sólo el plan de Dios se realiza" (Pr 19,21). De modo semejante, el salmista nos recuerda que Dios, desde el cielo, su morada trascendente, sigue todos los itinerarios de la humanidad, incluso los insensatos y absurdos, e intuye todos los secretos del corazón humano. "Dondequiera que vayas, hagas lo que hagas, tanto en las tinieblas como a la luz del día, el ojo de Dios te mira", comenta san Basilio. Feliz será el pueblo que, acogiendo la revelación divina, siga sus indicaciones de vida, avanzando por sus senderos en el camino de la historia. Al final sólo queda una cosa: "El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad" (Sal 32,11).

La tercera y última parte del Salmo (vv. 16-22) vuelve a tratar, desde dos perspectivas nuevas, el tema del señorío único de Dios sobre la historia humana. Por una parte, invita ante todo a los poderosos a no engañarse confiando en la fuerza militar de los ejércitos y la caballería; por otra, a los fieles, a menudo oprimidos, hambrientos y al borde de la muerte, los exhorta a esperar en el Señor, que no permitirá que caigan en el abismo de la destrucción. Así, se revela la función también "catequética" de este salmo. Se transforma en una llamada a la fe en un Dios que no es indiferente a la arrogancia de los poderosos y se compadece de la debilidad de la humanidad, elevándola y sosteniéndola si tiene confianza, si se fía de Él, y si eleva a Él su súplica y su alabanza. "La humildad de los que sirven a Dios -explica también san Basilio- muestra que esperan en su misericordia. En efecto, quien no confía en sus grandes empresas, ni espera ser justificado por sus obras, tiene como única esperanza de salvación la misericordia de Dios".

Señor Dios nuestro, Señor de la historia: líbranos, por los méritos de tu Hijo Jesucristo, de la soberbia y el orgullo que nacen de la inteligencia, de la ceguera de ver que nuestros planes también van saliendo, sin atribuirte a ti el éxito. Qué difícil, Señor, despojarse de la corona de laurel que el mundo nos coloca a veces, y dejarse llevar dócilmente por tu Espíritu, quizá por caminos laterales, carreteras secundarias que no llevan a triunfos tan vistosos, pero sí a la colaboración con tu santísima voluntad.

3.- Mt 10, 1-7. -Jesús llamó a sus "doce": En primer lugar a Simón, al que llaman Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago, Zebedeo, y a su hermano Juan; a Felipe y a Bartolomé; a Tomás y a Mateo el recaudador, a Santiago Alfeo y a Tadeo, a Simón el cananeo y a Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. Es intencional que Mateo no dé esta lista cuando su primera llamada, como los demás evangelistas, sino solamente en este décimo capítulo de su relato, en el momento de enviarles a misión. Tenemos ahora a los doce constituidos en "colegio apostólico", es decir, "misionero". "La Iglesia peregrina es misionera por su naturaleza, puesto que procede de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre" (Vat II:A.G. 2) "Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás apóstoles forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo el Romano Pontífice, sucesor de Pedro y los obispos, sucesores de los apóstoles se unen entre sí y forman un todo (L.G. III, 22). "El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al "cuerpo de los pastores", ya que a todos ellos en común dio Cristo el mandato imponiéndoles un oficio común... Por tanto todos los obispos deben proveer a las misiones, no sólo de operarios para la mies, sino también de socorros espirituales y materiales." (Concilio, L.G. III, 23). Entre los doce que Jesús envió a misión, algunos están muy a la vista -Pedro, por ejemplo-... y de otros no se sabe nada -Tadeo, por ejemplo-... ¡No se hizo el evangelio para satisfacer nuestra curiosidad! Ruego por todos los obispos, por cada obispo... Los célebres y los que quedan en la sombra...

-Y les dio autoridad sobre los espíritus "inmundos" para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad. Destruir el mal. Hacer el bien. En resumen una misión muy sencilla. Jesús no buscó primero reunir a gentes ilustradas sino a gentes disponibles, capaces de seguirle hasta el final. Todos dieron su vida por Él. Su papel esencial, según ese pasaje era expulsar los "espíritus inmundos" y "sanar a los hombres". Judas formó parte de ese grupo. Sí, Judas también había sido enviado a misión, una gran misión. Jesús corrió este riesgo al confiar la responsabilidad de su obra a pobres humanos. Hay que rezar siempre por los que tienen responsabilidades en la Iglesia. Yo también tengo una misión, soy responsable, en una parte de la obra de salvación de Jesús. ¿Hago retroceder "lo Malo"? ¿cómo? ¿Sano a mis hermanos? ¿cómo?

-A los doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayáis a tierra de paganos ni entréis en la provincia de Samaria. Id a las ovejas descarriadas de Israel. Por el camino proclamad que el Reino de Dios está cerca. ¡Sorprendente perspectiva histórica! Jesús es consciente de la amplitud de su obra: ¡es necesario mucho, mucho tiempo! y Jesús, sin prisas, da una consigna limitada: hay que hacer "lo que se puede hacer" hoy, en la certeza de que Dios llamará a todos los "paganos y Samaritanos" en otra fase del trabajo misionero. El mismo Jesús, durante su vida humana, se limitó a lo que podía hacer: dirigirse a las "ovejas descarriadas de la casa de Israel". Y los doce, que algún día serán enviados hasta los extremos de la tierra, ese día, partieron, sencillamente, a llevar el evangelio al pueblo de al lado... pues tal era la voluntad de Dios, tal era la misión por el momento (Noel Quesson).

En el capítulo 10, Mateo comienza una nueva sección de su evangelio: el llamado «discurso misionero» o «apostólico». Terminada la serie de milagros que había narrado después del sermón de la montaña, ahora leemos el segundo de los cinco grandes discursos de Jesús, en el que da a sus apóstoles unas consignas para su misión evangelizadora. Ya había insinuado la idea al final del evangelio de ayer, cuando Jesús contemplaba la abundancia de la mies y la escasez de obreros para la siega, invitándonos a orar al Padre para que envíe trabajadores a su campo.

A los discípulos a quienes elige, Jesús los llama «apóstoles», o sea, «enviados». Su misión va a ser, ante todo: «id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca». Pero este anuncio debe ir acompañado de hechos: «expulsar espíritus inmundos, curar toda enfermedad». Puede parecer extraño que les recomiende que no vayan a tierras de paganos ni a Samaria, sino que se limiten a predicar a «las ovejas descarriadas de Israel». El pueblo judío es el heredero de la promesa: antes de hacerse universal, la salvación se ha de ofrecer a Israel. Al final les dará, según Mateo, la orden: «id y haced discípulos a todas las naciones».

La Buena Noticia de Dios, de la salvación y la vida que nos ofrece, debe ser anunciada a toda la humanidad. Cada generación es nueva, en la historia, y necesita ser evangelizada. Por eso sigue en pie el encargo de Jesús. A unos se lo encomienda de un modo más intenso y oficial: a los obispos de la comunidad eclesial, que son los sucesores de esos doce apóstoles. Como también a sus colaboradores más cercanos, los presbíteros y los diáconos, que reciben para ello una gracia especial en el sacramento del Orden. Pero es toda la comunidad cristiana la que debe anunciar la salvación de Dios y dar testimonio de ella con palabras y con obras. En el ámbito de la familia, del trabajo, del estudio, de la política, de los medios de comunicación, de la sociedad en general. En tierras de misión y en países cristianos. Es lo mejor que un cristiano puede hacer, dar testimonio del amor y la cercanía de Dios a su alrededor, curar las dolencias, expulsar los demonios de nuestra sociedad, ayudar a que todos puedan vivir su existencia con esperanza y sentido. No todos somos sucesores de los apóstoles, pero todos somos seguidores de Jesús y debemos continuar -cada uno en su ambiente-, la misión que Él vino a cumplir. Todos formamos la Iglesia «apostólica» y «misionera» (J. Aldazábal).

La constitución del nuevo Israel tiene una doble finalidad: "estar con Jesús" y "ser enviados a proclamar el Reino de Dios". El envío es el objetivo principal de la constitución de los doce. Jesús señala a sus discípulos su tarea en el mundo dándoles su mismo poder, poder que se extiende al anuncio de la proximidad del reino y a la curación de toda enfermedad. Sus palabras quedan confirmadas con los milagros, con una actividad liberadora, expresada como "expulsar espíritus inmundos". El poder de Jesús continúa en sus sucesores (Servicio Bíblico Latinoamericano).