II Domingo de Adviento, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD

 

 

En el domingo I los evangelios de los tres ciclos eran tomados del discurso escatológico, que los tres evangelistas  sinópticos narraban cada uno con sus propias peculiaridades. En este II domingo los tres evangelios de los respectivos ciclos presentan la figura polivalente  de Juan el Bautista. A este año le corresponde el primer evangelista: San Mateo.

            San Mateo está interesado  en explicar el papel  de Juan el Bautista al comienzo de la  misión de  Jesús. Juan fue el guía  carismático  de un movimiento de corte popular, que convocó al pueblo  de Israel en el desierto  para anunciar  la cercanía  del juicio de  Dios. Jesús  estuvo  muy relacionado  con el movimiento de Juan en los comienzos  de su Vida pública.            

            Analicemos la perícopa evangélica: Mt 3, 1-12, proclamada en este II domingo. Prefiero una revisión minuciosa a una global. “ Por aquel tiempo.” Al hacer esta mención, nos da a entender  que no se trata  de una enseñanza filosófica-doctrinal, sino de una narración, de un suceso. “ Desierto de Judea.”  Sin duda  el tercer evangelista  da a este  nombre  un sentido  más bíblico  y espiritual  que geográfico. Dios llama a su  pueblo al desierto  para hablarle   y probarle. El desierto, lugar de las grandes teofanías de Dios. “ Predicando: Convertíos, porque  está  cerca el Reino de los cielos.” Esto mismo predicará Jesús: “ Arrepentíos, porque  está  cerca el reino de los cielos” ( Ibid. 4, 17. Más tarde será transmitido por los discípulos, por la Iglesia: “Id  anunciando  que está  llegando  el reino de los cielos” ( 10,7. El tema  de la penitencia  o conversión no aparece  en Mateo  más que cinco  veces  como verbo  y dos  veces como  sustantivo; no figura  tampoco  con más  frecuencia  en los otros  Evangelios ( Jamás en Jn.)  Sin embargo, el  término  tiene una importancia  capital  en la estructura  del Evangelio: caracteriza  la predicación  del Bautista y luego  la de Jesús.

No es suficiente  decir que significa  cambio de mentalidad; es mucho  más  que eso. Designa  la vuelta de Israel  a Yahvé, es decir, a la alianza  establecida entre Dios y su pueblo. Es posible la  vuelta porque  existe  una alianza, es decir, un compromiso  soberano   y primero de Yahvé  para con su  pueblo.

            La palabra “ vuelta”, mejor que las de conversión  y arrepentimiento o penitencia, resalta  los dos componentes del término: una  vuelta sobre la base de un pacto  inicial entre  Dios  y el hombre. Esta vuelta  no devuelve al hombre a sí mismo ni a sus  faltas ( también esto), sino a Alguien.” El reino de los cielos” ( la lectura primera hablará de los tiempos mesiánicos), equivale  en Mateo  a reino de Dios, es el establecimiento  en la tierra, y no  sólo  en los cielos, de la autoridad  soberana de Dios. San Marcos  y San Lucas señalan un detalle, que San Mateo no se atreve a  presentar: “ Apareció  Juan el Bautista en el desierto, predicando  un bautismo de conversión  para el perdón de los pecados” ( Mc 1,4; Lc 3, 3. “ Yo os bautizo  con agua  para que os convirtáis” ( Mt 3, 11) El tercer evangelista  reserva estas palabras: “ para el perdón de los pecados” para  su relato  de la última cena  de Jesús ( Mt 26,28); sólo la muerte de Jesús  asegura el perdón. Considero más acertada en un sentido teológico la afirmación del primer evangelista a la de los dos sinópticos  restantes.

            Las  Invectivas de Juan  contra los Fariseos  y Saduceos  ( vv. 7-10; Lc 3, 7-9. Mateo  y Lucas  tienen  en común  estas diatribas de Juan; San Marcos las ignora. En Mateo, Juan las dirige a los fariseos  y a los saduceos; en Lucas, a las muchedumbres que se disponen a bautizarse. La estructura  de la  invectiva  de Mateo  es desconcertante: se  enfrenta  inmediatamente  con los  jefes  del pueblo, pone  en entredicho  su sinceridad y desenmascara  su autosuficiencia  religiosa.

Estos  versículos podrían  muy  bien figurar  al final del Evangelio, como consecuencia  de la resistencia  de los judíos  a las llamadas de Jesús mismo. Creo que no estamos en el error, si afirmamos que San Mateo no se preocupa demasiado de si Juan el Bautista  se las  dijo realmente a los fariseos y saduceos, o usando esta forma de hablar, lo que pretende es enseñar la coherencia  y la seriedad del reino de los  Cielos. Creo que también  es útil tener presente que Juan el Bautista mezcla dos acontecimientos: la llegada del reino mesiánico, el ya de Jesús; y la doctrina  del juicio apocalíptico. Una vez que hemos esclarecido la intención de san Mateo, examinemos esas invectivas: “Raza de víboras”. Las víboras  no pueden  más que producir  la muerte; la comparación  alude al carácter  inveterado del pecado  de los interlocutores: “ ¡ Raza de víboras! ¿ Cómo  podéis  vosotros  decir cosas  buenas, siendo  malos?” ( Mt 12,34. El nombre  de víbora   era un  nombre  genérico  para designar  la serpiente  venenosa.

“No os  hagáis  ilusiones pensando: Abrahán  es nuestro  padre”. Los méritos  de Abrahán  contaban  a favor  de Israel, según la doctrina  judía corriente. San Juan quiere explicar lo que significa pertenecer a la raza de Abrahán, no se pertenece por la simple descendencia según la carne, sino según la fe: “ Abrahán   recibió  la posesión  de este mundo  y del mundo venidero  únicamente  por el mérito de la fe”. “ Pues  os digo  que Dios  es capaz  de sacar  hijos  de Abrahán  de estas piedras.” La palabra  piedra no es aquí, pues, sinónima de objeto  inanimado y sin valor; es una alusión a la roca-Abrahán, de  la que  Israel  había sido  sacado  milagrosamente  por el poder  creador de Dios.

“ Ya  toca  el hacha  la base  de los árboles, y el árbol  que no da fruto será  talado  y echado  al fuego.” La imagen  del árbol, bueno o malo, es familiar  al mundo antiguo. El fuego  y el hacha significan  la condenación  sin apelación  en el último  juicio  ( los dos planos antes anunciados. El buen fruto no representa  las prácticas  particulares  mandadas por Dios ( también éstas), sino  un comportamiento  global  del hombre  sinceramente  arrepentido. “ Yo os  bautizo con agua  para que os convirtáis; pero  el que viene  detrás de mí  es más fuerte  que yo, y no soy digno de quitarle  las sandalias. El os bautizará  con Espíritu  Santo y fuego” ( v. 11.) El paso  de los versículos  7-10 al 11 no es absolutamente  claro: Juan  bautiza ahora  a los que  antes  ( fariseos y saduceos)  parecía  querer negar el bautismo. Repito lo de antes: las Diatribas contra los fariseos y saduceos ( hay que tomarlas como una enseñanza  y no como una acusación directa: aquí y ahora, contra los ellos. El arrepentimiento  no es  el fin del bautismo; el bautismo constituye  el sello y, por consiguiente, el acto público  de arrepentimiento. Creo que es muy interesante no olvidar esto: los sacramentos  no causan el arrepentimiento, sino que lo indican.  La  expresión  venir  después  de alguno es  bien conocida  del AT y del judaísmo; no  expresa  solamente  una sucesión  cronológica, sino una idea de dependencia. En el NT  Cristo  es el que viene  y el que ha venido. Venir antes no indica aquí superioridad, sino como el aposentador, el precursor, el que prepara el camino al  más importante. Este bautismo  del Espíritu  Santo  y de fuego: no es un bautismo de inmersión  acompañado  de Espíritu  y de fuego, sino un bautismo-don del Espíritu. En cuanto a este fuego, se ha querido  ver  en él  una alusión al río de fuego de Dn 7,10, en el que  fue precipitada   la “ bestia”. San Mateo  insiste en la diferencia  entre el bautismo de Juan y  el de Jesús: el de Juan era sencillamente  un rito  que expresaba la conversión; el de Jesús, sin embargo, está sellado  por el Espíritu  Santo.

            Este II domingo de Adviento contempla la figura de Juan el Bautista como el Precursor. Los primeros  cristianos  identificaron  a Juan como el mensajero anunciado en Is 40, 3”: Una voz  grita: Preparad  en el desierto  un camino al Señor, allanad en la estepa  una calzada  para nuestro Dios” y con  Elías: “ Ellos respondieron: Llevaba  un manto  de piel con una correa  de cuero  a la cintura. Entonces el rey exclamó: ¡ Es Elías, el  tesbita” ( 2 Reyes, 1,8), que según  la tradición  judía  anunciaría  la llegada del Mesías: “ Y es  que,  queráis  aceptarlo  o no, él  es Elías, el que tenía  que venir.” ( Mt ll. 14) . De acuerdo  con esta interpretación, Jesús aparece  como el Mesías y Juan  como el precursor. En esta relectura  cristiana  de la relación  entre Juan  y Jesús, cada evangelista  nos ha dejado  una imagen  del Bautista. Mateo  es el que  le presenta  como rasgos  más cristianos, pues mientras  Juan es para Lucas el último profeta ( Lc 16, 16), para Mateo  es quien inaugura  la llegada del reino de Dios, y un signo evidente  de ella  ( Mt  11, 1-9) Creo que con esto queda esclarecida la relación entre Jesús y Juan y por esto mismo la Liturgia hace uso de la imagen de Juan en el domingo II de Adviento.

 

             La  primera lectura está tomada del profeta Isaías: 11, 1-10. Analizamos los nueve primeros versículos. El capítulo  11  está  constituido  por dos oráculos de consolación  ( Is  11, 1-9+ 10-16) unidos  por la referencia  al tronco  y a la raíz  de Jesé. El primer oráculo  está centrado  en la figura  del nuevo rey, presentada  con rasgos  semejantes  a los de Is 9, 1-6. Isaías  se detiene  en describir  los rasgos de la justicia del rey. Una visión  similar  de pacto  entre Dios  y la naturaleza  a favor del hombre  ofrece Os 2, 20.

“ Aquel día: brotará   un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz.” . En el versículo 10 aparece nuevamente la figura de Jesé: “ Jesé  se erguirá  como enseña  de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será   gloriosa  su morada”. “ Sobre él  se posará  el espíritu  del Señor... Le inspirará  el temor  del Señor. No juzgará  por apariencia... defenderá  con justicia  al desamparado, con equidad  dará  sentencia al pobre... Será la justicia  ceñidor  de sus lomos; la fidelidad, ceñidor  de su cintura...” La “ banda”  o “ceñidor” era  una especie  de faja  que se llevaba  sobre la carne. La  justicia  y la fidelidad   debían  estar  tan cerca  del rey como lo están  del cuerpo estas  prendas.

            El estribillo  del salmo ahondará en esta línea”: Que en sus  días florezca la justicia   y la paz  abunde  eternamente.”

            “ Habitará  el lobo  con el cordero...No  harán  daño  ni estrago  por todo mi Monte Santo: porque  está  lleno  el país  de la ciencia  del Señor...”  La visión  de concordia  en el reino animal sugiere  que la era  mesiánica  será como una restauración  del paraíso.” Sobre  toda mi santa  montaña “ indica  toda la tierra  de Yahvé  y no únicamente  Jerusalén. Sintetizando la lectura, decimos:  este oráculo  describe  cómo  ha de ser  el rey  ideal de la línea davídica. Se enumeran  sus dones carismáticos de dos en dos, y la instauración  de su reino se mira como la  inauguración  de aquella  esperada época de paz idílica, justicia y conocimiento  universal de Yahvé.

 

            La segunda lectura está tomada de la carta de San Pablo a los  Romanos, 15, 4-9. No resulta fácil  analizar este texto, pues ha tomado versículos de dos unidades complementarias; pero independientes: la primera sería 15, 1-6 y la segunda 15, 7-13. Con este  pasaje  concluye Pablo  la sección exhortativa  de la Carta. En el primer párrafo: 15, 1-6, insiste  en subrayar  la exigencia  cristiana  de vencer  cualquier  tipo de  egoísmo, de autosuficiencia, y  echar  una mano o las dos  al más débil  y necesitado. En el segundo: 15, 7-13, se pone  el acento en que si Dios  no ha  hecho  discriminaciones  entre judíos  y  gentiles, al contrario, ha aceptado  a ambos  pueblos por igual, con mayor  razón  los cristianos  deben aceptarse mutuamente. En todo  momento  el ejemplo de Cristo es  decisivo. De pasada  Pablo  ha recordado  algo para él muy  querido, a saber, que las  Escrituras, fuente de esperanza, estaban  desde siempre  destinadas  a iluminar  el misterio cristiano.  Debemos  recordar el v. 3  para entender el v. 4: “ Pues  tampoco Cristo  buscó  complacerse  a sí mismo, sino  que, como dice la Escritura: Los insultos   de los que  te  ultrajaban  cayeron  sobre mí.”  ( Salmo  69, 10. Aunque seamos largos, creo necesario recordar los dos primeros versículos: “ Nosotros, los fuertes, debemos  sobrellevar  las flaquezas  de los débiles y no buscar  nuestro  propio  agrado. Que cada  uno de nosotros  trate de agradar a su prójimo para el bien, buscando  su edificación”. Ahora estamos más capacitados para comprender todo el texto. El v. 4 quizá  aquí no haría falta; pero lo pone la liturgia ( una vez más se ve la deficiencia  y limitación en el acierto a la hora de cortar los textos bíblicos) y además nos ayuda a una actitud de esperanza  en este tiempo de adviento. “ Hermanos: Todas las antiguas  Escrituras  se escribieron  para  enseñanza  nuestra, de modo  que entre  nuestra paciencia  y el consuelo  que dan las Escrituras mantengamos la esperanza”. Existe una lectura tipológica de las Escrituras;  todo texto bíblico se entiende a la luz de otro texto-tipo. Es de subrayar la dimensión de Consuelo que aporta la lectura de las Escrituras, de tal  manera  ella nos mantiene en una actitud de esperanza en este ya; pero todavía no. El tema de la unidad, ya estaba anunciado en el primer versículo; ahora nuevamente lo recalca”: Que Dios, fuente  de toda paciencia  y consuelo, os conceda  estar de acuerdo entre vosotros, como es propio de cristianos, para que  unánimes, a una voz, alabéis  al Dios  y Padre de Nuestro Señor  Jesucristo.”  La unidad como exigencia de la propia vocación cristiana  y como condición para que nuestra alabanza sea armoniosa  y grata a Dios. “ En una palabra, acogeos  mutuamente  como Cristo  os acogió  para gloria de Dios”. Cristo aparece como modelo; pero su ejemplaridad  ha supuesto para él algo doloroso, algo sacrificado. No es un modelo sin compromisos, sino  comprometido hasta  expresiones muy claras y poco equívocas: “ Quiero decir  con esto  que Cristo  es hizo  servidor  de los judíos  para probar  la fidelidad  de Dios, cumpliendo  las promesas  hechas a los patriarcas, y, por otra parte, acoge  a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia”. Creo que es un texto muy bello como segunda lectura del domingo II de Adviento. Si este domingo está marcado por la predicación del Precursor, que nos exhorta a la conversión; la mejor conversión es vivir unidos, no por una sentido filantrópico, sino cristiano. El versículo 9 termina con un texto del  salmo 18, 50: “ Por eso  te bendeciré  entre los gentiles  y ensalzaré  tu nombre”.

 

            Resumiendo toda la liturgia de la  Palabra: El Evangelio  nos presenta a Juan el  Bautista según San Mateo; la Primera Lectura  es la presentación  del Rey mesiánico de la estirpe de David; con él   reinará la justicia y la equidad. Su reinado será percibido también en el mismo cosmos, pues surgirá una armonía especial. La segunda Lectura de San Pablo a los  Romanos  nos invita a un saber convivir como hermanos, a aceptarnos, no ya por educación, sino por una motivación especial: exigencia de nuestra vocación y por un  imperativo, que  viene de Cristo y también para que nuestra Alabanza sea grata.

 

            Dos textos, uno de la Oración  Colecta y otro de la Oración después de la  Comunión  indican cómo  vivir este II domingo de Adviento: “ ..., cuando  salimos  animosos  al encuentro de tu Hijo, no permitas  que lo impidan  los afanes  de este mundo; guíanos  hasta él con sabiduría  divina...”

            “ ... nos des sabiduría   para sopesar los bienes  de la tierra  amando intensamente  los del cielo”