III Domingo de Adviento, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD

 

 

El  domingo III de Adviento es designado como el Domingo de “ Gaudete”, de la alegría, del gozo. Esta peculiaridad, esta dimensión está ya indicada por la Antífona de entrada de la Misa: “ Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor  está cerca”  ( Flp 4, 4.5.)  El gozo, el júbilo, está motivado porque el Señor está cerca. Un cristiano debe reflejar siempre en su rostro una impronta de ilusión, de paz, de entusiasmo.

            La Oración Colecta insiste en esta idea: “..., concédenos  llegar a la Navidad- fiesta de gozo  y salvación- y poder celebrarla  con alegría  desbordante.” 

            La lectura primera tomada del profeta Isaías, 35, 1-6.10 es un canto a la fiesta, a la celebración.  Vamos a enmarcarla para así poder mejor entenderla. En perfecto  contraste  con el capítulo  34, en que aparece  Edóm bajo el efecto de la maldición divina; el autor  pinta  con los más vivos  colores naturales la tierra de Judá e Israel convertida  en el más bello  de los vergeles, en el mejor de los paraísos. Este poema es la expresión  plástica de la ilusión  y confianza totales en Dios de un pueblo  en el destierro. Esta perícopa  es reconocida como la vuelta de los desterrados en Babilonia a Sión. Surge una alegría en la creación inanimada: “El desierto  y el yermo  se regocijarán, se alegrarán  el páramo  y la estepa.” Brotará la ilusión, la esperanza, el deseo de vivir, de gozar en los decaídos  moral y psíquicamente: “Fortaleced  las manos  débiles, robusteced  las rodillas  vacilantes, decid  a los cobardes  de corazón: sed fuertes, no temáis.” Los enfermos físicos sentirán la gloria de Yahvé, su acción salvífica:” Se despegarán  los ojos  del ciego, los oídos  del sordo se abrirán, saltará  como un  ciervo  el cojo, la lengua del mundo  cantará.”  Todo esto sucederá porque viene el Señor.” Mirad  a vuestro Dios, que trae el desquite, viene en persona, resarcirá   y os salvará.” Al versículo  10 podemos llamar  el equipaje de viaje:”Vendrán a Sión  con cánticos: en cabeza, alegría perpetua, siguiéndolos, gozo y alegría. Pena  y aflicción  se alejarán.”  Realmente Isaías  es un gran narrador, sus palabras  acertadas sintetizan de una forma bella lo que va a ocurrir.

            El estribillo del salmo  manifiesta nuestro deseo, nuestro anhelo: “ Ven, Señor, a salvarnos.” No se trata de una alegría superficial, producto de un juego de palabras, portadoras de cierta malicia, tampoco se habla aquí  de una suerte vana, que puede satisfacer a corto plazo, sino de algo íntimo, profundo.

Creo que queda acentuado el sentido de gozo, de alegría, de fiesta de este III domingo. Otro tema importante  y específico es la figura de Juan el Bautista. El evangelio tomado del evangelista San Mateo, 11, 2-11  nos habla así de él. “ En aquel  tiempo, Juan, que había  oído  en la cárcel las obras de Cristo,  le mandó  a preguntar  por medio de dos de sus discípulos: ¿Eres tú  el que ha de venir  o tenemos que  esperar a otro?.” Resulta un poco extraña esta pregunta, no por ella misma, sino porque procede de Juan. El domingo II leíamos en el Evangelio:”Yo os bautizo  con agua  para que os  convirtáis ; pero  el que viene detrás de mí puede  más que yo, y no merezco  ni llevarle  las sandalias. El  os bautizará  con Espíritu  Santo y fuego” ( Mt 3,11). Se han dado algunas explicaciones, que quizá puedan aclarar un poco esta dificultad. Algunos dicen que Juan envió a  sus discípulos para que éstos se diesen cuenta por ellos mismos quién era el Cristo; otros especifican que se trata de una posible duda surgida en la mente y en el corazón del Bautista, pues lo que esperaba de Jesús no correspondía a la realidad manifestada en el comportamiento del que tenía que venir.

            Jesús no responde directamente a la pregunta que le hacen, sino que se limita a traer algunos textos del Antiguo Testamento: “ Id a anunciar  a Juan lo que estáis viendo  y oyendo: “ Los  ciegos  ven y los  inválidos andan; los leprosos  quedan  limpios  y los sordos  oyen; los muertos  resucitan” ( Isaías 35,5-6); también el texto del capítulo 61, 1:” ... Me ha enviado  para dar la buena  nueva a los pobres.” Jesús añade algo muy importante, que siempre será necesario recordarlo:¡Y dichoso  el que no  se sienta  defraudado  por mí!.  ¿ Por qué dijo esto?. El skandalon  es lo que  hace tropezar y caer; el uso  del sustantivo  y el verbo en el NT es exclusivamente  metafórico y sirve para designar  algo que hace difícil la fe. Jesús expresó esta admiración para disipar  el contraste  entre lo que se  esperaba- mucho  más en la línea del sensacionalismo- y lo que veían  realizándose en su persona. La razón de un posible escándalo acerca de él está en su forma de actuar simple humilde, a veces en contradicción con la manera que era de esperar.

            “ Al irse ellos, Jesús  se puso a hablar a la gente  sobre Juan”. Si el Bautista se presenta en esta perícopa como perplejo, desorientado, confundido; Jesús hará de él una magnífica presentación: “ ¿ Qué salisteis   a contemplar  en el desierto, una caña  sacudida  por el viento?.” Juan  no era de esas personas  que se doblegan  fácilmente  ante amenazas o promesas, tenía una gran personalidad. “ ¿ O qué  fuisteis a ver, un hombre  vestido con lujo?.” Tampoco  se presentó  Juan  como una figura  celeste con atuendo  regio al estilo de lo que esperaban  los judíos  para cuando llegasen  los días  mesiánicos. “ Entonces, ¿ a qué  salisteis, a ver  un profeta?  Sí, os digo, y más que profeta: él es  de quien  está escrito: Yo  envío  mi mensajero  delante de ti para  que prepare el camino ante ti.”  Juan era un profeta. Era el mensajero, el heraldo  que había de venir  a anunciar  la presencia del Mesías y a preparar sus caminos. Leemos en el profeta Malaquías 3, 1: “ Mirad, yo envío  mi mensajero a preparar el camino  delante de mí.” En ser precursor  estaba su grandeza  y su pequeñez. El versículo 11 ha dado mucho que hablar, pues quizá no se ha interpretado correctamente:” Os aseguro  que no ha nacido  de mujer  uno más grande  que Juan el Bautista, aunque  el más  pequeño  en el Reino de los Cielos  es más  grande  que él.” ¿ Cómo  explicar  que el más  pequeño  en el Reino de los Cielos  es mayor  que Juan?. Por supuesto,  que no desde  la categoría  personal de cada uno ( interpretación general y la más común). Aquí  se nos está  diciendo  que el Reino de Dios pertenece a un nivel distinto al nuestro. Juan es un profeta del Antiguo  Testamento, pertenece a otra economía de salvación; con Jesucristo tiene lugar el establecimiento de otro orden, que es gracia, que es donación  y que no se merece, sino que uno acepta agradecido: a Jesucristo.  

            La segunda lectura es de la Carta de Santiago, 5, 7-10. “ Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor.” La exhortación  a la paciencia  surge  de la convicción  sobre la  segunda  venida de Cristo como juez, que introducirá  el cambio  esperado, eliminando  todas las injusticias  a las que  ellos se veían  sometidos. A estos  cristianos, que viven  en medio de dificultades, les propone  Santiago como ejemplo   y estímulo  la figura del labrador: “El labrador  aguarda  paciente  el fruto valioso  de la tierra mientras  recibe  la lluvia  temprana  y tardía.” El otro  ejemplo  que les  presenta  el autor de esta Carta  está tomado  no de la naturaleza, sino de la historia salvífica. Los cristianos  deben tener  en cuenta  que no son los primeros  ni únicos  en soportar  las dificultades  y sufrimientos. “ Tomad, hermanos, como ejemplo  de sufrimiento  y de paciencia  a los profetas, que hablaron  en nombre del Señor.”  El famoso  teólogo  K. Barth  ha afirmado  lúcidamente:” La esperanza  se actúa  dando el paso siguiente.”  La paciencia que nos pide Santiago es una paciencia dinámica, comprometida; compromiso que a veces adquiere matices de pasividad ( de aceptación ) y otras veces, de compromiso activo y coherente: “ No os  quejéis, hermanos, unos de otros  para no ser  condenados.