I Domingo de Cuaresma, Ciclo A
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD
En los tres ciclos el domingo primero de Cuaresma se lee la narración de Jesús tentado en el Desierto. El texto evangélico de este domingo es de Mt 4, 1- 11.
Primeramente podríamos preguntarnos: ¿ se trata de un hecho real o de un hecho teológico?¿Sucedió así como nos lo presenta san Mateo?. La narración es muy plástica y hasta muy antropomórfica. Diremos que el hecho sucedió, aunque no como nos lo cuenta san Mateo.
Debemos unir el Bautismo de Jesús; las tentaciones del mismo y su Transfiguración ( evangelio del segundo domingo de cuaresma de los tres ciclos). En el Bautismo se escucha esta voz, que salía de los cielos: “ Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.” En las tentaciones en el desierto. “ Si eres Hijo de Dios”, confesión de Satanás; en la Transfiguración; de la nube salió una voz, que decía: “ Este es mi Hijo amado en quien me complazco...”.
La tentación consiste en esto: en que Satanás quiere que Jesús acepte su Mesianismo, no como realmente debe ser, sino como quiere Satanás que sea. Jesús salió victorioso. Durante toda su vida Jesús será tentado en lo referente a cómo entender su Mesianismo; de aquí que lógicamente antes de comenzar su vida pública, es conveniente que conste cómo debe ser la Misión, es decir, su Mesianidad.
En Marcos y Mateo esta narración sigue inmediatamente a la del Bautismo de Jesús; Lucas, 3, 23-38, ha introducido entre estas dos perícopas su Genealogía; en el último versículo se dice: “ ... hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.” Jesús siempre será de la estirpe de Adán e hijo de Dios.
Esta estructura de Lucas nos puede servir para poder comprender las dos lecturas de la Eucaristía. El que va a ser tentado es un hijo de Adán, el cual, al contrario del primer Adán, no va a sucumbir a la tentación. Los tres textos veterotestamentarios con los que Jesús responde al diablo, describen la condición y la obediencia del hombre en general delante de Dios.
Adelantemos ya un poco la conclusión: la narración de las tentaciones de Jesús en el Desierto nos quiere mostrar ante todo a un hombre, a un judío fiel al Dios de sus padres. La filiación divina consiste precisamente en su obediencia humana, absoluta a las Escrituras de su pueblo; cosa, que Satanás, no interpreta correctamente como diremos.
Examinemos el texto evangélico: “ Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo”. El Espíritu va a conducir a Jesús durante todo su destino terrestre. De los tres sinópticos, es Mateo quien precisa más claramente que el Espíritu condujo a Jesús al desierto para ser tentado en él. Quizá nos resulte extraña, hasta escandalosa esta afirmación. No la entendamos como si el Espíritu permitiera que el diablo jugase con Jesús, sino que lo que pretende el Espíritu, mediante las pruebas de Satanás, es presentar y decir cómo se debe y como entiende Jesús su Obra.
“ Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.” En el mundo bíblico, el ayuno reviste un valor preparatorio, pero no ascético; quizá nosotros le hemos dado al ayuno un significado más ascético que teologal. Cuando el ayuno impide la dimensión teologal, se debe prescindir de él. El ayuno debe ayudarnos a una mejor preparación para ver los planes de Dios sobre nosotros. No debemos entender el número cuarenta en su significado real, sino simbólico, indicado por la historia de Israel. En el libro del Exodo 34, 28 se dice: “ Moisés permaneció alli con el Señor cuarenta días y cuarenta noches; no tomó alimento alguno ni bebió. Y escribió sobre las tablas las diez cláusulas de la alianza”
En libro primero de los Reyes, 19, 8 se nos cuenta: “ El se levantó ( Elías), comió y bebió; y con la fuerza de aquel alimento anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb”.
Estas menciones del ayuno y del hambre de Jesús resaltan su humanidad, su aspecto kenótico; hay que precisar, con todo, que se trata de la humanidad del Hijo. Nunca debemos olvidar la unión: humanidad-Divinidad.
Si el hambre indica la humanidad de Jesús; su no claudicar ante esta necesidad expresa su divinidad.
Satanás quiere tentar a Jesús precisamente haciendo uso de su debilidad humana: “ Si eres Hijo de Dios, ( como se escuchó en el día de tu Bautismo), di que estas piedras se conviertan en panes”. Un Mesías triunfalista hubiese reaccionado como le dice Satanás, quien trata de desviar a Jesús de su vocación de hijo obediente, invitándole a utilizar su autoridad de Hijo para sus propios fines. Jesús le responde con un texto, sacado del Dt 8, 3: “ Te humilló y te hizo pasar hambre, y después te alimentó con el maná que ni tú conocías ni habían conocido tus padres, para hacerte saber que no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Yahvé”.
El Jesús de Mt interpreta estas palabras en su sentido correcto: el pueblo en el desierto es probado; pero para bien. Jesús tiene hambre; pero quiere guardar los mandamientos de su Padre, quiere serle fiel.
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: “ Si eres Hijo de Dios, ( como se escuchará en la Transfiguración ) , tírate abajo, porque está escrito, ( Satanás cita el salmo 91, 11-12) “ Que él ordenará a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie”. Satanás interpreta provocadoramente este salmo, cuando su significado es otro. Este salmo canta la providencia especialísima de Yahvé refugio y fortaleza para todos aquellos que se confían a él. Jesús interpreta este salmo a la luz del Dt 6, 16: “ No tentaréis a Yahvé vuestro Dios, como lo habéis tentado en Masá”. No se puede abusar de Dios; Dios no hace milagros sin sentido. Como dirá San Juan de la Cruz: Dios es poco amigo de hacer milagros. El milagro nunca debe ser como un desafío a Dios.
El tercer asalto satánico abandona el terreno de las Escrituras para descubrir completamente el fin de la tentación: apartar a Jesús del servicio de su Padre para hacer de él un “ adorador” del diablo. “ Después, el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: Todo esto te daré, si te postras y me adoras”. Jesús nuevamente le responde con un texto bíblico, también del Dt 6, 12-13: “ Cuídate de no olvidarte de Yahvé que te sacó de Egipto, de la casa servidumbre. A Yahvé tu Dios temerás ( adorarás), a él servirás y por su nombre jurarás”.
Jesús no se vende a nadie ni por nada, se debe totalmente a Dios. Satanás se marchó derrotado.
Digamos una palabra acerca de la primera y segunda lectura. La lectura primera es tomada del Génesis 2, 7-9 ( creación del primer Adán) y también 3, 1-7 ( pecado de Adán). Lectura muy bien elegida. Si el primer Adán fue tentado y fue vencido; un hijo suyo ( Jesús ) también será tentado; pero no derrotado.
La segunda lectura está tomada de la carta a los Romanos: 5. 12-14. Adán y Cristo son los dos polos de la historia universal. Adán, el polo negativo, con su carga de pecado y de muerte. Cristo, el polo positivo en quien radican la gracia y la vida. Los dos tentados: uno resultó vencido y el Otro vencedor.