Tiempo de Adviento

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD 

 

 

LA CELEBRACION 

DE LA MANIFESTACION DEL SEÑOR

 

El adviento es la celebración de la espera  y manifestación de Cristo, recordando  su venida  en medio de nosotros.

            Aunque históricamente  este ciclo  nace independientemente de la fiesta de Pascua, está  englobado  en el  único  ciclo, en el único  misterio de Cristo.

            Tiene con el ciclo Pascual  una cierta semejanza: la preparación  ( Adviento), la celebración  ( Navidad- Epifanía), la prolongación  en el tiempo de Navidad con sus particulares  conmemoraciones  hasta el Bautismo de Jesús.  

            Aunque  la explicación del origen  y del desarrollo  de este ciclo  no es  clara  y orgánica  como la de Pascua, es esencial  en la actualidad  poner de  relieve  su relación  teológica  y pastoral.

            Navidad  pertenece al misterio pascual: Pascua de Navidad.

            Para comprender  hasta el fondo  el desarrollo de este ciclo, debemos  recordar  y aplicar  algunas  leyes de la evolución  litúrgica.

            Primero se predica  y se celebra el misterio pascual de Cristo. Posteriormente  la Iglesia  se remonta, con su predicación  primero  y celebración  después, a los misterios de la Encarnación  y de la Infancia de Jesús.  

            Influye en la consolidación de este ciclo la progresiva  reflexión  teológica  sobre el misterio de la divinidad  y humanidad de Cristo  y sobre la  maternidad divina de María, especialmente  a partir del siglo  IV y V.

            Hay,  finalmente, en la raíz  de este ciclo  una base de religiosidad  natural  o pagana  en torno al misterio  de la luz  y del sol, la fiesta  universal de Oriente  y de Occidente, fiesta que el cristianismo  trata de evangelizar bajo el signo de Cristo, luz del mundo.

            También influye  en este como en otros casos  la liturgia de la Iglesia  madre de Jerusalén, con las celebraciones  vinculadas a los lugares del nacimiento de  Jesús en la gruta de Belén.

            Existe  todavía  otro fenómeno  digno de nota, constituido  por el  intercambio de celebraciones  entre Oriente y Occidente. En  efecto, Oriente  celebra al principio, en los  primeros días de enero, la fiesta de la manifestación  del Señor, con su relación   con al fiesta de la luz, pero orientándose  hacia la conmemoración  del misterio de la manifestación  de Cristo en su Bautismo en el Jordán.

            En Occidente, especialmente  en Roma, se fija la conmemoración del nacimiento de Cristo  en torno a la fecha  del 25 de diciembre, en la fiesta  pagana  del solsticio de invierno en honor del Sol Invicto.

            Al final del siglo  IV, Oriente  celebra también  el nacimiento  de Cristo  en la fecha  romana del 25 de  diciembre.

            Occidente  celebra también  la Epifanía del Señor, con una  típica  acumulación  de hechos  manifestativos de los  cuales se habla todavía  en la liturgia romana:  la adoración de los  Magos, el Bautismo en el Jordán y el milagro de Caná.

 

            Por una  cierta simetría con la celebración de la  Pascua, posteriormente  se organiza  en Occidente  el Adviento

 

Capítulo primero

 

ADVIENTO, CELEBRACIÓN DE LA ESPERA DEL SEÑOR

 

HISTORIA

 

 

En los orígenes  del Adviento cristiano

 

Noticias  históricas, esparcidas en diversas iglesias especialmente en Occidente, nos permiten  deducir  el nacimiento de un período  de preparación  a Navidad  ya en torno  al siglo VI, poco más o menos  en una  época  posterior  al pontificado de León Magno, el gran teólogo de Navidad, que ignora en sus  sermones la existencia de este tiempo de preparación.

 

En España

 

Un canon  del Concilio de Zaragoza, celebrado aproximadamente en los años  380-38l, invita a los fieles  a acudir a la asamblea durante las tres semanas  que preceden a la fiesta de Epifanía, a partir  por tanto del día l7 de diciembre.

            Los cristianos  son invitados  a huir  de la dispersión  de las fiestas  paganas  de aquellos días, a reunirse  en asamblea.

            Parece  que se trata de un período  de preparación  al sacramento del Bautismo que se celebraba, según el uso oriental, asumido también por España, en la fiesta de la Epifanía  que celebraba  el Bautismo del Señor.

            Posteriormente  el rito  hispánico  conocerá  un sugestivo  tiempo de Adviento  con seis semanas  de preparación y con una preciosa eucología  en sus textos.

 

En Francia

 

En un sermón  medieval de Adviento  del abad  Bernón   de Reichenau ( + 1048) acerca de la  venida del Señor, se cita un  texto atribuido a san Hilario de Poitiers ( + 367), en el que  el santo doctor  invita  a los fieles  a prepararse  al Adviento del Señor con tres semanas  de prácticas  ascéticas  y penitenciales, tal vez como  reacción  a las fiestas  paganas  del fin del mes de diciembre.

            En el siglo  V  encontramos  una especie de cuaresma  o tiempo de preparación  a la fiesta romana de Navidad del 25  de diciembre, que comienza  seis  semanas  antes. Es la llamada cuaresma de san Martín, que empieza  precisamente el día  11de noviembre, fiesta de san Martín de Tours.

 

En Rávena

 

Parece  que en esta iglesia  local, puente  entre Oriente y Occidente, la preparación a la fiesta de Navidad  tiene un carácter  más destacadamente  mistérico, con oraciones  que se refieren  al nacimiento del Señor  y a su preparación en el AT. Son  testigos de esta tradición  tanto los sermones  de san Pedro Crisólogo como las oraciones del Rótulo  de Rávena. Las  oraciones, según algunos  autores, revelan el influjo  de san Pedro Crisólogo. Esta preparación  se orienta a la contemplación  del misterio del nacimiento del Señor más que a una serie  de prácticas  ascéticas, y reviste  un carácter  más teológico  y espiritual  que penitencial.

            En estos  textos, tal vez por influjo del Oriente, se habla  más del misterio del Verbo Encarnado, de la colaboración de María, de la espera de Zacarías e  Isabel, como  fruto de una lectura  espiritual de los episodios  bíblicos   que se refieren al nacimiento del Salvador. Algunos   textos  de esta  tradición  han sido  recuperados  en la actual  liturgia  romana del Adviento.

 

En Roma

 

Un efectivo  tiempo de Adviento se conoce en Roma solamente hacia el siglo VI. De las seis  semanas iniciales, como todavía  existen en el rito ambrosiano, se pasa definitivamente, con algunas  oscilaciones  que registran  cinco semanas, a las cuatro  definitivas, propuestas  por san Gregorio Magno.

            El carácter  escatológico  de este tiempo  parece  que deriva del influjo de san Columbano y de sus  monjes y encuentra  resonancia en un famoso  sermón de San Gregorio Magno  sobre Lc  21, 25-33 con ocasión  de un terremoto.

            Así, el  tema del último juicio  ha caracterizado definitivamente  el sentido del primer domingo de Adviento hasta nuestros días.

            La misma palabra latina adventus, aplicada  primitivamente  a la venida de un personaje, ha sido  asumida  por la liturgia  como la espera  de la venida  gloriosa  y solemne  de Cristo.

            El paralelismo de las dos  venidas  de Cristo, que tan fuertemente  caracteriza  hoy la liturgia de Adviento, es antiguo. La catequesis  XVª  Cirilo, que la Iglesia  propone  en el oficio  de  lecturas  del primer Domingo de Adviento, es un testimonio  del influjo  de este tema  en la vida  de los cristianos  y su orientación  espiritual hacia la espera del Señor.

 

La evolución posterior

 

En la sucesiva  evolución del Adviento  durante la edad media, se introducirán  elementos  típicamente  relacionados  con el misterio de la Navidad, como por ejemplo: el canto de Rorate coeli  desuper  y más  tarde las antífonas  mayores del Magníficat  que comienzan  con la palabra O, con su  hermosa  y cacacterística  melodía  gregoriana.

 

Adviento  hoy en la  Iglesia  occidental

 

Las normas  universales  sobre el año litúrgico  y el calendario, del año 1969, presentan así el carácter  propio del Adviento:” El tiempo de Adviento tiene  una doble  índole: es el tiempo de preparación  para las solemnidades de Navidad, en las que  se conmemora  la  primea  venida del Hijo de Dios a los hombres y es, a la vez, el tiempo en el que, por este recuerdo, se dirigen las mentes hacia la expectación  de la segunda  venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones  el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación  piadosa  y alegre” ( n. 39)

            “ El tiempo de Adviento  empieza con las primeras vísperas del Domingo  que cae el 30 de noviembre o es el más próximo a este día, y acaba  antes de las primeras vísperas de Navidad” ( n. 40)-

            En este tiempo  cabe distinguir  con claridad un primer período que se extiende  desde el principio  de Adviento hasta el día  l6  de diciembre  inclusive y un segundo  período  que va del l7  hasta el día 24 de diciembre.

 

            Hay que advertir que no se considera  como un tiempo de penitencia, sino más bien de alegre y gozosa  espera.

 

TEOLOGIA

 

Adviento, tiempo de Cristo: la doble venida

 

El tema de la espera es vivido en la Iglesia con el mismo fervor  que en la asamblea  cristiana  primitiva: el Marana- tha  ( ven, Señor)  o el Maran-athá  ( el Señor viene)

           

            La palabra  del Antiguo Testamento invita a revivir cada año en nuestra  historia la larga espera de los justos  que aguardaban al Mesías; la certeza de la venida  de Cristo  en la carne  estimula  a renovar  la espera  de la  última aparición  gloriosa  en la que las promesas  mesiánicas  tendrán  total cumplimiento, ya que  hasta hoy  se han cumplido  sólo parcialmente.

             Hace memoria  de nuestros padres  en la fe, patriarcas y profetas, escucha  a Isaías, recuerda el pequeño  núcleo de los anawim  de Yahvé que está allí para esperar  al Mesías: Zacarías, Isabel, Juan, José, María.

            En el hoy de la Iglesia, Adviento es una ocasión  para redescubrir  la centralidad  de Cristo  en la historia de la salvación, pasada, presente y futura.

 

Adviento, tiempo del Espíritu: el precursor  y los precursores

 

Adviento  es tiempo del Espíritu Santo. El verdadero  precursor  de Cristo en su primera venida es el Espíritu Santo. El Evangelio de Lucas  lo demuestra en su primer capítulo, cuando  todo parece  un anticipado  Pentecostés, una efusión del gozo mesiánico, para los últimos  protagonistas del AT, en  la profecía  y en la alabanza  del  Benedictus  y del Magníficat.

 

El cumplimiento de las profecías

 

La lectura  que ofrece  la Iglesia  en el Leccionario  ferial  y dominical  de los acontecimientos  de la historia sagrada, es precisamente  la de una fidelidad de Dios a sus promesas. Las profecías  mesiánicas  tienen  su cumplimiento.

            Por eso los personajes de Adviento son  sobre todo el profeta Isaías, el protoevangelista que con su mirada escruta los tiempos mesiánicos; Juan, el último de los profetas, amigo del Esposo que lo señala  ya presente; María y José, protagonistas  del misterio  y testigos silenciosos  del cumplimiento  de las profecías 

 

LITURGIA

 

La palabra de Dios en el Adviento 

 
El leccionario  ferial 

En la primera  parte del Adviento, hasta el día  16  de diciembre, se lee de manera  progresiva, pero  discontinua, el profeta  Isaías, casi exclusivamente, en la primera  lectura, con pasajes  mesiánicos y escatológicos.

            A estas  lecturas  proféticas  corresponden  textos evangélicos  que demuestran  el cumplimiento  de las profecías, que están  de algún modo  relacionadas  con la primera  manifestación  del Señor y anuncian la promesa  de su venida  escatológica.

            A partir del jueves  de la segunda semana  se leen  los pasajes  evangélicos  referentes a Juan Bautista, el Precursor, personaje  típico del Adviento, puesto que indica la presencia del Mesías.  

            En la segunda parte del Adviento, a partir del l7  de diciembre, se leen  progresivamente  en la primera lectura  oráculos mesiánicos  del AT  y se  proclaman  textos  evangélicos  de la infancia  según Mt y Lc. Es importante  la lectura  continuada del primer capítulo de Lucas con el anuncio a Zacarías, a María, con la narración  de la Visitación y el nacimiento del Bautista, con la preparación  al nacimiento de Cristo. 

El leccionario dominical

 

En líneas  generales, la armonización  de las lecturas de los cuatro domingos  de Adviento en sus  respectivos  ciclos  sigue algunos  criterios.

            La primera  lectura es profética. Se lee especialmente a Isaías, pero también  Jeremías, Miqueas, Baruc, Sofonías.

            La segunda lectura es del apóstol, con exhortaciones  a la vigilancia y a la vida  digna. Son textos de Pablo, pero también de Santiago  y de la carta a los Hebreos

            El evangelio  del primer domingo es escatológico. En el segundo  y tercero  se
retocadas.
            El tercer domingo de Adviento conserva su característico  tono de alegría  que le da la antífona de entrada,” Gaudete”, y el tradicional  uso del color  rosa en los ornamentos.

 

            La omisión del Gloria  en las celebraciones  dominicales  de Adviento  no tiene carácter  penitencial, como  en Cuaresma; reviste una función  psicológica  y pedagógica: se omite  en espera del canto  solemne del Gloria en la noche  de Navidad.

 

La liturgia de las Horas   

            La liturgia oracional del Adviento  se ha enriquecido  notablemente  con las invocaciones  en Laudes  y Vísperas. Buena la selección de textos  bíblicos  y de lecturas  bíblicas  continuadas  del profeta Isaías, de textos  patrísticos  en sintonía  con la espiritualidad de Adviento.

            Son características las antífonas  mayores del Magníficat de los días  17-23 de diciembre, que comienzan  con la exclamación  Oh  y componen, en latín, con las  iniciales, la frase ERO  CRAS ( seré mañana): Emmanuel, Rex  gentium, Oriens, Clavis  David, Radix Jesse, Adonai, Sapientia.

 

ESPIRITUALIDAD

 

El misterio del Cristo que viene

            La liturgia de Adviento  ha desarrollado  en la Iglesia  una auténtica  espiritualidad  litúrgica, centrada  en la venida del Señor  y en su espera. Venida del Señor  en la carne; adviento  del Señor al final de los tiempos, constante  presencia del Señor  en su Iglesia  y en el corazón  de los fieles  que lo acogen  con amor.

            Las palabras clave del tiempo de Adviento son atención y vigilancia, acoger  y compartir. Velar en espera de Cristo.

            La espera es una de las características del cristiano. El Adviento la renueva. La Iglesia es la comunidad de la esperanza. 

Adviento, tiempo de la Iglesia  misionera y peregrina

La Iglesia ora por un Adviento  pleno  y definitivo, por una venida  de Cristo  para todos los pueblos  de la tierra que todavía no han conocido  al Mesías o no lo  reconocen  aún  como al único Salvador.

Adviento, tiempo por excelencia de María, la Virgen de la espera           

            Es el tiempo  mariano por excelencia del año litúrgico. Lo ha expresado  con toda autoridad Pablo VI en la Marialis  Cultus, nn.3-4. Históricamente  la memoria de María  en la liturgia  ha surgido  con la lectura  del evangelio de la Anunciación.

            Desde los primeros días del Adviento  hay  elementos  que recuerdan la espera  y la acogida  del misterio de Cristo por parte de la Virgen de Nazaret.

            La solemnidad de la Inmaculada Concepción, aun no siendo  propia del ciclo del Adviento, se inserta  armónicamente  en este tiempo; en ella  celebramos, como sugiere  Pablo VI en la Marialis  cultus, la “ preparación  radical a la venida del Salvador y feliz  principio de la Iglesia  sin mancha  ni arruga” ( n.3).

            En las ferias  del l7 al 24, el protagonismo litúrgico de la Virgen  es muy  característico  en las lecturas bíblicas, en el segundo prefacio de Adviento que recuerda la espera de la Madre, en algunas  oraciones, como la del 20 de Diciembre que nos trae  un antiguo  texto del Rótulo  de Rávena, o en la oración  sobre las ofrendas del IV domingo  que es una  epíclesis  significativa  que une  el misterio eucarístico  con el misterio de Navidad en un paralelismo entre María  y la Iglesia  en la obra del único Espíritu.

            En una  hermosa  síntesis de títulos podemos  presentar estas pinceladas  de la figura de la Virgen del Adviento  al hilo  de los textos  evangélicos y proféticos  que aluden a la Santa Madre de Dios.

            María es la llena de gracia, la bendita entre las mujeres, la Virgen, la Esposa de José, la sierva del Señor. Es la mujer  nueva, la nueva Eva. Es la Hija de Sión, la que  representa  el antiguo  y el nuevo Israel. Es la  Virgen del “fiat”, la Virgen  fecunda. Es la Virgen de la escucha  y de la acogida.

            Adviento  es el tiempo de la Hija  de Sión, Virgen de la espera que en el “fiat”anticipa  el Marana tha de la Esposa.

            La Virgen de Adviento  resume en sí las esperanzas  de su pueblo  y las  relanza  como esperanzas de la  Iglesia. Como protagonista  del misterio de la Encarnación  ofrece  su colaboración  y su  complicidad a Dios. Y el sí  de la Anunciación  se convierte  en el sí de la nueva alianza. El canto del Magníficat es la narración  de las grandes  obras del Señor  con un pasado, un presente  y un futuro en el que  todo está  envuelto  en la misericordia  del Señor  que ha  mirado  la humildad de su sierva.