Viernes Santo: Celebración de la Pasión

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD 

 

 

Hoy entramos de  lleno  en el Triduo  Pascual, ya inaugurado   a modo de prólogo  con la Eucaristía   vespertina de ayer.  

El viernes   y el sábado  no tienen   Eucaristía. El Viernes, y también  a ser posible  el Sábado, se vive  austeramente, con el ayuno  llamado “pascual”, que no tiene  color penitencial  (aunque es el aspecto que más se acentúa todavía en la práctica) sino de inicio  ya cúltico  de la Pascua. 

            Después  de una entrada  austera, sin canto, y con  una postración  contemplativa; esta sobria entrada  se cierra con una breve oración; pero muy densa de contenido, en la  cual  pedimos al Señor dos cosas y  confesamos  el significado de este misterio, que vamos a celebrar: “Recuerda, Señor, que  tu ternura  y tu misericordia  son eternas; santifica  a tus  hijos..., pues  Jesucristo, tu Hijo, a favor  nuestro  instituyó  por medio  de su sangre  el misterio pascual”           

            Pasamos después  a la  Pasión  proclamada ( las lecturas), la Pasión  invocada ( La gran oración universal), la Pasión  venerada ( el gesto de la  adoración  de la cruz ) y la Pasión comunicada  ( la comunión  eucarística ).  

            Aquí solamente vamos a presentar la Pasión proclamada (La Liturgia de la Palabra  en su sentido más estricto: Las lecturas bíblicas.

            Las lecturas   apuntan   claramente  a la muerte  salvadora  de Cristo. Empezando   por el cuarto   Cántico  del Siervo (el domingo  de Ramos leímos  el 3º, y entre  semana   también  los otros dos).

            En los  Cánticos   del Siervo  doliente  han venido  a remansarse  los más finos  sentimientos   y los actos  más heroicos   del pueblo  de Dios. En el  cuarto  Cántico   el Siervo  aparece  identificado  con el pueblo en la tristeza, pero  distinto  de todos sus miembros  en la inocencia  de su vida  y en la entrega  total  al servicio  de Dios.  

            La doctrina   del sufrimiento  expiatorio  encuentra una  suprema  expresión  en estos versículos.

            El estilo  y la idea  se compenetran  de manea  que pocos  pasajes   de la Biblia  alcanzan  tal poder  de expresión, equilibrio y contraste.

            Dios pronuncia  las primeras  palabras  de esta  lamentación, anunciando  el triunfo  del Siervo.

            Prosperará mi Siervo. La victoria  del Siervo  es el resultado  de su obediencia  a los sabios  planes salvíficos  de Dios. Muchos. Palabra clave en este Cántico. Se asombraron; otros traducen: se  horrorizaron.  

Creció como un retoño delante de él .Estas palabras  traen  a la memoria  las promesas   hechas  a la familia  davídica. “Como raíz de tierra árida”. Aunque el árbol  de esta   dinastía  ha sido  abatido  y sus  descendientes  están olvidados, Dios hará  que brote  una nueva rama de la raíz  que ahora está  oculta. El renuevo  es débil, carente de  vistosidad, como el  Siervo:   No tenía apariencia ni presencia.

            El siervo  experimenta  ahora  uno de los más  insoportables  tipos  de aflicción: el verse  rechazado por los suyos. El Siervo  revive  la figura  de Jeremías, que  también  fue  despreciado  y rechazado  por sus propios    hermanos: Despreciable y desecho de hombres. El versículo final  nos hace   pensar   en un leproso  expulsado  de la Comunidad: “despreciable, y no le tuvimos en cuenta.”

            Reaparecen   las dos ideas: pecado  y rechazo. Herido. Alguna vez este término se traduce  por “repudiado”. “nuestras rebeldías”, este término  indica “ofensas” contra el amor  personal de Dios. Castigo: Esta palabra  viene  a recordar  el poder   disciplinar  o educativo  del sufrimiento. Dios inculca  el arrepentimiento  a través  de la calamidad  que el pecado  trae consigo.

            Ovejas... camino: Estas  expresiones  introducen  en el Cántico  otros temas   bíblicos. Cargó  sobre él. Esta  expresión  será   utilizada  frecuentemente   en el kerigma  cristiano  como un término  técnico  para expresar  cómo Dios  entrega   a su propio   Hijo  a la muerte.

            El silencio  del Siervo  es cosa  desacostumbrada, pues lo normal  es que  los  afligidos   griten  su dolor. Duramente  oprimido. Recuerda  la opresión  en Egipto. Como un cordero: Trae  a la mente  la conducta  humilde  de Jesús.

            La soledad   del Siervo  llega a tales extremos  que  es casi  desesperada:     Tras arresto y juicio fue arrebatado.

            Se proclama  una vez más  la victoria, aunque  no la verá  en los días  de su vida.” Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días,   y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano.”

            Por su sufrimiento o por su conocimiento: es decir, mediante   una plena  unión  experimental  con su pueblo  doliente  y pecador. Justificará a muchos: Compartirá  con ellos  su propia  bondad, cumpliendo así  las divinas  promesas.

“Entre los grandes... poderosos”: El Cántico termina  ensalzando  al Siervo  por haberse  identificado  tan estrechamente  con sus hermanos, los hombres  abrumados  de tristeza. Los dones divinos  del Siervo  son  para ellos  un medio  de salvación. Si bien  la inocencia  del Siervo  lo sitúa  completamente   aparte  de todos los  demás, siempre  vuelve  a integrarse  en la colectividad.           

            He querido hacer un análisis  de este Cántico, pues así podemos ver mejor en él  la figura de Cristo, el Crucificado. 

            El estribillo  del salmo  responsorial es el siguiente: “Padre, a tus manos  encomiendo  mi espíritu”.  Ponemos  en boca  del Siervo este grito  y también en los labios de Cristo.  Este salmo 30  es como un eco  del  cántico  de Isaías, expresando el dolor  del justo: “soy la burla  de mis enemigos” y, a la  vez , su confianza:” pero  yo confío en ti, Señor, haz brillar  tu rostro  sobre tu siervo” 

La segunda lectura está  tomada de la Carta a los Hebreos. El autor   de la Carta   anima a sus lectores  a la perseverancia en su seguimiento de Cristo, para ello  les propone  su ejemplo.

            El autor desea  subrayar la superioridad  de Jesús  con respecto  al sumo  sacerdote  judío, con el que lo  compara constantemente.  El cristiano no debe ceder al desaliento, al desánimo, pues: ya que  tenemos   un Sumo  Sacerdote  que ha  atravesado el cielo-Jesús. 

            El autor  conoce  la tradición  evangélica  de las tentaciones de Jesús. La única  diferencia  que señala  el autor  entre las tentaciones  de Jesús  y las  de sus discípulos  es que él  nunca sucumbió a ellas. El cristiano  no debe extrañarse  al sentir en su propio ser la tentación.  “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros 

            Nunca nos debe faltar la confianza, por lo tanto debemos ser santamente osados. El  reinado  de Jesús exaltado  es un  tema  presente en la carta a los Heb, como  lo demuestra  el frecuente  uso  del Sal 110, 1: “Oráculo de Yahveh a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies.”

             Esto debe producirse en nosotros una gran seguridad: “Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna”.

            El versículo 6 del capítulo 5º “Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec.” demostraba que en  Jesús  se cumple  el requisito   de ser  llamado  por Dios  para ejercer el sumo  sacerdocio

            Los vv. 7-8  lo presentan  como idóneo   para compadecerse de los pecadores. “El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que  podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente”. Cuando  vivió en la espera de la carne.

            Habiendo ofrecido... ruegos...al que podía  salvarle de la muerte: Hay  aquí  al menos   una alusión  primariamente   a Getsemaní. Fue  escuchado por su actitud reverente. La muerte de Jesús era esencial  para su sacerdocio; pero, de no  haber sido  rescatado de la muerte por la resurrección, ahora   no podría   ser el sumo  sacerdote  de su pueblo.

            “Y aun do Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia;”

Aunque  era Hijo: El autor    considera  la filiación  de Jesús   de dos maneras: fue hecho  Hijo  al ser exaltado; siempre fue Hijo porque existía   junto al Padre ya antes  de aparecer  sobre la tierra. (En términos   de la teología  posterior, la resurrección-exaltación  dio a la naturaleza  humana  de Jesús   una plena  participación  en su  naturaleza   divina). Ambos    conceptos   son enteramente   compatibles.

            Con lo que padeció  experimentó la obediencia: El motivo   de aprender   a través   del sufrimiento  es corriente  en la  literatura   griega, pero este texto  juntamente con  Flp 2, 8: “y se humilló a sí mismo,  obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.” Son   los únicos  lugares del  NT   en que se  menciona  explícitamente  la obediencia   de Cristo  en su pasión.

            “Y  llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen,”

            La obediencia   de Jesús   lleva  a su consagración  sacerdotal, que a su vez  lo cualifica  para  salvar  a los que le obedecen. Jesús  ofrece   a sus discípulos  una salvación  que es   eterna porque  está  fundada  en su sacerdocio  eterno.            

            Toda la doctrina  de estas dos lecturas  queda expresada  y realizada en la pasión del Señor           

            El Viernes  Santo  leemos  cada año  la Pasión  según  Juan, mientras   que el domingo  de Ramos  se van  alternando  los otros   tres evangelistas.            

Vamos a presentar lo peculiar  y característico  de la Pasión según San Juan; también apuntaremos algunas líneas de su teología.

            El evangelio  de Jn  nunca deja   de recordarnos  que se trata  del relato  de una victoria. En consecuencia, no leemos  nada  referente  a la agonía en el huerto, y sólo se explica  una mínima  parte de las  humillaciones  que sus jueces   hicieron sufrir  a Jesús.

            La  comparecencia  de Jesús  ante Pilato le ofrece  una oportunidad  para afirmar  su soberanía  en este mundo. Es un rey  cuando se  le corona   de espinas (una gran ironía teológica).

            Así, desde  el principio   hasta el fin, y no sólo  en la resurrección  y en el  don del Espíritu Santo, todo  este relato  habla  de la glorificación  de Cristo

            Como hemos dicho: Juan   omite  el relato  de la agonía   de Jesús, de su oración, del ángel que le consuela,  etc., que  aparecen   en Mc 14,26.32-52 par. 

            San  Juan emplea los capítulos 18-19 para hablar de la  Pasión-Crucifixión-Sepultura de Jesús.

            Hay que estar muy atentos, puesto que el Evangelista San Juan en muchas de sus frases nos quiere comunicar algo muy distinto de lo que a primera vista puede parecer.  

            En el v. 3  del capítulo 18 (el que ahora estamos  analizando) dice: Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas

Jn.  Sugiere que el huerto  era el  lugar  en que Jesús  se ocultó  de sus enemigos  durante  la Semana Santa: “Por el día enseñaba en el Templo y salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos.” (Lc 21, 37). No es esta luz, que traen, la adecuada para ver a Jesús. Sus linternas  no dan luz, son opacas.  

            Podemos sintetizar los vv. 4-9: 4Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: « ¿A quién buscáis?»

            Jesús domina  por completo   la situación. Sabiendo   lo que había de ocurrir, toma la iniciativa  dirigiéndose   él mismo  a la fuerza  armada. Al identificarse  Jesús: “Yo soy”, el tropel  se echa   atrás  en medio   de una confusión: retrocedieron y cayeron en tierra. Juan interpreta  su acción  como un reconocimiento  inconsciente  de una  aparición  divina.  

dejad marchar a éstos.»  Jesús   preserva a los suyos  de ser eliminados, como  prometió  que lo haría: “Cuando estaba yo con ellos,  yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición,  para que se cumpliera la Escritura.” (Jn. 17, 12)  

            Imprime su impronta  en los vv. 12-27: Jesús   ante  Anás:  

13 y le llevaron primero a casa de Anás: Solo  Jn consigna   esta comparecencia   ante Anás. Había sido  sumo sacerdote  en 6-15 d.C. y tenía   la singular  distinción  de que  le sucedieron  en aquel  oficio   cinco  hijos suyos, un nieto  y un yerno  ( Caifás). Anás  era considerado  como patriarca  de una   “familia”  de sumos   sacerdotes. Ello hace  muy creíble  que Jesús   fuera  conducido  a su casa  en primer lugar. No hubo  juicio  alguno  en casa   de Anás, pues legalmente  un juicio sólo  podía  desarrollarse  durante   las horas del día.

Anás, pues era suegro Caifás: Conocemos   este parentesco  únicamente   por Jn 

14 Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo: cfr. “ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.» (Jn 11, 50)  

15 Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo: Los sinópticos  sólo   presentan a Pedro  siguiendo a  Jesús. ¿Hay que   identificar  a este otro  discípulo con “el que  Jesús amaba”?.

            También tienen alguna peculiaridad  algunos  versículos  siguientes:

19El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. 

El interrogatorio  de Jesús  tiene en Jn  carácter  meramente  exploratorio sobre  sus discípulos  y su doctrina. Refleja   la preocupación  del sumo  sacerdote, que en parte  debía centrarse en las posibilidades  de Jesús  como cabeza  de un levantamiento. Jesús   ignora   esta  pregunta  por superflua, ya que es bien conocida  su actitud  ante  semejantes  asuntos. 

24Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás. 

Después del   interrogatorio  informal   en casa de Anás, Jesús  es remitido a Caifás para el verdadero juicio, que se tuvo   en la mañana.  Juan anota  el hecho, pero nada  dice acerca  del juicio 

            En los versículos   28-40 de este capítulo 18 nos narra San Juan  la escena  de Jesús  ante Pilato. 

 El v. 28 es propio de Juan y además  tiene un detalle interesante:  

28De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. 

Es  viernes por la mañana, a continuación  del juicio  de Jesús  ante Caifás. El pretorio. Nombre de la   residencia  oficial   del prefecto. La capital  romana  de Palestina  era Cesarea, no Jerusalén, y  es  en la primera  donde se hallaría   el pretorio  principal. Pero,  especialmente  con ocasión   de  las grandes   fiestas judías, el  prefecto  solía  trasladar su residencia  a Jerusalén. . Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua. Entrar   en una casa  gentil   hubiera  significado  incurrir   en impureza  ritual, que supondría  verse obligado a retrasar  la cena pascual   

29Salió entonces Pilato fuera donde ellos y dijo: « ¿Qué acusación traéis contra este hombre?»

30Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado.» 

Poncio Pilato, prefecto  de Judea  en los años  26-36 d. C. Su gesto  de acomodarse  a la actitud  de los judíos  que no quieren  entrar  en el pretorio es muy típico de su carácter. La pregunta  de Pilato  nos significa necesariamente  que no  tuviera  conocimiento  de la actitud  de aquello hombres hacia  Jesús; lo que  quiere   saber  es si se trata  de una acusación válida  en el derecho romano. Los enemigos  de Jesús   no podían  presentar   ninguna   realmente  efectiva, y de ahí  su esfuerzo   inicial  por intimidar a Pilato  para que éste  hiciera lo que ellos  querían  sin escuchar    acusaciones  especiales.

            31Pilato replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley.» Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie

            Pilato   se niega  a entrometerse en el asunto sobre tal base, obligando  así a  los judíos a manifestar   abiertamente  sus designios  con  respecto  a la vida  de Jesús. Nosotros no podemos dar muerte a nadie. Se ha   negado   frecuentemente   la historicidad de esta  afirmación. 

  Se han   citado  pasajes  del NT  tales  como Hechos 7,  58 s: “le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven  llamado Saulo.

Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»

Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.” A favor de que   el sanedrín  tenía   facultades en tiempo de Jesús  para   dictar  sentencias de muerte.

“«Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado.»

 En Lc 23, 2 se describen algunos hechos, que Jesús ha realizado y por los cuales  va ser juzgado:” Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»

34Respondió Jesús: « ¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». Jesús  ofrece  a Pilato  la oportunidad  de asumir  una actitud  personal  ante la luz. A esta pregunta Jesús responde en los sinópticos: “Tú lo dices”. 

35Pilato respondió: « ¿Es que yo soy judío?: 

Numerosos   comentaristas  advierten  aquí  una nota  de desprecio hacia los judíos; algunos insisten  en que lo único   que  claramente  expresa la  observación  de Pilato  es que no conoce a Jesús  sino  a través  de los informes  de las autoridades judías. 

36Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo: la   conversación  permite  a Jesús precisar  el carácter de la realeza  que ciertamente  le corresponde. Aunque  el evangelio  de Juan  no ha insistido  apenas  en la idea  de Jesús como rey, se trata  de una concepción  corriente  en la tradición  sinóptica   y en la primitiva  predicación  cristiana , que refleja  la autopresentación  de Jesús como plenitud   del ideal  veterotestamentario   de un Mesías  rey. Con mucha  mayor claridad  que los paralelos   sinópticos  ( cfr. Lc  23, 3; Mc  15, 2; Mt 27, 11), esta afirmación  de Jn  define  el carácter  absolutamente no político  y no nacionalista  de la realeza  de Jesús.

Si mi Reino fuese de este mundo,: Jesús  ofrece  la mejor  prueba  de la naturaleza  espiritual  de su  reino en términos  que Pilato  puede apreciar  

37Entonces Pilato le dijo: « ¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido          y para esto  he venido al mundo:          para dar testimonio de la verdad.      Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» 

Como Pilato  insiste  buscando  una respuesta  directa, Jesús  hace  la misma afirmación  que aparece  en Mc 15, 2: “Pilato le preguntaba: « ¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.”. En el  sentido  que la  palabra   tiene para  Pilato, Jesús   no es rey ; de  este modo, la aplicación  del título  a Jesús  por Pilato representa  un caso  más de ironía  joánica.

            Como Jesús  ya ha dado a entender  al hablar  de su reino, él es rey. No un rey  de este mundo, sino  un rey  que “ha venido al mundo” y la   esencia  de su reino  es “dar  testimonio  de la verdad” Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» De nuevo  invita  implícitamente  Jesús  a Pilato  a adoptar   una postura, a ponerse   del lado  de la verdad  y la vida.  

38Le dice Pilato: « ¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él.

La  pregunta  que  hace Pilato, típica   de la mentalidad romana, basta  para  demostrar  que ya pertenece al mundo que rechaza  la luz. Pilato  no espera  contestación, pues está convencido  de que no  la hay; la indiferencia  hacia  la verdad  equivale a rechazarla. Sin embargo, Pilato  ha comprendido  lo suficiente  como  para darse  cuenta  de que Jesús  no supone  con su doctrina  ninguna  amenaza  a la seguridad  imperial.  

San Juan   nos  narra la flagelación  de Jesús  en el capítulo 19, 1-5. No hay matices especiales  en Juan  acerca de la  flagelación.  

                        Nuevamente  el Evangelista San Juan  nos presenta  a Jesús  ante Pilato (19, 6-16). Aquí San Juan expresa  su teología, adquiriendo  esta narración matices especiales.  

7. Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios.»

La ley  a que se hace  referencia   es Lv 24, 16: “Quien blasfeme el Nombre de Yahveh, será muerto; toda la comunidad lo lapidará. Sea forastero o nativo, si blasfema el Nombre, morirá

A aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo,  ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho)  "Yo soy Hijo de Dios"? (Jn. 10, 36), donde  se relaciona   la pretensión  de ser Hijo de Dios  con la blasfemia.

Porque se tiene por Hijo de Dios.» 

8Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún más. Juan  no nos  ha dicho  mucho acerca  de la actitud  personal  de Pilato  con respecto a  Jesús, en la que parece   que entraba  una especie  de temor  supersticioso. “Hijo de Dios”  también   tenía  cierto significado   en la  superstición pagana, aludiendo  a hombres  divinos   o divinizados  con poderes   sobrehumanos y quizá  maléfico. 

9Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: « ¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le dio respuesta 

Es muy  posible  que el evangelista  pretenda  que se  interprete  esta pregunta  a la luz   de la afirmación  que ha hecho  Jesús  de ser Hijo de Dios; en este caso  equivaldría  a preguntar  a Jesús  si es humano  o si  viene del cielo. En tal caso  tendría sentido el silencio  de Jesús: si Nicodemo  y los judíos   eran incapaces   de entender  que había venido  de arriba, más difícil  le resultaría  comprenderlo a un romano. Sin embargo, en una   etapa anterior de la tradición, la pregunta  pudo   representar  un esfuerzo  de Pilato  por encontrar  una escapatoria  jurídica. Leemos en Lc 23, 6: “Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo”. Aquí  aparece Pilato  preguntando  si Jesús era   galileo y sirviéndose  de esta información  para remitirlo a Herodes, bajo  cuya jurisdicción  estaría  Jesús.

Pero Jesús no le dio respuesta. El silencio  es sólo   momentáneo  en Juan, pues  Jesús volverá  a hablar en el versículo 11.

10Dícele Pilato: « ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte? 

Pilato se irrita  por el silencio  de Jesús, tomándolo  no sólo  como una ofensa  a su autoridad , sino también  como una  muestra  de ingratitud  por parte  de este hombre cuya  vida estaba dispuesto a  salvar:  

11Respondió Jesús: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha  entregado a ti tiene mayor pecado.» 

Obviamente  no se trata  de que le haya sido  otorgado  por el emperador   Tiberio, sino por Dios. Cualquier  poder   que se ejerza  sobre Jesús  viene de Dios, pues sólo  el Padre  es mayor  que él. Sólo  porque  Dios  lo ha querido, puede  decidir  Pilato la suerte  de Jesús: “Estas palabras las pronunció en el Tesoro, mientras enseñaba en el Templo. Y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.”  (Jn 8, 20)

Por eso, el que me ha  entregado a ti tiene mayor pecado.» Es posible  que Jesús  no señale   a nadie en concreto, pero por “el que” designa a  todos   y a cada  uno   de los dirigentes   judíos  que le han   puesto en manos   de la autoridad  romana. Aquí  no se hace  ninguna   referencia a  Judas. Juan  atribuye  al pueblo  judío   la entrega   de Jesús  a Pilato 

12Desde entonces Pilato trataba de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César.»

Confundido  Pilato  por la   doctrina   de Jesús, pero  sin dejar   de reconocer  que no entraña   amenaza alguna  contra la política  de Roma, Pilato  insiste  en su decisión  de dejarle  libre. Pero los judíos  recurren  ahora  a su último  recurso   para persuadirlo: la amenaza  de denunciarlo  al emperador  por favorecer  a sus enemigos. Denuncia  como ésta  habían  sido la causa  de que cayera  en desgracia  más de un  prefecto  de Palestina. Pilato no tenía  otra  opción  que sacrificar  a Jesús. 

13Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá.

Ocupando  su puesto  en el tribunal, se dispone  a dictar sentencia  de muerte. El Pavimento  de Piedra: Jn   utiliza   este  término (Lithostrotos) como un   nombre propio, equivalente  griego  del nombre  arameo  Gabbatha, que significa  lugar elevado.  

14Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro  Rey.» 

Esta noticia  se contradice   con Mc  15, 25,  que sitúa  la crucifixión  hacia las nueve   de la mañana. Ambas indicaciones   de tiempo  son  indudablemente  simbólicas: Juan  quiere traer a la mente  del lector  la tipología  del cordero  pascual  que era    degollado  después   del mediodía  del día  de preparación , mientras   que Marcos  quiere relacionar  las tinieblas  que acompañaron  a la crucifixión  con las “tinieblas del mediodía”. “Sucederá aquel día - oráculo del Señor Yahveh -que yo haré ponerse el sol a mediodía,  y en plena luz del día cubriré la tierra de tinieblas.” (Amós 8, 9). La indicación  cronológica  de Jn  responde  más a la realidad, ya que  resulta  difícil  imaginar  que toda la actividad  de aquella  mañana se desarrollara  antes de las nueve. Aquí tenéis a vuestro  Rey.»  

Aquí, en el versículo  siguiente y en los vv. 19-22 Pilato  insiste   en llamar  a Cristo rey  de los judíos. Era el día de la Preparación. El término griego  parasceve, si bien  el semítico  tiene   el sentido  de “vigilia, víspera” Podía  aplicarse al viernes, día anterior  al sábado, y en este sentido  lo entendieron  los sinópticos. Para  Juan, sin embargo,  no es sólo el día  que precede  al sábado, sino  también  la víspera   de la Pascua; el “día de  la preparación”  

15.: «No tenemos más rey que el César.» 

Pilato  consigue  irritar  finalmente  a los dirigentes   judíos, que quieren la muerte   de Jesús a cualquier  precio y llegan  a renegar  de su herencia  religiosa  y nacional: “Pero Gedeón les respondió: «No seré yo el que reine sobre vosotros ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey.» (Jueces 8, 23); “Pero Yahveh dijo a Samuel: «Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. Porque no te han rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos.” (1 Sm  8, 7); “Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti,  ha alejado a tu enemigo.  ¡Yahveh, Rey de Israel, está en medio de ti, no temerás ya ningún mal!” (Sof 3, 15).  Su réplica  es indudablemente   irónica, ya que en tiempos  de Juan  estos mismos judíos  habían  visto  destruida   su autonomía  como resultado   de su rebelión  contra el César.  

16Entonces se lo entregó 

Pilato  cede  a las exigencias  de que Jesús  sea crucificado; los   ejecutores efectivos, por supuesto, siguen   siendo los romanos. Juan   no presenta  realmente   a Pilato  pronunciando  sentencia  contra Jesús, pues  para él  se está  efectuando  en realidad   el juicio  del mundo, no  el de Cristo. 

 LA  CRUCIFIXION Y MUERTE   DE JESUS  (19, 17-37). En esta  narración  se continúa  la nota  positiva  de la glorificación  de Jesús. No se menciona   a Simón de  Cirene, pues  Juan   presenta  a Jesús  dominando  en todo momento  su propio  destino. Juan  no concede un puesto   en su cuadro  triunfal  a las lamentaciones  de las mujeres de Jerusalén (Lc  23, 27 s) ni a las burlas dirigidas a Jesús  en la Cruz  (Mc 15, 29-32). Jesús   muere  proclamando  que está cumpliendo  la obra  que había venido a  realizar.  

17y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, 

Llevando  él mismo la cruz: Era costumbre   que el condenado  llevara  sobre  sus hombros  el travesaño   del instrumento  de ejecución; el palo  vertical  se encontraba  probablemente fijo  en el lugar  de las ejecuciones. El lugar de la Calavera. Todos   los evangelios   están de acuerdo  en el nombre  de este lugar  extramuros  de Jerusalén. 

19Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los  judíos.» 

El título  clavado  a la cruz  de Jesús, de acuerdo  con la costumbre  romana  de hacer  pública   la causa  de la ejecución, es mencionado  por los cuatro  evangelistas. Jesús  el Nazareno, el Rey de los judíos. Estas palabras  constituirían  desde el  punto de  romano la justificación  para ejecutar  a Jesús  por rebelde  al gobierno  imperial.  

21Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos".» 

Sólo  Jn  consigna la discusión  que luego  se produjo  entre Pilato  y los  sumos  sacerdotes. Es posible  que Jn  vea  una última  ironía  en el hecho  de que  Pilato, el gentil, insistiera  en aplicar  a Jesús  este título, mientras  que los judíos  lo siguieron  rechazando  con igual  empeño. 

            El  siguiente  pasaje   es característico   de Jn, aun  cuando  la mayor  parte  de los acontecimientos consignados  aparecen  también  en la tradición  sinóptica. Como  en tantas  otras ocasiones, en el libro  de la los Signos y también  en otros   pasajes, Juan  se esfuerza  por inculcar  a sus lectores  el significado   espiritual  del cuanto dijo  e hizo  Jesús.  

“23Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo.

24Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se cumpliera la Escritura: = Se han repartido mis vestidos,  han echado a suertes mi túnica. = Y esto es lo que hicieron los soldados. 

Todos   los evangelistas  mencionan  el reparto  de las vestiduras  de Jesús. Los vestidos   del reo  pertenecían  por derecho  a sus ejecutores. Probablemente  también  todos  los evangelistas   ven  en este hecho  el cumplimiento  del Sal 22, 19: “repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.”

Sólo  Juan  observa  que había   cuatro  soldados. Unicamente   Juan  habla  de la “túnica  inconsútil”  que llevaba Jesús.

            La vestidura  del sumo  sacerdote  es descrita  en términos  parecidos por  Josefo, y la tradición  rabínica  menciona  también las túnicas   sin costura  en relación  con Moisés  y Adán. Es posible  que Juan  insinúe   el carácter  sacerdotal   de Cristo  en la crucifixión, puesto que estaba  prohibido  desgarrar  la túnica  del sumo  sacerdote: “El sumo sacerdote, superior a sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción y que recibió la investidura para vestir los ornamentos, no llevará desgreñada su cabellera ni rasgará sus vestidos” ( Levítico 21, 10).

            También podía  pensar  en la túnica de José: “Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser para él el hijo de la ancianidad. Le había hecho una túnica “de manga larga. (Génesis 37, 3). José es tipo de Cristo por haber sido  traicionado  por sus hermanos  y ser, a pesar  de todo, su salvador

Los Padres  de la Iglesia que  vieron  en la túnica   inconsútil  un símbolo de  la unidad de la Iglesia, la herencia de Cristo, en contraste con la  división  que su  venida  significó  para los judíos 

25Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. 

Mc 15,40 dice: “Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé,”; pero, con  excepción  de María  Magdalena, no es seguro  que Jn  y los sinópticos  traten de  señalar   a las mismas mujeres. La hermana de su madre. Si hemos   de identificarla  con Salome  (Mc), la madre  de los hijos de Zebedeo (Mt), el evangelista  Juan sería  primo de Jesús. Sin embargo  el NT  suele   distinguir  entre  Santiago, el hijo de Zebedeo, y el otro Santiago, al que  llama “hermano de Jesús”.

María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Posiblemente es la madre  de Santiago  y José. Tenemos en Mt 13, 55: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?”. Tenemos también a Marcos 6, 3: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.”. De aquí  concluimos  que la mujer de Clopás  era familiar cercana   de la madre de Jesús. 

26Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, Sólo  Jn  menciona la presencia  de los dos  al pie de la  cruz. Lo que sigue  es perfectamente  comprensible  en sí: un acto  de piedad  filial  característico de Jesús. Pero  además   es un “signo”  de la maternidad  espiritual    de María, la nueva Eva, madre de los creyentes. «Mujer”.

Vamos a aclarar el significado de “Mujer” del capítulo 2, 4. Esta forma  de hablar  no implica falta  de respeto; se  empleaba  comúnmente  para dirigirse  a las mujeres: “Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora  en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.” (Jn 4, 21). Su uso se  parece a nuestro “señora

Discípulo: tomando  estas palabras  junto  con las restantes  alusiones  joánicas: queda  completamente  claro  el carácter  representativo  del discípulo  amado.  

27. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.” En su sentido  histórico, esta expresión  significa que desde  aquel momento  el discípulo  recibió  como suya  a la madre de Jesús. En sentido espiritual, que también   responde   a la intención  de Juan, comprendemos  que la glorificación  sobre la cruz  ha hecho  realidad  la relación  que Jesús  acaba  de significar  

28Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: = «Tengo sed.» =. Incluso  en la hora  de la muerte  sigue  Jesús  dominando  perfectamente   los acontecimientos. Sólo  en Jn  se menciona  su petición  implícita  de beber. El pasaje  de la Escritura  a que   se hace  referencia  es Sal 69, 22: “Veneno me han dado por comida,  en mi sed me han abrevado con vinagre.”   

29Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la  acercaron a la boca.

Vinagre. Este  término  ( oxos)  se utilizaba  para designar  el vino  agrio  que se usaba  comúnmente como  refresco.            Hisopo. Los  evangelios   indican  que Jesús  fue clavado  en una cruz  cuya altura  hizo necesario   el empleo  de una vara  para acercarle  la esponja  empapada  en vinagre. Los sinópticos   hablan  de una “caña”. El término  “hisopo” que emplea  Jn  resulta  confuso, ya que se trata   de una pequeña  planta   frondosa inadecuada  para la  finalidad mencionada. Es probable  que Juan   eligiera   el término  en virtud  de su potencial simbólico, ya que  la sangre  del cordero  pascual  se  untaba  en los postes   de las puertas  con hisopo  como símbolo  de la protección  divina: “Tomaréis un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre que está en la vasija y untaréis el dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana.” (Ex  12, 22)  

“30Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.” Jesús   mismo  decide  que el momento  de su muerte  ha llegado, que su  tarea  ya está  cumplida. Entregó el espíritu: Todos los  evangelistas  usan  expresiones equivalentes. Unicamente  Jn  habla   de la muerte  de Jesús  como de un “entregar” su espíritu, indudablemente  porque  quiere también  que el lector  piense  en el Espíritu  que se otorga como  consecuencia   de la glorificación: “Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado.” (Jn 7, 39); 

31Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. 

Todavía  presenta  Juan  otro “signo”  en relación  con la muerte  de Jesús, un acontecimiento   que no  consignan  los sinópticos: Día de preparación...sábado. 

Sabemos  por Jn  que la Pascua  cayó  en sábado  el año  de la muerte de Jesús: “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo  amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.” (Jn 13, 1).  

Leemos en el Dt: “Si un hombre, reo de delito capital, ha sido ejecutado y le has colgado de un árbol, 

No  dejarás que su cadáver pase la noche en el árbol; lo enterrarás el mismo día, porque un colgado es una maldición de Dios. Así no harás impuro el suelo que Yahveh tu Dios te da en herencia.” (Dt  21, 22-23).

La  norma  de Dt 21, 22-23 prohibía  que el cuerpo de un criminal  ejecutado  y expuesto  a la pública  vergüenza  quedara así  después  de la puesta del sol. Era  especialmente  importante  que los cuerpos  fueran retirados  y sepultados  antes de comenzar  el sábado, cuando esta tarea  ya no  se podía realizar

            La costumbre  romana   era dejar  expuestos  indefinidamente  los cuerpos  de los criminales, y en  todo caso  los crucificados  debían permanecer  así durante  varios días  hasta   que sobrevenía  la muerte. “Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo.” (Mc 15,44). 

            Aquí  Pilato  accede  a la costumbre  judía, deseoso  sin duda, tanto como  los mismos judíos, de que  nada pudiera  perturbar  la próxima Pascua, ocasión  en que eran   de temer  choques  entre romanos   y judíos.

Rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Se quebraban  las piernas  con un mazo, un procedimiento  brutal, pero  después  de todo compasivo, de acelerar  la muerte lenta  de los crucificados.  

33Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,

34sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua 

Como  evidentemente  Jesús  ya   había muerto, no se le quebraron  las piernas; sin embargo, para   asegurarse  bien de la muerte, uno  de los soldados  clavó  una lanza  en su costado. Brotó  sangre  y agua. Este  fenómeno  puede  ser médicamente  explicado, pero  Juan  está  interesado en él  mucho  más  por lo que  supone  como signo: “el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres convienen en lo mismo.”  (1 Jn 5,8).  

Con la muerte de Cristo  y el don  del Espíritu, ya  significados  en el v. 30, empieza   la obra   vivificadora   de la Iglesia;  de ahí  que,  en cierto sentido, pueda   decirse  que la Iglesia nació   del costado  abierto  de Cristo. 

            El agua: “Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.” (Jn 3, 5). Y la sangre: “Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre,          y no bebéis su sangre  no tenéis vida en vosotros.”  ( Jn 6, 53)  ya han  sido  bien caracterizados  como signos  de la salvación, y es  muy  verosímil que Juan  esperara de sus lectores que pensasen  específicamente  en el bautismo  y la eucaristía, interpretación  en los Padres.  

35 El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. 

A este testimonio  se  atribuye  tal importancia  que el evangelista  insiste  en el testimonio  presencial  de que  depende: “Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero”  ( Jn 21, 24);  ello  es importante  sobre todo  por su carácter  de “signo”, como se  ve también  en los versículos  siguientes: él sabe que dice la verdad,: se refiere  al testigo, aunque  también  podría  aludir  a la experiencia   cristiana   en general. 

36Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: = No se le quebrará hueso alguno. =

37Y también otra Escritura dice: = Mirarán al que traspasaron. =

Con toda  probabilidad  piensa  Juan  en el rito  del cordero  pascual: “Se ha de comer dentro de casa; no sacaréis fuera de casa nada de carne, ni le quebraréis ningún hueso.” (Ex. 12, 46); “No dejarán nada para la mañana, ni le quebrantarán ningún hueso. Según todo el ritual de la Pascua la celebrarán.” (Num. 9, 12),  aunque  también  es  posible  que piense  en el Salmo  34, 21: “= Sin. = todos sus huesos guarda,          no será quebrantado ni uno solo.”.  

Mirarán al que traspasaron: Jn traduce  el texto  hebreo  de Zacarías  12, 10: “derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán  hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito”, pasaje  relacionado   con alguien  cuya muerte  tenía  que ver  con la efusión  de una   fuente  de misericordia   divina: “Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado  y la impureza.”  (Zacarías  13, 1)  

LA SEPULTURA  DE JESUS  ((19, 38-42))  

38. José de Arimatea. Es mencionado  en el relato  sinóptico, pero sólo  Jn  nos informa  de que era   discípulo   de Jesús  en secreto: “Sin embargo, aun entre los magistrados, muchos creyeron en él; pero, por los fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga,” (Jn 12, 42).  Como miembro del sanedrín: “vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía  de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús”  (Mc  15, 43).

39Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente  había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras.

40Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar.

Nicodemo: mencionado  únicamente  por Juan: “Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío” (Jn 3, 1); “Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido anteriormente donde Jesús”   (Jn 7, 50). Probablemente   quiere decir  que también  Nicodemo  era discípulo   y que hasta  este momento  no se atrevieron  ambos  a darse  a conocer   por tales: “yo cuando sea levando de la tierra,          atraeré a todos hacia mí.» (Jn  12, 32).

            La descripción  de los preparativos  para la sepultura  difiere  fuertemente   del relato  sinóptico.  El cuerpo  de Jesús  es envuelto en fajas: “Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo” (Jn 20, 6)  como lo fuera  el de Lázaro: “Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.» (Jn 11, 44)  

41En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía  había sido depositado.

42Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.”

La localización  tradicional  del Santo Sepulcro en Jerusalén concuerda  con los   datos del evangelio. Un huerto: Jn    usa la misma  palabra  que en  18, 1: “Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.”;  era  un lugar cercado, de propiedad  privada. Los sinópticos  nos informan  de que la tumba  nueva  preparada allí  pertenecía a José de  Arimatea. Lo  mismo  que los sinópticos , Jn  observa  que Jesús  hubo de  ser sepultado  apresuradamente  y , en  fin: “Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran “( Jn 19, 31), subraya  la conexión  de estos acontecimientos   con el sacrificio  de la Pascua. 

            Me he querido extender bastante, aunque no lo suficiente, en la presentación, no ya teológica, sino en sus peculiaridades y matices propios  de la Pasión según San Juan, que leemos todos los años el día de viernes Santo.   

 Para finalizar  la celebración, simplemente recordar el contenido de la Oración conclusiva de toda la celebración, en ella  expresamos una doble confesión: “Dios todopoderoso, rico  en misericordia, que nos  has renovado  con la gloriosa  muerte   y resurrección  de Jesucristo...” y hacemos una petición: “no dejes   de tu mano  la obra  que has  comenzado  en nosotros”. Tanto la doble  confesión  y la petición  están orientadas a una  finalidad concreta: “para que  nuestra vida, por la comunión  en este misterio, se entregue  con verdad  a tu servicio”