Solemnidad de la Santísima Trinidad, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD    

 

 

Debemos unir el corazón y la razón  a la hora de hablar de este Gran Misterio de la Santísima  Trinidad. Que el corazón no le quite  a la razón su parte y que ésta deje que aquél  sienta, y se exprese así.

 

            Es necesario comenzar diciendo que una cosa es proclamar, confesar, creer en el Dogma de la Trinidad  y otra cosa  distinta  es  su celebración litúrgica. Algunos, quizá por no tener presente esta distinción, se atreven a afirmar  que no haría falta una celebración litúrgica de este Misterio. Las Liturgias Orientales  no la celebran.

 

            No vamos a dar una  conferencia  acerca de la Santísima  Trinidad, sino explicar  su celebración para alabar este Misterio y  ver sus  repercusiones  en nuestra vida.

            Queremos apoyarnos  en la   aportación  bíblica y darnos  por enterados del contenido de la  eucológica a la hora de exponer la importancia  de esta celebración.

            Sería muy importante  saber  qué teología subyace en la Eucología, que es  común para los tres ciclos; quizá en uno de  los dos ciclos restantes  profundicemos  en la misma.             

Una celebración  litúrgica  no puede abarcar todo el contenido   teológico  de un Misterio, por tanto no es de extrañar  que digamos que la celebración litúrgica ritual en esta ocasión, queda pobre, pues no tiene en cuenta algunas dimensiones del Misterio Trinitario,  que los espirituales, especialmente los contemplativos, también la teología actual, han indicado  a la hora de  examinar  este misterio  en su aspecto celebrativo  existencial.  La Liturgia no dice nada de la Trinidad como paradigma de comunión, de amor; tampoco declara  nada acerca de su  Inhabitación  en el alma. Lo deja para la Teología. 

La Liturgia de la Palabra  diversa para los tres ciclos  nos puede ayudar a la hora de ahondar y profundizar en el Misterio.

¿Debemos celebrar  o  no la Solemnidad de la Santísima Trinidad? Nosotros hacemos lo que la Iglesia nos propone, es decir, celebrar esta Solemnidad; pero esto no quita que nosotros expongamos la razón de algunos liturgistas, no para confundir  la cosa, sino para tener más claras las ideas y de este modo podamos adherirnos  con gozo y alegría al sentir de la Iglesia.

Queremos recordar algo que nos puede ayudar  a la hora de ver la oportunidad de esta celebración de la Trinidad; celebración pedida por nuestro corazón  y también aceptada de buen gusto por nuestra razón.  

            Los Padres de la Iglesia distinguen  entre la Theología  y la Oikonomía (  es necesario  que vayamos  guardando  algunas palabras luminosas para entender las cosas)  designando  con el primer  término el misterio  de la  vida íntima  de Dios Trinidad ( aquí está el fundamentada la celebración  de esta Solemnidad   litúrgica de este Misterio);  con el segundo expresamos   todas las obras  de Dios  por las que se revela  y comunica su vida  ( historia de Salvación celebrada en la Liturgia como acontecimiento). Este segundo aspecto lo celebramos  todos los domingos de aquí la duda; de aquí que algunos nieguen  la oportunidad  de celebrar  en una Fiesta determinada y concreta este Misterio Trinitario.

             Por la Oikonomía nos es revelada  la Theología; pero inversamente, es la Theología, la que esclarece  toda la Oikonomía. Las obras  de Dios  revelan  quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina  la inteligencia  de todas sus obras.

            Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona  se muestra en su obrar y a medida  que conocemos  mejor  a una persona, mejor  comprendemos  su obrar.

            La Celebración de la Solemnidad de la Trinidad (Theología) nos ayuda a entender la Oikonomía del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, aunque los  textos eucológicos  no sean muy ricos  y aunque la Liturgia de la Palabra no la mejor elegida.  

            Además  nadie nos puede impedir  que nos alegremos, que adoremos este Misterio Trinitario en sí.  

.           Es conveniente celebrar el día del padre, el día de la madre; pero el niño necesita sentir experimentar la celebración de los padres como comunidad, a la cual está introducido el niño. La Solemnidad de la Trinidad es la celebración del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo como comunidad, como ejemplo, como ideal a seguir.

  Mediante el Bautismo entramos en comunión con la Santísima Trinidad; celebrar  la Santísima  es también renovar, ensanchar y experimentar  este contacto nuestro con la  Comunidad  Trinitaria.  

            Es importante que celebremos la Solemnidad de la Trinidad. Su devoción se inició  en el siglo X; la Fiesta fue acogida  en el año  l334 por Juan XXII en el calendario  romano, fijándola  en el domingo  después de Pentecostés. 

            Adelantamos lo siguiente: de los  formularios (no estudiados  aquí con la atención  debida)  resulta claro que se trata  primeramente  de una alabanza, de una confesión de la Trinidad. El motivo de la alabanza  ahora no es un acontecimiento  de la historia de la Salvación (esto lo hemos celebrado en el Año Litúrgico), sino de una  verdad dogmática. Los liturgistas  la llaman a estas celebraciones: “Fiesta de Idea”. Lo mismo repetirán cuando se hable de la Solemnidad  del Cuerpo y Sangre de Cristo; y de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.  

            Antes de exponer, no con  demasiada amplitud, la riqueza de la liturgia de la Palabra de esta Solemnidad, es útil recordar de  nuevo  algunos aspectos de esta  Fiesta. Lo original de esta fiesta es honrar específicamente a Dios sin tener como motivo  un acontecimiento salvífico, la Oikonomía, sino Theología, su mismidad, su Ser, el convivir con El. Este es fin  de la  Celebración Litúrgica  y también  el fin último de toda la economía salvífica: La entrada  de la criatura en la unidad perfecta  de la Bienaventurada Trinidad.

             Desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad:” Si alguno  me ama- dice el Señor- guardará mi Palabra, y mi Padre el amará, y vendremos a él, y haremos morada en él”  (Jn l4, 23)  

            Uno de los mejores comentarios, en línea celebrativa existencial, es el que hace Isabel de la Santísima Trinidad: “ Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame  a olvidarme enteramente  de mi misma  para establecerme  en ti, inmóvil  y apacible como si mi alma  estuviera  ya en la eternidad : que nada  pueda  turbar mi paz, ni hacerme  salir  de ti, mi inmutable, sino  que cada  minuto  me lleve más lejos en la profundidad  de tu Misterio. Pacifica  mi alma. Haz  de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar  de tu reposo. Que yo  no te deje  jamás  solo  en ella, sino  que yo esté  allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu  acción  creadora”  ( Elevación a la Trinidad).  Quien no sea capaz de dar un juicio correcto, es mejor que se calle. Este texto debería  leído por  todas las contemplativas en este día, dedicado a ellas.  

            Las tres  primeras lecturas (AT) nos hablan de la revelación del Dios único a Israel; los Evangelios proclaman  las Palabras de Jesús  en las que se refiere al Padre, se manifiesta a sí mismo  como el Hijo  igual a él  y anuncia  el envío del Espíritu Santo.

            Las lecturas  apostólicas  recogen la experiencia  profunda de la filiación  divina  adoptiva, por la que  los cristianos  pueden conocer  el amor del Padre, la gracia  que manifiesta y comunica el Dios  y hombre Jesucristo, y la comunión  del Espíritu Santo.  

            Analizamos las del ciclo A. La Primera  es del Exodo 34, 4b-6.8.9.

 

 Primera lectura: Exodo  34, 4b-6. 8. 9

            No habla de la Santísima Trinidad; nos dice cómo es Dios,  nos presenta algunas  de sus cualidades y atributos. Hoy, al celebrar la Santísima Trinidad, recordamos  sus   propiedades.  

Dios se revela  proclamando  su “nombre”, su ser y su  actividad: justo  y paciente; su castigo es limitado, su misericordia  infinita; fiel y solidario con cuantos  lo necesitan; el que ama  a sus criaturas y siempre  está cerca. El Señor  no sólo  accede  a cuanto   le pide  Moisés sino que le propone  algo único  y radical: la renovación  del pacto: “El le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh; pues hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia con quien tengo misericordia.»  Exodo 33, 19)  

Los vv. 5b-8  desempeñan  una función  teofánica  introductoria  de la alianza. Por esto mismo han sido elegidos por la Liturgia de hoy; son la síntesis del  ser de Dios: “Dios clemente y compasivo,  tardo a la cólera, lleno de amor y de verdad.

            El Señor  describe  para Moisés su modo  de  ser y actuar: No menciona  aquí la  omnipotencia ni la  omnisciencia, tampoco la justicia. Menciona   cualidades  que engloban  y superan   la relación  de alianza.  

34, 9: La intercesión  de Moisés  sirve  para preparar  la alianza: “tómanos  como  heredad tuya”  

La palabra  a menudo  traducida  por “compasivo”  en el v. 6  deriva de la palabra hebrea que  denota “seno”. Así, Madre Yahvé muestra  por Israel  la compasión  que una madre  ciertamente  muestra por el  hijo  de sus entrañas. 

Salmo Responsorial: Dn 3, 52-56 

Estribillo: A ti gloria y alabanza por los siglos  

El Cántico  (Dn  3, 52-90) pertenece  al género  hímnico, muy común  en los salmos. Por su estructura  parece inspirarse  en el salmo  135; por su   universalidad  y por la temática, se asemeja  al Sal  148. La primera  parte  es una serie de bendiciones  a Dios  (3, 52- 56)

            El aspecto de bendición y de alabanza indica el fin de la celebración de la Santísima Trinidad.  

2ª Lectura: 2  Cor. 13,  11-13: conclusión   de la Carta 

13La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Es el último versículo  de esta segunda carta.

 Esta fórmula   final  es única  dentro  de las cartas paulinas y constituye  una impresionante  confesión de fe en el Dios  del Nuevo Testamento, que  Unidad y Trinidad.  

Hasta  llegar  al actual  orden  fijo  de Padre, Hijo  y Espíritu Santo: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,” ( Mt 28, 19)  la fórmula  variaba   según el contexto: según el previo conocimiento de Dios Padre, con la acción santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo  y ser rociados con su sangre. A vosotros gracia y paz abundantes” (1 Pe 1, 2)

Si  aquí  se menciona en primer lugar  a Cristo  se debe  probablemente  a que la  habitual  fórmula  de bendición  con que concluyen   las cartas  paulinas  es ésta: “Que la  gracia  de Jesús, el Señor, esté  con vosotros.

Este texto sí que habla ya de la Santísima Trinidad. La Iglesia  ya ha tenido tiempo  de reflexionar y de pensar, de hacer Teología acerca de la Trinidad; pero no habla de celebración. 

Evangelio: Jn 3, 16-18 

Estos Versículos forman parte  de la sección: Jesús y  Nicodemo, que abarca los vv. 1-21.

            Muchos  investigadores  sugieren  que al menos  una parte  de los vv. 12-21 es una homilía  del mismo evangelista, más que un  discurso  de Jesús. No olvidar esto; creo  que aclara mucho su lectura.

Ciertamente, el evangelista   ha  reelaborado   los materiales   contenidos   en los vv. 1-21

En efecto,  las palabras   de Jesús   en los  vv.  3-8 se refieren  a la función  del Espíritu;  en los vv. 11-15 se alude  al Hijo  del Hombre, y  en los  vv. 16-21 se habla  de Dios Padre.

16-21: la fe  en Jesús  es necesaria  para   beneficiarse  del don del Espíritu.  

La escena  empieza  con la llegada  de Nicodemo  a Jesús  de noche, y termina  con la afirmación de que  los hombres  han de  abandonar  las tinieblas y acercarse  a la luz.  

            Vamos a analizar estos  versículos  evangélicos:

16 “ Tanto  amó Dios  al mundo  que entregó  a su Hijo  único, para que   no perezca ninguno de los  que  creen  en él , sino que tengan  vida eterna”

            Aquí se habla del Padre y del Hijo.

16. Amó. Leemos en  1 Jn 4, 9:” En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene;          en que Dios envió al mundo a su Hijo único   para que vivamos por medio de él.”.

 Entregó.  Se refiere   aquí no solo  a la encarnación  ( Dios envió  al Hijo al mundo; Cf. v. 17), sino también  a la crucifixión  ( lo entregó  a la muerte, idea  que  subyace   “ al ser  levantado”  de los vv. 14-15. El  trasfondo    puede ser   la imagen  del Siervo  doliente   de Is   53, 12 “Por eso le daré su parte entre los grandes  y con poderosos repartirá despojos,  ya que indefenso se entregó a la muerte  y con los rebeldes fue contado,   cuando él llevó el pecado de muchos,  e intercedió por los rebeldes” 

Perezcan: La alternativa   es perecer   o tener vida  eterna. San Juan acentúa mucho la escatología realizada “Ya”. Los sinópticos  hablan  más de la escatología final; de aquí que la aceptación de Jesús supone  tener vida; la negación de Jesús supone no tenerla, perecer.

Si el v.  16  nos asegura  que el Padre,  al entregarnos   su Hijo  en la encarnación  y en la muerte,  pretendía  comunicar  la vida  eterna  a los creyentes, el v. 17 parafrasea esta misma idea  en términos  de salvación al mundo.           

17“Porque  Dios  no mandó  a su Hijo  al mundo  para juzgar  al mundo, sino  para  que el mundo  se salve  por él”

            Su Hijo: “Hijo”  sin determinativos con  referencia al  “Padre”, aparece   sólo   en dos  sentencias de los   sinópticos. Este  uso   sin determinativos  es,  en cambio, frecuente  en Juan,  y viene   prácticamente   a ser el paralelo  de “Hijo del Hombre”  en la tradición  sinóptica. 

18 “El que  cree en él, no será   juzgado; el que  no cree, ya está juzgado, porque  no ha creído  en el nombre  del Hijo único  de Dios”

            Si le damos  al término  “juzgar” el significado, que nosotros solemos darle; no  llegaremos a comprender bien este versículo.           

            Juzgar “aquí tiene el significado de “condenar”.

 Juzgar: La raíz  griega  de que  se derivan   los términos   krinein  y krisis  tiene los dos  significados   “ juzgar”  y “ condenar”; mediante el contexto  llegaremos a saber qué  significado darle.

Cristo ha venido a salvar, no ha venido a “condenar”. No aceptarle a él  supone tampoco aceptar al Padre y por lo tanto no recibiremos el Espíritu Santo, que el Padre nos quiere comunicar y enviar.

Una comparación  con el v. 16  demuestra que “salvarse”  significa  la vida   eterna. “Y nosotros hemos visto  y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo,          como Salvador del mundo.” ( 1 Jn  4,  14).

Algún exégeta  señala que este versículo  18  se trata  de una variante  de la misma  sentencia  que tenemos  en el final  largo de Marcos 16, 16: “ El que  crea  y se bautice, se salvará ; el que  se niegue  a creer, se condenará”.  Bautizar  al principio era en el “Nombre de Jesús”; después en el nombre  de la Santísima Trinidad.

Hubiera sido clarificador  el que la Liturgia  de la Palabra  hubiese elegido los 21 versículos  primeros del capítulo 3 de Juan: Jesús y Nicodemo, donde se palpa  el protagonismo  unas veces del Padre, otras del Hijo y otras  veces del Espíritu Santo.  

Quizá  fijándonos  solamente en la Liturgia de la Palabra podríamos concluir  que la Celebración del Misterio de la Santísima Trinidad  no sería necesario, aunque sí conveniente.

Como a la Trinidad  se la contempla, se la adora  en una doble dimensión: hacia dentro (Theología) hacia fuera (Oikonomía)  debemos  ir a ella con devoción, con el corazón  y  también  con conocimiento, con la razón, con fe.  

            La vida cristiana  se desarrolla, desde el comienzo  hasta el final, bajo el signo  y presencia de la Trinidad.

            Aunque en un principio  pensamos no estudiar la Eucología; no sobra el decir algo sobre ella, pues así ahondamos y fundamentamos  la utilidad  de la celebración del Misterio de la Santísima  Trinidad y nos alegramos de ello.  

            La antigua  Iglesia hispánica, en los siglos  V al VII, enseñó magníficamente  la fe trinitaria, sobre todo en los concilios de Toledo, y de su liturgia procede el prefacio  propio de esta Solemnidad.  Es consolador  saber que nuestro Dios es “uno solo, pero no solitario” (Concilio  VI de Toledo, año 638)  

            “Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los hombres tu admirable  misterio”.

 Es la primera parte de la Oración Colecta de esta Fiesta. Esta parte ha sido  retocada, acentuando el aspecto de la economía de la Salvación. 

            “Concédenos profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad  y adorar su Unidad todopoderosa”  (Segunda parte de la Oración Colecta).

  En esta parte se hace hincapié en el Misterio. Quizá resulta fría esta petición; pero es luminosa. Los dogmas no son solo para ser creídos, sino para ser vividos.

            Por aquí ha recibido alguna crítica la eucología de esta Fiesta.  

            “Que con tu Unico Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola Persona, sino  tres Personas  en una sola naturaleza”

            “De modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera  y eterna divinidad, adoramos  tres Personas distintas, de única naturaleza  e iguales en su dignidad”  (Prefacio).

            Pablo VI, en el Credo del Pueblo de Dios, explica el por qué  de este procedimiento a la hora de hablar del Misterio de la Santísima Trinidad:

            “Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia  debió  crear una terminología  propia  con ayuda de nociones de origen filosófico:” sustancia”, “persona” o “hipóstasis”, “relación”, etc. Al hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría humana, sino que  daba  un sentido  nuevo, sorprendente, a estos  términos destinados  también a significar  en adelante un Misterio inefable,” infinitamente  más allá de todo lo que podemos  concebir  según la medida humana”       

            Es cierto que este Prefacio es poco emotivo; pero cuando uno descubre que solo existe un solo Dios  y  Tres personas; se impresiona  y exulta de gozo. Este Prefacio es un bosquejo, un boceto; dejemos que la Fiesta, que la Celebración lo llene de vida, de gozo, de ilusión.  

            Para finalizar, quiero señalar algunos rasgos, algunas actitudes, que nos pueden ayudar a Celebrar esta Solemnidad.

            Si para  dar gracias acostumbramos  cantar un Te Deum, la Fiesta de la Santísima Trinidad  viene a ser  un Te Deum después de las grandes  solemnidades de la Iglesia. Esta Fiesta, que ocurre el primer domingo después de Pentecostés, ha de recordarnos  que cada  domingo  es en  realidad  una fiesta  de la Santísima Trinidad; cada domingo  está consagrado  y dedicado a Dios  Trino y Uno 

                        El  Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, llamada doxología menor, está reclamando  la gran doxología  que es el Gloria   in excelsis de la Misa, que es un himno inspiradísimo a la Santísima Trinidad. 

            Todos los días en la Eucaristía concluimos la Gran Plegaria:” Por Cristo, con El  y en El, a ti Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor  y toda gloria  por los siglos de los siglos”  

            No  hay modo  más hermoso  de honrar a la Trinidad  sacrosanta y atestiguarle  nuestro amor, que vivir  en plenitud sus dones y, por ello, abrirse a la acción del Espíritu Santo, para  comportarse  como hijos del Padre  y hermanos de Cristo. 

            Repito: lo mismo que el niño celebra el día del padre y el día de la madre, también necesita como algo vital el sentir que los dos  constituyen una comunidad, que le acoge, que lo protege.  

            Cuando se quiere hablar de la Santísima Trinidad: hay que dejar que la Oikonomía ilumine a la Theología y que ésta aconseje y oriente a aquélla.            

             A san Juan de la Cruz  una religiosa le preguntó que por qué le gustaba celebrar con tanta  frecuencia  la Misa votiva de la Santísima  Trinidad.  

El gran místico  nunca  se plantearía  si era oportuno o no la Celebración Litúrgica de la Santísima Trinidad. El de una forma sublime ahondó  en la experiencia de la  Inhabitación  de la Santísima Trinidad en el alma.  Lleno de paz, de gozo, casi entusiasmó, le respondió  a la dicha religiosa: “Que porque es el Mayor Santo del Cielo”  y esto no sólo  se cree, sino que también se celebra  y de un modo solemne.