Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

De san Juan Bautista, celebramos su Natividad (24 de junio) y su “dies natalis”, su martirio (el 29 de agosto).            

            No vamos a  dar una conferencia  sobre San Juan Bautista, el Precursor, sino una homilía, fundamentada  en la Eucología; en este caso  prescindimos del Prefacio, limitándonos a las tres Oraciones menores: Colecta, Oración  sobre las ofrendas y Oración después de la Comunión  y por supuesto en la Liturgia de la Palabra, interpretándola al filo de la figura  de San Juan Bautista.  

Las  palabras que el ángel Gabriel  dirigió a María  referentes  a Isabel  (“ ésta es ya el sexto mes”: Lc 1, 36) han motivado   que el nacimiento del precursor  se fechara , en la  Iglesia  latina, exactamente  seis meses  antes de la  Natividad y  tres después de la  Anunciación.  La Liturgia  respeta  mucho el orden cronológico.

            El  importante  papel   que desempeña  Juan  en la historia  sagrada, la alabanza  que hace  de él  el Señor ( “no ha surgido  entre  los nacidos  de mujer  uno mayor  que Juan  el Bautista” : Mt 11,11), la nobleza  de su figura, el hecho  de su martirio, la alegría  del mismo nacimiento  tan bellamente  descrito  por Lucas, el interés  que fue  cobrando  el Bautista  a medida  que se desarrolló  el catecumenado  y la liturgia  bautismal y, entre otros  motivos, su personalidad  como prototipo  del monje, todo  ello  ha hecho  que Juan  fuese  el  primer  santo  venerado  suprarregionalmente con una  solemnidad  gozosa.

            San Agustín  ya encontró  establecida   esta solemnidad  en la Iglesia  africana  latina, el día  de hoy  24 de junio.  

            Vamos a presentar  el mensaje de la Eucología. En la celebración de los Santos  resulta muy importante  tener en cuenta la Eucología, pues es como la expresión in síntesis  de lo que la Iglesia piensa sobre ese santo. La Teología se presenta en la Liturgia  y ésta a su vez  es como fuente  para saber qué teología subyace en cada celebración.            

Oración Colecta: en esta Oración  encontramos el motivo de la Fiesta, de la Solemnidad  y después   dos peticiones.

 Motivación:

 Oh Dios,  suscitaste  a san Juan Bautista  para que preparase  a Cristo, el Señor, un pueblo  bien dispuesto

            Toda la vida  y ministerio  de Juan  respondieron  a esta  multiforme  misión, que llevó a  cabo  con una lealtad  y humildad  soberanas. Lo expresó muy bien en estas palabras a sus discípulos: “Yo no  soy el Cristo, sino que  he sido  enviado delante de él” (Jn 3, 28). Juan aparece como un buen bien vocacionado, sabe a dónde va  y cómo reaccionar ante las diversas circunstancias.

Una petición:

  Concede a tu familia  el don  de la alegría  espiritual” Podemos señalar   algunos   gozos  espirituales  en el precursor: el gozo  de la presencia  física  y mistérica  de Jesucristo. Se le ve  palpitante, trasnsformado, en el momento  de la visita  de María a Isabel. “ Y sucedió  que, en cuanto  oyó  Isabel  el saludo  de María, saltó de  gozo  el niño  en su seno   ( Lc 1, 41). El gozo  del crecimiento  de Jesús, a costa  de la  disminución de Juan: “Es preciso  que él  crezca   y yo  disminuya” (Jn 3, 30). El gozo   del martirio  contemplado, previsible, aceptado. Los tres  evangelistas  sinópticos  cuentan  la muerte  de Juan, decapitado  por orden  de Herodes, tras la  escena  de la  danza  de la hija  de Herodías.

Esto que él vivió  de una forma especial,  Iglesia se lo a Dios en este día para ella.

Otra petición:

  “Dirige  la voluntad  de tus hijos  por el camino  de la salvación y de la paz”: El don de la salvación y de la paz  es algo estimable  y apreciable. El hombre necesita  sentirse  salvado y vivir en paz. Podemos equivocarnos  a la hora de elegir una salvación, que no salva y una paz, que no es paz; aquí  indicamos la salvación y la paz, que  pedimos  “Es la salvación  que nos libra  de nuestros enemigos y de la mano  de todos los que  nos odian.” (Lc 1, 71).

            La paz”: La paz  anunciada y augurada  en la cueva de  Belén: “ Gloria a  Dios en  las alturas y en la tierra   paz a los hombres  en quienes  él se complace”  ( Lc 2, 10.14). La paz  realizada  por la Sangre de  la cruz: “... pues Dios tuvo  a bien   hacer   residir  en él  toda  la plenitud, y reconciliar por él y para él  todas las cosas, pacificando, mediante  la sangre  de su cruz, lo que  hay en  la tierra y en los cielos”  ( Col 1, 20)  

Oración sobre las Ofrendas:

  Somos conscientes del significado litúrgico, que tiene esta oración. No siempre resulta  fácil  eliminar  oraciones de ofrendas, que aún siendo  ricas en sí, en su contenido teológico, no obstante no    responden a lo que los liturgistas  quieren enseñar  con estas oraciones.

            No queremos  discutir  la índole   litúrgica de esta Oración de hoy,   sino su importancia  doctrinal  y hasta cierto  punto festiva. 

            Colmamos  de ofrendas  tus altares, Señor,  para celebrar  dignamente   la Natividad  de san Juan  Bautista

            Desde tiempos  inmemorables, en todas las parroquias  de algunas diócesis, esta costumbre  de ofrecer  a diario  el pan, a la hora del ofertorio, se mantenía  viva  y operante. En la  fiesta de  Todos los Santos  y de los  Fieles Difuntos, cada ofrenda suponía  la  presentación  de cinco-panecitos, llamados  “oblata”.

            En los primeros  siglos  los libros litúrgicos   recomendaban  que nadie  se acercara a recibir  del altar  si no  había presentado  antes su  oblación. Y que los  huérfanos, como no tienen   nada,  que presenten  un poco de agua.

            La vida de San Juan Bautista  fue la mejor ofrenda  en pro  del Salvador, que iba a venir  y cuando llegó, lo presentó  ya presente entre los hombres. Este aspecto de oblación  de San Juan tiene un realce  especial en su: él no es la meta, él es sólo el indicador de la meta.

Oración  después de la  Comunión

 En esta Oración se expresan dos motivos, en los cuales se apoya  la  petición final:

 “Tú  que  has restaurado  nuestras  fuerzas  con el banquete  del  Corder o  celestial

Es una motivación  entrañable que hinca  sus raíces, a partes  iguales, en el sermón  de la sinagoga  de Cafarnaúm y en la predicación  y testimonio  de san Juan  Bautista, que señaló  a Jesucristo  como el  Cordero  de Dios que quita el  pecado del mundo.

Se hace  una fina  alusión  al Banquete  de las bodas del  Cordero, que se celebra  en la liturgia del Cielo  y en la liturgia  de la tierra.

“Tu iglesia, llena  de gozo  por la natividad  de san Juan  Bautista”. El gozo  rebosante, en el  nacimiento  del Precursor, lo invade  todo en el relato  de san Lucas.

Petición:

  reconozca (tu Iglesia)  a su Redentor en aquél  cuya venida  inminente  anunciaba  el Precursor

 ¿De qué  conocimiento  se trata?; de un conocimiento  teológico, de  una madurez  en la profundización en los misterios; pero sobre todo  de un conocimiento  experimental y místico. En San  Juan Bautista  este doble  conocimiento se dio.  

             En síntesis  éste es el contenido  teológico  de esta Fiesta y las actitudes, que la Iglesia quiere presentar.  

            Vamos ahora a  presentar la Liturgia de la Palabra, aplicada a San Juan Bautista. 

Primera Lectura: Isaías  49, 1-6

            Vamos a contextuar  correctamente estos versículos, dándonos cuenta del papel, que desempeñan.

            Los capítulos  40, 12-48, 22, dominados  por un  tono optimista, pertenecen  a la primera  etapa  de la predicación del Segundo  Isaías: I. Liberación  y retorno  a Jerusalén.

            Los versículos  1-11 hacen  de prólogo e introducción a todo el libro del Segundo Isaías.

                        49, 1-55, 5. El tono  de estos capítulos   varía  con respecto  al de los precedentes. Todo  hace  pensar  que el mensaje  contenido en ellos  responde  a una situación  histórica  nueva, tal vez  la que se creó  después de la  primera  repatriación  de los deportados, en el año  537 a.C. Tenemos la  impresión  de que el profeta  se siente  decepcionado  por los que han  protagonizado  el primer regreso, y dirige  su predicación a un grupo  reducido, un “resto”, que a pesar  del ambiente hostil, ha permanecido  fiel al Señor

Estos  capítulos   forman la II parte: Retorno  a Jerusalén  y misión  del Siervo  del Señor. Los versículos  1-6 pertenecen a esta segunda parte.  

El problema  de la identificación  de este  siervo ( ya aludido en Is 42 1.7) se agrava  por la  doble  mención de Israel como siervo  ( 49, 3)  y como  destinatario de la misión a él confiada ( 49, 5-6),  y por la  semejanza  entre  la misión  encomendada  a Ciro  y la misión  de que ahora se habla. Este segundo  canto vuelve  a insistir  en la vocación, investidura y misión  del siervo, concebida  ahora  como encargo  que llevará  a cabo a través  de la palabra   ( Is 29, 2) para  congregar a Israel y convertirse en luz  y salvación  de todos los pueblos  ( IS 49, 5-6)  

 Este capítulo  empieza   con el segundo  cántico  del Siervo  doliente. Los seis primeros  versículos, como   ocurre en los restantes  cánticos  del Siervo, presentan  el estilo  de las confesiones   de Jeremías: soliloquio  personal  de un hombre  creyente  abrumado  de tristeza; el el v. 7 nos  hallamos  de nuevo  con el estilo  de los oráculos  proféticos  solemnemente   pronunciados  en Yahvé. Este cántico  da por supuesto  que el Siervo  ya ha estado  trabajando  y se siente  ahora  descorazonado  por lo ineficaz de su ministerio. Dios   responde ampliando aún más el campo  de acción  de su Siervo: ahora  tendrá  que ir  a los gentiles.  

 1-6. El segundo  cántico   del Siervo, dirigido  a las naciones  gentiles, presenta   a éste  como un nuevo  Jeremías;  ha sido llamado  desde el seno  materno ( Jr  1, 5); su vocación  abarca también  la misión a los gentiles ( Jr  1, 10; 25, 15 ss); proclama  un mensaje  a la vez de condenación  y felicidad ( Jr  16, 19-21),  de sufrimiento   y purificación  ( 11, 18-12, 6);  a veces   reacciona  con un profundo  desaliento ( Jer 14,  17; 20, 7).

Analizamos  los versículos, intentando  hacer referencia a San Juan Bautista.

1. Yahveh desde el seno materno me llamó;  Dios  sitúa  a sus elegidos   en el camino  de su  especial  vocación  incluso  antes  de que hayan  nacido: Juan  el Bautista:

“porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre  (Lc 1,15); también  podemos   señalar  el nacimiento de Jesús en esta línea: “vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús” (Lc 1, 31)   

2. Hizo mi boca como espada afilada,  en la sombra de su mano me escondió: “hizo  mi boca  aguda  en la proclamación  de su palabra (Ef  6, 17). No está claro  por qué Dios  escondió  al Siervo, si fue   para protegerlo o para   hacerle  sentir   la insignificancia  abrumadora.

            La imagen  de la “lengua”  y los “labios”  como espada  afilada tiene con frecuencia  en el Antiguo  Testamento  un sentido  negativo: así los labios  de la mujer adúltera: “pues miel destilan los labios de la extraña,  su paladar es más suave que el aceite;

pero al fin es amarga como el ajenjo, mordaz como espada de dos filos.”  (Prov 5, 3-4)

 Es proverbial  la valentía  de San Juan Bautista; no puede callar  ante la negación de la verdad, ante una situación  incoherente, ante un pecado público, ante la razón de la fuerza, del poder. Por ser valiente, Juan moría  decapitado.  

3. Y me dijo: « Tú eres  mi siervo, Israel, de quien  estoy  orgulloso»  La mención  explícita  de Israel   crea  una dificultad  a  quienes   interpretan   al Siervo  como un individuo, pues   aquí   se alude  a él  como si se  tratase  de un grupo  colectivo   de Israel. Incluso para la interpretación  colectiva  resulta  embarazoso  el término  “ Israel”, pues   ¿ cómo   puede   tener   el Siervo Israel  una misión  que desarrollará  cerca de  Israel “ Para que le trajese a Jacob y le congregase a Israel” 

La solución  quizá  esté  en el hecho  misterioso  de que el Siervo  es la congregación  de todos los israelitas, pero especialmente  de los miembros  santos  del pueblo;  indudablemente,  estos últimos  tienen   una misión  que cumplir para  con todo  miembro   pecador  de Israel.

            Juan es un israelita  fiel, íntegro, destinado a congregar a su Pueblo. Juan no se limita a ser bueno él, sino que desea que todos lo sean.

            Cristo está orgulloso de Juan Bautista: (“no ha surgido  entre  los nacidos  de mujer  uno mayor  que Juan  el Bautista”: Mt 11,11),    

4.   Pues yo decía: «Por poco me he fatigado,  en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?»

Este versículo  comienza  en agudo contraste  con el anterior. El siervo  expresa   sinceramente  su desaliento  por lo que parece  una misión inútil, “para nada”. El siervo  aprende  a buscar  su único  “galardón” “ con Yahvé” ;  no quiere  decir   que vaya  a perder  el celo  apostólico, sino  que confía  a Dios la tarea  de revelar  su fruto  en su propio  tiempo. Esta  lección  es necesaria, para que el Siervo  no  mida  la eficacia  de su obra  según  las apariencias   humanas o busque   su propia  gloria. Queda  así  contestada  la pregunta de 40, 27: ¿Por qué dices, Jacob,  y hablas, Israel:          «Oculto está mi camino para Yahveh,  y a Dios se le pasa mi derecho?»

            Juan confesará  que él no es la meta, sino el camino. Se despreocupa  del salario que le puede pertenecer, trabaja en pro del Señor. El quiere quedar a un lado con el fin de que Jesús ocupe el centro.

Transcribo otra interpretación de este cuarto versículo:

Pues yo decía: «Por poco me he fatigado,  en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?»  

El servidor  se había  esforzado  por lo que  “vacío, caos, vanidad”.El servidor  se había cansado  “por lo que es vano” “ caos “ designa  en el segundo Isaías  lo que  vanamente  procura   oponerse  al Señor  y a su  soberanía . “ Vanidad”  aparece  solo aquí  en el Segundo  Isaías. “Cansarse”  expresa  en el Segundo  Isaías  un aspecto  profundo  de las relaciones  entre Dios  y el hombre: seguimiento  o abandono. El Señor  no se cansa, y los  que se  apoyan   en él  participan  de su fuerza. Se cansan  quienes   no siguen  al Señor sino a magos  y encantadores. El Señor  acusa  a Israel  de haberse  “cansado”  de él, mientras que él  no lo ha agobiado  con sus   exigencias.

49, 4a  es más bien   una confesión de culpa.

El  Servidor- Israel   ha gastado  sus fuerzas  siguiendo algo  que no era  sino vacío, caos, vanidad.

Quizá este versículo no se puede aplicar directamente a San Juan Bautista; pero sí podemos poner en sus labios  este versículo, no para arrepentirse  de su equivocación, pues él siempre obró rectamente, sino para enseñarnos  (en la línea de San Juan de la Cruz)  que fuera de Dios  nada tiene sentido, todo es estrecho. Intuyo que cabe una catequesis  en este sentido; catequesis  que recibimos de la boda de san Juan Bautista. 

5.  Ahora, pues, dice Yahveh,  el que me plasmó desde el seno materno para siervo             suyo,   para hacer que Jacob vuelva a él,  y que Israel se le una.  Mas yo era glorificado a los ojos de Yahveh, mi Dios era mi fuerza.

            Este hebreo  se encuentra   corrompido  y confuso. Este versículo se suele desplazar  de aquí, colocándolo  en otro lugar o incluso  es suprimido. 

6. Poco es que seas mi siervo,   en orden a levantar las tribus de Jacob,   y de hacer volver los preservados de Israel.  Te voy a poner por luz de las gentes,   para que mi salvación alcance hasta los confines de la   tierra.»

            49, 6 tiene solamente   una conexión   general  con Is  49, 1-5 y amplía la  función  del Servidor, convirtiéndolo  en luz   de las naciones

            Dios  alienta  al Siervo  ampliando  su misión “hasta los confines  de la tierra”.

            San Juan Bautista  tiene una mirada amplia, desinteresada; manda a sus discípulos, que le  “dejen a él”  y vayan tras el Maestro. 

            El estribillo  del salmo responsorial lo ponemos en la boca de Isaías, en los labios de San Juan Bautista: “Te doy  gracias,  porque   me has   escogido   portentosamente”

            También el versículo  13 de este salmo 139: “Tú has creado  mis entrañas, me has  tejido  en el seno  materno”

Segunda  Lectura: del libro  de los Hechos  de los apóstoles  13, 22-26 

Los  versículos  13-52 del capítulo 13 narran el  anuncio  del evangelio  en Antioquía  de  Pisidia ,  es el punto  culminante  de la primera misión  paulina. Se describe mediante dos  escenas, que tienen  lugar en dos  sábados  sucesivos: la primera ( Hechos  13 13-41)  está  centrada  en el anuncio  a los judíos, mientras  que la segunda  ( Hechos  13 42-52) describe  el  anuncio a los gentiles.

La primera  escena  ( Hechos  13, 13-41)  contiene  el único  discurso  de Pablo, que  pronuncia  ante un auditorio  judío. Tres  alusiones  a los oyentes  ayudan  a descubrir   en él tres  partes. La primera   ( Hch  13, 13-25)  es un resumen  de la historia  de Israel, una  historia  de promesas, que culmina, según  la visión  lucana ( Lc  16,16), con la aparición  de Juan  Bautista. La segunda parte  ( Hch  13 26-27)  es un resumen  del anuncio  ilustrado  con  numerosas  citas del Antiguo  Testamento  que muestran  cómo se cumplen  en Jesús  las promesas  divinas. Finalmente, la tercera (Hechos  13 38-41)  es una invitación  a acoger  este anuncio  a través  de la fe.

            Nosotros  vamos a estudiar solamente los versículos 24-25. Juan Es el último  eslabón  de la acción  de Dios   para preparar  la venida  de un Salvador. Juan   no apunta   hacia  sí mismo, sino  hacia Cristo, tal  como  dice   la tradición  del Bautista. Es  uno de los textos  donde  este personaje  es contemplado más explícitamente   como figura  veterotestamentaria

            Aunque  en las cartas   paulinas  nunca se  menciona  a Juan Bautista, Lucas   presenta  a Pablo   predicando  sobre él. Este anuncio  concuerda  con la función  histórica  de Juan  y con la forma  en que lo describe Lucas en su evangelio.  Se presenta aquí  a Juan  como el precursor  de Jesús, Predicando  un bautismo  de arrepentimiento  

24.  Juan predicó como precursor, ante su venida, un bautismo de conversión a todo el pueblo de Israel.

            Hoy celebramos la Natividad de San Juan Bautista; el Evangelio tratará de esto; la segunda lectura, tomada del libro de los Apóstoles, trata, no ya de la infancia de Juan, sino de su apostolado, de su madurez. Le presenta como el Precursor del Señor, título y realidad, que ensalzan la figura del Bautista; predicando un bautismo, distinto; pero no diferente al bautismo del Señor, sino complementario  y esto lo hace  ante todo el pueblo de Israel. Presentación somera; pero densa de la figura de San Juan Bautista.  

25 Al final de su carrera, Juan decía: "Yo no soy el que vosotros os pensáis, sino mirad que viene detrás de mí aquel a quien no soy digno de desatar las sandalias de los pies."           

Juan  corre  delante  de Jesús  para pregonar  su entrada en escena. Hace  paso, abre camino, prepara; pero nunca  dirá que él es el que las gentes buscan. Yo no soy el que vosotros os pensáis: En el  evangelio  se Lucas   no se  recuerda  ese dicho  de Juan; pero  en Jn 1, 20 “El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo   Se recoge   el dicho del Bautista   cuando   rechaza el  título  de  Christos. 

            Pablo  predica  sobre el reconocimiento  que Juan  tiene   de su estado  de precursor con respecto  a Jesús. 

            Podemos calificar de acertada la elección de esta perícopa  de los Hechos de los Apóstoles como Segunda Lectura de esta Solemnidad.  

            Evangelio: Educas 1, 57-66.80  

             Celebramos la Solemnidad del Nacimiento  de San Juan Bautista, de aquí que el Evangelio del día  trate  de este acontecimiento; no presenta  directamente  la figura  del Precursor.

      Quizá sea conveniente  recordar antes los versículos  13-17, que contienen  parte  del anuncio del Angel a Zacarías.

 “El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan;

 será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento,

porque será grande ante el Señor; [ ...] estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,

y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,

e irá delante de él con l espíritu y  poder [...], para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto

      Señalamos  unas cuantas afirmaciones: Isabel, tu mujer, te dará  a luz  un hijo, a quien pondrás  por nombre Juan;

      Será   para ti gozo  y alegría, y muchos  se gozarán  en su nacimiento, porque   será  grande  ante el Señor. 

      Debemos  indicar el trasfondo  de esta perícopa:

Para entender  totalmente  estos versículos,  debemos tener en cuenta: lo que al autor  del evangelio  le interesa no es  el detalle  histórico  de los padres ancianos  o el hecho  biológico  de la esterilidad. Estos   datos, que se encuentran  de una forma  ejemplar  en la historia  de Abrahán  y Sara, son signos  que transmiten  una certeza  fundamental: la  convicción  de que  Juan Bautista  no ha sido  simplemente  el resultado  de una casualidad  biológica.

            Exponemos por encima el significado de estos  versículos, teniendo presente  la Fiesta de hoy.      

            Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo.

            Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella.

Este breve  pasaje  cuenta el nacimiento  de Juan Bautista   y la ola  de regocijo  que lo envuelve.

            El texto  presupone  que en el  nacimiento  de Juan  han intervenido  dos factores: actúa, por un lado, la realidad  biológica  de los padres que se aman. Al mismo  tiempo, influye  de manera  decisiva  el poder  de Dios  que guía la historia  de los hombres.

            Siempre resultará noticia grata, digna de ser festejada, el hecho del nacimiento de un niño; será acontecimiento alegre para sus padres y vecinos; máxime  si estos padres, biológicamente  eran ancianos.

            Este nacimiento es obra de la misericordia de Dios; de aquí que el gozo sea mayor  y tenga también  mayor repercusión. 

La narración  propiamente comienza  en los vv. 59-66b  y   pone de  relieve  tres momentos  fundamentales de la vida  de Juan: su circuncisión, la imposición  del nombre, y su manifestación.

59 “Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño”.  

Entre los Israelitas la circuncisión  tenía lugar  el octavo día  después de su nacimiento: “A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón, de generación en generación, tanto el nacido en casa como el comprado con dinero a cualquier extraño que no sea de tu raza” (Génesis  17, 12).  

 Por la  circuncisión, Juan  queda  indeleblemente  marcado  con la “señal de la alianza”. Esa marca  en la propia carne  hace  a Juan  partícipe de la bendición  prometida  por el Señor  a su pueblo  elegido, le capacita   para celebrar  la Pascua  como fiesta  de comunidad y confirma   sus esperanzas  de compartir  con todos los antepasados  la restauración  futura  y definitiva.

            En el   conjunto  de la obra  narrativa  de Lucas, la incorporación  del precursor  del Mesías  al pueblo  de Israel  es de capital  importancia, no sólo  porque  prefigura  la incorporación  del propio  Jesús a ese mismo pueblo, sino  también  porque,  en la última   parte  del libro de los Hechos  de los Apóstoles, Lucas  se esfuerza  por demostrar  que el cristianismo  es una derivación  lógica del  judaísmo.

            Algunos exégetas  no acentúan lo bastante el hecho de la circuncisión; otro sí que lo hacen.           

“Y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías,”

En tiempo   de Jesús sólo  en el momento   de la circuncisión  el niño  recibí el nombre. Seguramente  no era normal dar al hijo  el nombre  del padre, dado  que los semitas, como  muchos   otros pueblos  antiguos, distinguían  a las personas  de un mismo  clan  añadiendo  el nombre  del padre. En el caso  de Juan, quizás, la   avanzada  edad  del padre sugería otra cosa.

 Al niño   se le impone el nombre  en la circuncisión.  La práctica  más común  entre los judíos   de Palestina  había sido  siempre   imponer  el nombre  en el momento  mismo del nacimiento.

Parece  que la práctica  más   extendida  era poner  al niño  el nombre  de su abuelo.

            No debemos olvidar que Lucas no está haciendo historia, sino teología.

 

            No son  los parientes  quienes  pongan  el nombre al niño, sino que debe ser su  padre Zacarías, quien le imponga el nombre, pues así se lo dijo el ángel.

            De aquí que intervenga la madre: pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.»

            Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.»

Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase.

El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados.

             Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios 

Ahora   podemos  entender la historia del nombre.  Los familiares  quieren llamarle  Zacarías. Los padres, sin embargo, saben que- aún siendo de ellos – el niño  es en el fondo  un regalo de Dios y Dios le ha destinado  a realizar  su obra; por eso le imponen  el nombre  de Juan, como  se lo ha  indicado  el ángel ( 1, 13)

            En toda   la historia  bíblica  la imposición  de un nombre  por parte  de Dios o de Jesús  significa  la elección   y nombramiento  para una   función determinada. Desde  su mismo   nacimiento, llevando   el nombre    que  Dios le ha señalado, Juan  aparece   como un elegido  que debe realizar la misión  que Dios le ha encomendado. 

            Ahora termina la mudez  de Zacarías. La  mudez  era  un signo  de la verdad  de las palabras  del ángel  que le  anuncia  el nacimiento  de un niño  ( 1, 18-20); ante la presencia   de Dios, la realidad  humana  ha de callar, terminan  las objeciones, se acaban  las resistencias. Como signo  de la obra de Dios  que al actuar  pone en silencio  las cosas   de este mundo  está la mudez  de Zacarías. Una vez  que se realiza  esa obra  de Dios, una vez que al niño   se le pone   (hay  que ponerle) el nombre  señalado viene de nuevo  la palabra (1, 62-64). La presencia  de Dios  no ha destruido  la realidad   humana  de Zacarías, sino que la enriquece para que  prorrumpa   en un canto de alabanza. 

 La imposición  de un nombre  como el de “Juan”, que rompe radicalmente  con las tradiciones  familiares, es un   nuevo signo  del favor  de Dios. 

Lo que, en definitiva, pretende  la manifestación  pública  de Juan  es dejar  bien clara  esa efusión  de misericordia. El regocijo  que causa   la noticia  de su nacimiento  es fruto  de una  primera manifestación en el círculo  de la familia y en la vecindad; pero  inmediatamente   empieza  a correr  el rumor  de ese  acontecimiento  por toda  la serranía  de Judea.

            Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas;

            Todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.”           

            Los versículos  68-78 contienen el Cántico del “Benedictus”; que no comentamos, pues además tampoco lo presenta el Evangelio de hoy.

            Finaliza la narración del Evangelio con el versículo 80. 

1, 80 El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación  a Israel 

Este  último  versículo  de Lc1  concluye la primera   parte de la  narración  de la infancia;   es una nota  semibiográfica, que cubre   toda la vida  del Bautista desde la  circuncisión  hasta su aparición  en el desierto   para iniciar  su misión   profética. La noticia   sirve  de enlace entre  las dos narraciones, una consagrada  a la infancia de Juan, otra  al Bautista predicador.

Es una noticia   sin gran originalidad, modelada sobra la de Samuel: “El joven  Samuel  crecía  en estatura y bondad  ante el Señor  y ante los hombres  (1 Sm 2, 26). La   narración  de la infancia   de Jesús terminará  con una noticia   del mismo tipo.

             Con la  noticia   biográfica  Lucas ha  recapitulado  los años  oscuros   y de preparación  del Bautista 

            Conclusión: Hemos intentando  presentar  la figura de San Juan Bautista, apoyándonos  en los textos eucológicos y en la Liturgia de la Palabra.

            Si esta homilía tuviera que ser predicada; no se podría leer como está escrita, sino  exponer  solamente una síntesis.

            Aunque resulte más difícil   esta forma  de presentación, creo que es la más útil para un conocimiento más pleno de la figura del Precursor y de aquí el unirnos a Zacarías  en ese canto de bendición al buen Dios.