XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Este domingo podemos llamarlo como el domingo de la Parábola del Sembrador, de aquí que tanto la primera lectura como el salmo responsorial  se hagan eco de la Palabra de Dios, de la fecundidad  de la misma, de realizar lo que significa.  

            Lectura Primera: Isaías 55, 10-11 

            Perícopa  bíblica  muy bien elegida. Creo que no es necesaria una larga explicación, pues la transparencia de la misma  es evidente.

            Estos versículos forman parte del epílogo del segundo Isaías. El profeta  hace al pueblo una firme   invitación  a la conversión: a buscar  y volverse al Señor, a abandonar  los planes   y caminos torcidos  t  para aceptar  los de Dios, superiores  y más seguros.

            . Esta invitación concluye  con un breve canto  a la fecundidad  y eficacia  de la palabra de Dios, verdadera  protagonista  y artífice  de la liberación  inminente.            

10 “Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos  y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar,  para que dé simiente al sembrador y pan para comer

La imagen de la lluvia  y la nieve, que caen del cielo sobre la tierra  es suficientemente  plástica; tenemos experiencia de ella. La lluvia y la nieve  empapan la tierra, la riegan  de la mejor forma  posible. Una tierra sin lluvia  es árida. Cuando la nieve acaricia  la tierra, ésta se vuelve  fecunda, generosa en frutos para  el hombre y hierba para los animales. 

11 “ Así será mi palabra, la que salga de mi boca,  que no tornará a mí de vacío,          sin que haya realizado lo que me plugo  y haya cumplido aquello a que la envié.”. Creo que no es necesario añadir muchas palabras, pues sobran.  

 La palabra  viene de Dios, pero  sólo  es posible   escucharla  cuando se  encana  en una vida    humana y es pronunciada  con acentos  humanos. El Dt-Is   explica  la historia  universal, especialmente   la historia  sagrada de Israel, mediante  la presencia    profunda   y omnipotente  de la palabra. Algún   exégeta  atribuye  a este texto  el origen  inmediato  de la teología  joánica  de la palabra. Sus ecos  llegan  hasta nosotros  en la doctrina  de Juan  sobre la Eucaristía: la  palabra  bajada  del cielo  y recibida  como pan. De aquí que toda celebración Eucarística conste de doble planto: el plato de la Palabra y el  plato del  Cuerpo y Sangre del Señor.            

Estribillo del salmo responsorial es  expresivo, esta vez no es ningún versículo de ningún salmo, sino un texto del evangelio del día: “La semilla  cayó  en tierra  buena  y dio  fruto”

            El salmo responsorial  es el 64, que es un himno a Dios en Sión, estructurado  en tres partes; la tercera  es la bendición de la tierra, 10-14, que es la que la Liturgia ha tomado. Creo que está en perfecta sintonía  con los versículos de 10-11 del capítulo 55 de Isaías.   

La Segunda Lectura: romanos  8, 18-23: El premio que esperamos  

 El domingo pasado comenzábamos a leer  este capítulo: la vida en el Espíritu. Este  capítulo octavo  a los romanos   pertenece a la segunda parte de la Carta: Salvación y vida. Y este capítulo tiene como tres apartados: La vida  en el Espíritu, 1-17; el premio, que esperamos, 18-30 y el amor  salvador de Dios, 31-39

            No es fácil esta perícopa, sino difícil, aunque muy interesante. Vamos a intentar  exponer su contenido. No hace falta recordar que la segunda lectura no hace referencia ni a la primera ni al evangelio.

            Casi podríamos  hacer una presentación general, un resumen  de estos  versículos: 18-23 

La dificultad  para alcanzar  la vida nueva  de resucitados  con Cristo, (el premio) aunque  es real,  no es insuperable.

            Nuestra esperanza  tiene   unos sólidos  apoyos, no se fundamenta  solamente en deseos bellos, en sentimientos nobles, sino en una experiencia teologal. 

Tal vez  lo más sorprendente de este pasaje  sea la solidaridad  que Pablo supone  entre el universo (creación, ktisis)  y los creyentes. Aunque  Pablo no explica el cómo, parece  afirmar  con suficiente rotundidad  que el universo  físico  no se  limitará a ser simple espectador de la salvación  y de la gloria  del hombre  redimido, sino que las  compartirá. Si  el hombre  ha superado  en Cristo  este destino  de maldición y de muerte, el resto de la creación  también   lo superará. Es el tema  de la solidaridad, tanto para el  bien como  para el mal, entre  el hombre  y el mundo  material, que  tan   enraizado  está  en la Biblia. Ya  en los profetas  del Antiguo Testamento hay algunos   atisbos, pero  puede decirse que Pablo  es el primer autor bíblico en hablar  de esta esperanza  cósmica, y en poner, por tanto, sólida base a una teología de la fraternidad  entre el  hombre  y las cosas.  

17c: “a que sufrimos con él, para ser también con él glorificados  y  el v. 29: “Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él  el primogénito entre muchos hermanos;”   Textos claves para entender los versículos 18-25; nosotros sólo vamos a estudiar los versículos 18-23. 

Sorprende  que en los versículos  18-25  se habla  sólo  de manera general  de la contraposición  del sufrimiento  presente y la gloria futura  y no se recoge  la idea decisiva  de vv. 15-17: 

“15 Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos  adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!

            16 El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.

            17 Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.” De la participación  en el sufrimiento  y glorificación  de Cristo.”  

En el v. 18  Pablo  formula   una tesis  que expone a continuación. En los vv.  19-21  ofrece   una primera  exposición. En el v. 22, con “Pues sabemos”, comienza   una segunda exposición  que se extiende  hasta el v. 23 y que  profundiza, en cuanto  al contenido, vv. 19-21.  No olvidemos esta afirmación. 

San Pablo en estos versículos 18-23  se hace eco  de la apocalíptica  judía.

 Según ésta, primero,  los sufrimientos  son francamente   necesarios puesto que entre la soberanía  de Dios  a la que pertenecen   como justos y la soberanía  del mundo  injusto, en la que viven  como terrenos, existe una contradicción  inevitable:  los pecadores  combaten  a Dios  y oprimen  a los justos. Los padecimientos  que estos  sufren    actualmente a manos de aquellos  los marcan   precisamente   como pertenecientes  a Dios. Pero  el tiempo  de esta vida  es limitado. El juicio  del tiempo  final  traerá  el gran cambio, cuando Dios aniquile  a los injustos y libere  a los elegidos. Entonces recibirán  éstos  la salvación  que les corresponde  como justos. Cuando el tiempo  del juicio  se aproxima, su realidad  vecina  se traduce  en señales  previas  de naturaleza  catastrófica. Se pueden   describir   éstas  como los “dolores”  de parto, que preceden   al nacimiento  del nuevo mundo salvado.  Mientras  que,  por una parte, los impíos  son presa, con razón, de la desgracia  que está  irrumpiendo;  por otra  parte la presión  del sufrimiento contra los justos alcanza unas  cotas mucho  más  insoportables  que en cualquier momento  anterior para, a continuación, al despuntar los acontecimientos  del final, cesar para siempre. Por  consiguiente, contemplados  desde el final, estos   padecimientos son algo  pasajero, ligero,  si se los mide  con la plenitud  de la salvación  eterna, perfecta, que aguarda  a los justos. Pero primero tienen  que aguantar  esos padecimientos: su justicia  tiene que ser probada antes  de que reciban  el salario escatológico que les corresponde. Los justos   no sólo  son exhortados  a mantener  tal postura, sino que son consolados de antemano  haciéndoles fijar   su mirada  en el rescate inminente e invitados  a la espera paciente  y a la esperanza, a la alegría  y al júbilo.  

            Esta enseñanza  de la apocalíptica judía  se convierte en herencia común  para los creyentes. Pablo se inspiró en esta doctrina para exponer  su contenido; de aquí la importancia de la forma.

            Seguimos  con la apocalíptica  judía:

            El final afectará no sólo a los hombres, sino también a la tierra en la que viven  y a la  creación en general. Por  una parte, ésta en conjunto  interviene  en el juicio  de Dios  a los injustos, como se puede  leer  en los libros de los  profetas:  

 “9 He aquí que el Día de Yahveh viene implacable,  el arrebato, el ardor de su ira,  a convertir la tierra en yermo y exterminar de ella a los pecadores.

10 Cuando las estrellas del cielo y la constelación de Orión  no alumbren ya, esté oscurecido el sol en su salida  y no brille la luz de la luna,

11  Pasaré  revista al orbe por su malicia   y a los malvados por su culpa. Haré cesar la arrogancia de los insolentes,  y la soberbia de los desmandados humillaré.

12 Haré que el hombre sea más escaso que el oro fino,  y la humanidad más que metal de Ofir.

13 Por eso haré temblar los cielos,  y se removerá la tierra de su sitio,   en el arrebato de Yahveh Sebaot, en el día de su ira hirviente.” (Is 13, 9- 13)  

            En tiempos   tardíos  se interpretará  en este sentido  Gén 3, 17: “Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer,   maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento  todos los días de tu vida.” 

Sin embargo, por otro lado, cuando irrumpa  el final, juntamente  con la glorificación  de los justos también  la creación  será renovada. “Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán mentados los primeros ni vendrán a la memoria;” (Is  65, 17)  

Si se  compara  este mundo  de ideas  judío con Rom 8, 18ss salta a la  vista, por una parte, que constituye  el trasfondo  de la argumentación  paulina.  

18  “Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros.”           

En 5, 1-5 Pablo  había comenzado  a hablar de las  consecuencias  de la justificación  por la fe  en la vida cristiana,  concretamente  de un “gloriarse” 

 Este “gloriarse” se fundamenta  ahora únicamente  en la esperanza  que se acrisola  mediante  la paciencia  en las tribulaciones  experimentadas actualmente, que se orienta  por el amor  de Dios  experimentable  y activo ya ahora en los corazones  de los creyentes mediante  el Espíritu  recibido  en el bautismo. 

En el capítulo  8  retorna a este tema  y lo desarrolla.  En el v. 18  avanza   una tesis  que introduce con “afirmo”, (estimo)  

Los “sufrimientos   del tiempo  presente”.  Lo que  la apocalíptica  suele decir  de los sufrimientos  de los justos  se refiere  aquí, como algo  evidente, a los cristianos: no son nada frente  a la gloria  cuya  revelación  es inminente para nosotros.  

   “ Gloria” es la  atmósfera  inmediata a  Dios mismo, por decirlo  así, su esencia , mediante  cuya fuerza y en cuyo  resplandor  radiante consiste  la realidad  del mundo  de la salvación  escatológica. En  realidad  y propiamente, los cristianos pueden  esperarla, porque   están unidos  a Cristo, que como  resucitado, está  glorificado  ya. Sólo  por eso  los cristianos  pueden   esperar  que, como en Cristo, así  también en su suerte, al padecimiento  presente seguirá la glorificación  escatológica. 

19 Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. 

Pablo   desarrolla  esta tesis  mediante  la idea  de que la creación  espera  con ansia  tensa  ese acontecimiento  futuro  de revelación  en el que  los cristianos, que   según  el testimonio  del Espíritu  son “hijos de Dios”,  aparecerán  como tales en la realidad  de la gloria  de Dios.

 Subyace  la concepción  apocalíptica  de que, en la irrupción  de los acontecimientos  finales, aparecerá  el Mesías o el Hijo  del hombre y con él los justos elegidos. En esta  línea   concibe  Pablo  la “revelación de los hijos de Dios”. Son hijos  como coherederos  con Cristo, el  Hijo de Dios; y la  revelación escatológica  de lo que han llegado a ser ya mediante  el bautismo los reunirá  como hijos de Dios  con el Resucitado  como el Hijo: “ De manera  que sea  el Primogénito  entre muchos hermanos”

            Pero  Pablo  apunta   a decir  que  la creación   está orientada, en espera  tensa, a la  revelación  futura  que vivirán  los cristianos. 

 Desde  la exégesis   de la Iglesia  antigua  hasta hoy  se discute  cuál es el significado  de la expresión: ktisis (creación):

  Si   la totalidad  de la  creación  incluidos  todos los hombres, o si la  creación  no-humana. El contexto   (v. 18.19.23) muestra  que, en cualquier   caso, los cristianos  no están incluidos.

 A lo sumo  se puede  decir  que en el término “creación”  están incluidos  los hombres en la medida  en que ellos, como el resto  de las criaturas han sido  creados  por Dios y así- incluidos  los cristianos  (  v. 23) – participan  de la espera   y suspiros   de ella.  

 Sólo  se hará justicia  al texto  de Rom 8, 19-22 si se  entiende- al menos  primariamente – en el sentido  de toda  la creación  extrahumana. 

20  La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza           

Por una parte, Dios la ha  sometido  a la “vanidad” sin sentido, y no  de manera   culpable, sino  “involuntariamente “, “fatalmente”, pues, “por razón  de quien  la ha sometido”

            Esta formulación  es oscura. Probablemente  alude  Pablo  a la maldición  de Génesis 3, 15s: “Enemistad pondré entre ti y la mujer,   y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza  mientras acechas tú su calcañar.» 

De ahí  que numerosos  exegetas desde la Iglesia  antigua hasta hoy hayan   sospechado  que “por aquél” se piensa en Adán. Sin embargo, esta  interpretación  presenta  la dificultad  de que sin duda el pecado de Adán  fue el motivo  de la maldición  sobre la creación, pero  no fue  él mismo “ el que sometió”, sino Dios.

Sea  cual fuere la interpretación, en cualquier  caso se expresa   en v. 20  que toda  la creación  está afectada por la “vanidad” a la que  han sido  entregados  por Dios los hombres  desde Adán  como  consecuencia  del pecado, de manera  que en ese aspecto  la situación  y el destino  de la creación  dependen  de la situación  y del  destino  de los hombres. Mas, por otra parte, esto vale también   en el aspecto  positivo: el sometimiento  a la vanidad sucedió  también  “con esperanza”, precisamente  con la mirada  puesta  en la   revelación  escatológica  de los hijos de Dios ( v. 19)  

Lo mismo que Pablo no explicó cómo el pecado de Adán se transmitió a todos los hombres; tampoco aquí explica el cómo, sino la realidad.

Me atrevo a hacer una explicación de cómo. El hombre tiene poder sacralizador y desacralizador  de la creación. El hombre con su conducta afea la creación, la violenta; podríamos alargarnos mucho en este sentido; pero creo que queda claro. También el hombre puede hermosear  la creación (de aquí los ecologistas); pero existe un hermosear  teológico, cuando el hombre usa  de la creación para ir al creador. Aunque Pablo no explica el cómo, por decirnos  que se da esta solidaridad entre el hombre y la creación (aquí creación en un sentido inanimada) merece ser tenido en una  gran consideración.  

 21  De   ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. 

Porque   como a  éstos, también  a ella  la librará  Dios  de la esclavitud  que significa la corrupción  que pendía  sobre ella  y le permitirá  participar  en la libertad  que él  hará patente  para los cristianos al introducir  a éstos  en la realidad, llena  de fuerza   y de luz, de su gloria. Se piensa, pues,  no en  una gloria  propia  de los cristianos mismos, sino en la  gloria  de Dios, en la que  ha recibido  Cristo  resucitado  como su  Hijo  y de la que hará  partícipes  a los cristianos  como  coherederos  de Cristo en el acontecimiento  futuro  de revelación. Hay  que  tener muy presente  que Dios  crea libertad  para aquellos a los que hace  participes  de su gloria  como de su propia  esencia. Dios es Dios  como el que  libera de la esclavitud. Así   Dios, al  someter  la creación  a la vanidad, dispuso  conjuntamente  también la futura  eliminación  de ésta, de manera   que su  espera ansiosa  se basa  en la misma  esperanza   que la espera  de los cristianos.  

22 Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. 

            Introducido  con “pues sabemos”,  sigue   en v. 22s otro comentario. La creación  entera  gime  bajo el peso  de la situación  de apuro descrita  en v. 20s y  yace  en dolores,  es decir, se encuentra   en una situación  de experiencia profunda  de vanidad  y de corrupción  con la que, según   la concepción  apocalíptica, se le anuncia  la  inminente  irrupción  escatológica. Indudablemente, este saber que Pablo  presupone  en sus  destinatarios  proviene  de la tradición  apocalíptica  recibida  en el cristianismo  primitivo. Se basa  en la tensión  entre el mundo  como criatura  de Dios  y su destino  de participación   en la maldición  de Dios  como consecuencia   del pecado de Adán, que es sólo  perceptible  para el que  lo sabe en fe.  

 El que  el mundo  como “naturaleza”,  que no está  juntamente  con los hombres  frente a Dios como creador sino frente  al hombre como su gran adversario o como material  para su capacidad  técnica  superior, no puede  ver en estas  aseveraciones  de Pablo  sino antropomorfismos ingenuos. Solo desde la fe  se percibe esa conexión entre el hombre y la creación. Los Santos han sido los más amantes de la creación, pues han visto en ella la huella de Dios. “Mil gracias  derramando/ pasó  por estos  sotos  con presura/, e, yéndolos  mirando,/  con sola  su figura/ vestidos los dejó de hermosura” ( San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, canción 5).  

 Responsabilidad   frente  a la “naturaleza”, incluso  reverencia  ante ella surgen  del conocimiento  de fe  de que Dios  está presente  en la realidad  creada  como su Creador  mismo, y por  eso ella  “gime”  y “padece dolor” por la contradicción  entre su ser así  y su objetivo o finalidad  que le  ha sido  impuesto   por Dios, al igual  que le  estremece  la espera, incluso  la esperanza, de que Dios  eliminará   esta contradicción  a su tiempo.  

 Por consiguiente, en vv.  19-22 se habla  de que la  creación  entera  “participa en la caída  primera  y en la futura  redención  del hombre” 

23 Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. 

Como en 5, 3: “Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación  engendra la paciencia;”.  También   nosotros, que experimentamos  ya el  Espíritu  como “primicia”, como fuerza divina de la realidad   salvífica escatológica, también nosotros  mismos   gemimos   en nuestro interior en espera  de la filiación  que el  Espíritu  testifica en nosotros   según v.16. Cierto que  Pablo  habla  en los restantes   lugares  constantemente   de la filiación  de los cristianos  como don del bautismo, pero  en v. 23 se refiere  retrospectivamente  al v. 18  y presenta  el efecto  de la “revelación  de los hijos  de Dios”  como “rescate  de nuestro cuerpo”,  en paralelismo  con la liberación  de la creación  de la “esclavitud de la corrupción”. Puesto  que el Espíritu  es “prenda” del  ésjatón, también  la filiación  que él atestigua  es una obra  escatológica  de Dios presente sólo  en la palabra, pero cuya   realización  verdadera  en nosotros  está  escondida  en el futuro  junto a Dios, realizada  primero sólo  en el Cristo resucitado como el Hijo.  El versículo  23  es así  la respuesta  plena, escatológica, al lamento  de 7,24: “   ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?”  

 Ahora  bien,  lo importante  en v. 23  es que  también  los cristianos, igual  que la creación, gimen ( v. 22), aunque ellos tienen   el Espíritu  que les garantiza  su redención  futura. Por   consiguiente, la posesión  del Espíritu  no distancia  en modo  alguno  a los cristianos  de la creación, sino que por el contrario, los conduce  a la solidaridad  con ella   precisamente   porque su  propia redención  tiene  que servir  a la liberación  de toda  la creación  de la esclavitud  de la corrupción. Así  se produce  una paradoja: aquellos  que poseen  el testimonio del Espíritu, que les asegura, con autoridad divina  y en claridad escatológica, su  pronta  redención y glorificación, experimentan  a la par  actualmente  toda la presión  del sufrimiento  de la corrupción  bajo el que se  encuentra   toda la creación; la experimentan  con toda su fuerza y gimen  también ellos  en este  coro unísono  de la creación  gimiente. Romanos   8, 19-23  es el único  lugar en que  Pablo  explicita  el sentido  de esta tensión  que perdura: los cristianos  han recibido  la promesa  de la salvación  vicaria  de toda  la creación; ella tiene , en la intención  de Dios, una meta   universal. La solidaridad  de los hijos de Dios  con la creación  se corresponde  con la justicia  de Dios, que,  cuando todos  los hombres  se han hecho  pecadores, mantiene  sus promesas de alianza  y justifica a los  injustos  para conducirlos  no solo a ellos, sino también  a toda la creación  mediante su glorificación, a aquella consumación a la que  ha destinado  a su creación  en conjunto.  

Evangelio: Mateo 13, 1-23 

            Leeremos durante tres domingos el capítulo 13; de aquí que debamos  exponer su importancia.

            Después de haber  presentado  a Jesús  con su autoridad  de intérprete escatológico de la ley  ( caps.5-7), autoridad   ilustrada  inmediatamente  después  por algunos relatos  de milagros  significativos ( caps. 8-9), Mateo   presenta  a  Jesús enviado   y “autorizando”  a los heraldos del reino ( capt. 10) Pero  este reino  es discutido  por la ciudades galileas ( cap. 11).

            Este rechazo  de Jesús  como instaurador  del reino de Dios es el tema  de las ocho perícopas del capítulo 12. Culmina  en la acusación   de posesión  demoníaca lanzada  por los fariseos contra Jesús: “Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: «Este no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios.» (Mt 12, 24)  y en la declaración por parte de Jesús de quién es su verdadera  familia: “Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.», (Mt 12, 50)  

            Sobre  la base  del relato  de esta ruptura  dramática  con el judaísmo, el capítulo  13, relativo  al “misterio” del reino, explicará  cómo es posible  que el reino  de Dios pueda  ser, a la vez, inaugurado en la tierra  y discutido  o incluso  ignorado  por los hombres.

            El capítulo 13 tiene dos secciones: Parábolas. El reino  crece misteriosamente, 13, 1-52; El reino y la   Iglesia, 13, 53-58. Esta sección continúa hasta el capítulo 16, 20.

            La enseñanza  mediante    parábolas, que es característica  de Jesús, también se encuentra  en el AT.

Probablemente, los mismos   evangelistas  compusieron  parábolas  para ilustrar  aspectos  de la enseñanza de Jesús, al igual  que también  modificaron  las originales para adaptarlas a nuevas circunstancias 

            Las siete  parábolas   reunidas  en este capítulo explican  de forma  plástica el misterio del reino de  los cielos, que se ha hecho patente  en las palabras  y milagros  de Jesús  ( Mt  4, 17-11, 1),  y que sigue  adelante   a pesar  del rechazo  de los fariseos ( Mt 11,2-12, 50) En él pueden  distinguirse  tres momentos. El primero contiene  la parábola  del sembrador, una  instrucción  sobre el sentido  de las parábolas  y la explicación  de la parábola (13, 1-23). El segundo,  tres parábolas, una nueva  instrucción  sobre el sentido  de las parábolas y la explicación a los discípulos  del sentido  de la primera  de las tres (Mt 13, 24-43). Finalmente, el tercer  grupo  consta  de tres  parábolas  y un breve  diálogo  con los discípulos  ( Mt  13, 44-52).

            Vamos a estudiar  el primer momento, que tiene como tres partes.

Primera parte: 13, 1-9: El sembrador  

 El centro  del interés  de la parábola  del sembrador  está  en la magnífica  cosecha  que produce  la semilla  que cae  en tierra  buena. Teniendo  presente  que por entonces  una cosecha  del siete   por uno  era considerada muy buena  en Palestina, este treinta, sesenta o ciento  por uno  de que habla  la parábola  resulta  exagerado y llamativo. Es probable  que esta parábola   fuera pronunciada  por Jesús  para responder a las objeciones  de los  que no   veían  llegar   el reino  que él anunciaba. Jesús   les hace poner la mirada  en la grandiosa  cosecha  final, diciéndoles: ¡Animo! ¡No hay  que desanimarse! A pesar  del  fracaso  aparente la llegada  del reino  es imparable, y el resultado  final  será  maravilloso e incalculable.

 La parábola  del sembrador  es, probablemente, la más   representativa  de cuantas pronunció  Jesús. Para entender  su sentido  original  hemos  de dejar a un lado  la explicación  que la acompaña, pues  esta explicación, como veremos, es fruto  de una reflexión  posterior  realizada  en el seno  de las primeras  comunidades cristianas.  

1-3a: “Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar.

2 Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera.

3 Y les habló muchas cosas en parábolas.”    

             La breve  introducción  de Mateo  no tiene   pretensión  cronológica. Aquel día  es una fórmula  pedagógica que une  lo que va  a seguir a cuanto  precede: la predicación  del reino  a la multitud después  de la ruptura  con los fariseos. Los tres  sinópticos  subrayan  la importancia  de estas multitudes  y la solemnidad  del momento  (Jesús se sentó). Pronto   se verá que  estas multitudes  quedan   decepcionadas por las parábolas (vv. 10-15).  

 Hay  un hecho  importante: esta enseñanza  predicada es impartida  a la muchedumbre, pero  sólo  los discípulos  la comprenderán.  En los LXX el sustantivo  Parabolé  traduce  le hebreo  masal, que designa  toda especie  de enseñanza  en forma  de comparaciones,  frecuentemente    enigmáticas. El escriba  “busca el sentido  escondido  de los proverbios, está   interesado en el secreto  de las parábolas “(Eclo  39, 3). El pensamiento  de los sinópticos  manifiesta  la sorpresa  de que Jesús   haya elegido  esta forma  de enseñanza ¿Por qué?

Podemos responder lo ya apuntado. Según Jesús  les habla en parábolas, pues es el camino más sencillo, más asequible; según Mateo les habla Jesús  en parábolas  para que quede  claro la postura de los judíos: el rechazo de Jesús por parte de éstos.  

3b “Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar.” 

 La parábola  cuenta  una historia, un hecho  que se ha producido  ya. De aquí  cómo la parábola del Sembrador  tiene un doble significado: teológico, lo que sucedió ya. Y también su significado moral, catequético, de enseñanza, de comparación: diversas actitudes  acerca de la Palabra de Dios en todas las circunstancias de la vida, carácter  moralizante, ejemplarizador.   

 4 Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron.

5 Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; 

6 Pero  en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron.

7 Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. 

 Cuatro  de los seis versículos   de la parábola  describen   el fracaso de la semilla. Este   dato  estadístico, común  a los tres sinópticos, insinúa la intención  del relato. En el plan  de Mateo  hay   que relacionar  estos tres  fracasos  sucesivos con los relatos  precedentes, que  insisten  en la  resistencia  encontrada por Jesús  en el seno mismo de su pueblo. En efecto, el rasgo  común   a todos   estos fracasos  es que  son  debidos  a un elemento  destructor  ( los pájaros, el sol, las espinas)  que aniquila  una germinación  que había   comenzado  bien. No se acentúan  tanto  las condiciones  del suelo  cuanto  el aniquilamiento   de la joven planta  por fuerzas  adversas. Pero  si el sembrador  es Jesús, ¿ no contradicen  radicalmente  estos  repetidos  fracasos  su pretensión  de estar revestido  de autoridad mesiánica?  ¿Pueden   armonizarse   las dos ideas  de autoridad  mesiánica  y de fracaso? Al parecer  ésta  es la cuestión  planteada  en el cuerpo  de la parábola;   era la pregunta  más grave  que podían   hacerse quienes escuchaban  a Jesús, y era necesario  que se la hiciesen.

8        ¿ Cómo  podían   aceptar  los oyentes  de Jesús  y, sobre todo, de Mateo la idea   de que   habrá  una cosecha , Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. 

El éxito pero a  costa  de pérdidas   considerables 

9        El que tenga oídos para oír,  que oiga.»  

Este   refrán  corriente  ( 11, 15; 15, 43)  constituye  una invitación  al destinatario  para que  piense  en la aplicación  a la vida  humana  de la figura  utilizada. 

¿Qué debían   oír  los oyentes de  Mateo? Esta fórmula  ( este refrán )  no supone   que, siendo  la parábola   clara, el auditorio  sea tan  estúpido   que no la entienda, sino que  lanza   una especie  de reto a los oyentes: ¿ querrán  comprender  lo que únicamente  la fe  puede darles  a entender?  

Segunda parte: 13,  10- 17: Sentido de las Parábolas  

Debemos decir lo siguiente para poder comprender lo que sigue. Por parte de Jesús el uso de las parábolas  tiene un sentido didáctico, comunicar  el  “misterio” del reino. No sería honesto y por lo tanto incomprensible  el pensar que Jesús usa las parábolas para enredar, complicar.

El lenguaje semítico es  distinto al nuestro, pues  a veces podemos confundir  el deseo con el resultado. Ciertos proverbios  deben ser estudiados en su contexto. Nosotros les damos un sentido sociológico, cuando el sentido verdadero es teológico. Siempre será  difícil la comunicación del misterio del reino, pues es sublime  y  no existe lenguaje  adecuado.

Al ver las parábolas desde Jesús debemos  fijarnos más  en el contendido, en la intención, en lo que quiere comunicar; cuando contemplamos las parábolas desde el evangelista, tenemos que tener presente qué es lo que nos quiere comunicar  y esta comunicación  está condicionada por el público, al que el evangelista se  está dirigiendo. En Mateo lo importante  es ver cómo reaccionan  unos, los apóstoles  y cómo reaccionan otro: los fariseos. Estos, aunque el modo de explicarse el Señor es sencillo, no lo comprenden, porque  les falta  una intención.

Creo que con estas  aclaraciones, podemos analizar  los versículos siguientes, que resultan un tanto difíciles.

Para Mateo  son la ocasión  de que aparezca  la acogida  y el rechazo  de Jesús  y su mensaje. Nosotros  al leerlas tenemos otras miras, de aquí nuestra extrañeza  al estudiarlas.  

10    Y acercándose los discípulos le dijeron: « ¿Por qué les hablas en parábolas?» 

Los  discípulos  de Mateo  hacen  una pregunta  general  y fundamental: ¿Por qué   les habla  Jesús  en parábolas? Desde el punto  de vista  de la narración  biográfica  puede sorprender  que esta pregunta  general   a propósito  de las parábolas sólo   vaya  precedida  de la parábola  del sembrador. Diremos  lo que intenta  proponer  con ocasión  del sembrador  es la esencia  de la enseñanza  parabólica  de Jesús, de aquí  la oportunidad  de esta pregunta, sin necesidad de esperar al término de todas. Expresa

 una interrogación  de extrañeza  con  cierto matiz  de agresividad:¿ por qué  les  hablas  en parábolas  cuando   resultaría  tan fácil  ser más sencillo  y directo?. Esta respuesta  es la que nosotros nos hacemos. Debemos afirmar  que el lenguaje parabólico es el más sencillo, por lo tanto es normal que Jesús  les hable en parábolas.           

            11. El les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos  no. Respuesta un tanto desconcertante. No podemos interpretarla  literalmente, sino  entender lo que nos quiere decir. Podemos  exponer lo siguiente: no se debe  a una negativa  en cuanto al dar, pues esto desdice del Señor, que quiere la salvación para todos; sino de una negativa  en cuanto al recibir. Los fariseos  no quieren recibir la oferta  del reino de los cielos, así hablándoles  en parábolas  no pueden decir que no entienden  lo que se les dice, sino que no quieren entenderlo. Si no les hablara en parábolas, que es lenguaje sencillo, podrían  presentar una excusa; pero así no hay  disculpas. 

            12 Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 

            Una lectura  sociológica, que es la que nosotros hacemos a primera vista, parece escandalosa; pero no se trata  de una lectura económica, sino teológica. Dándole  al verbo tener  un significado de  recibir, cambia  la dimensión y se hace más comprensible.

            Porque a quien tiene (= recibe)  se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene,  (= rechaza) aun lo que tiene se le quitará. Tanto  en este versículo  como en el anterior; los verbos en pasiva son de carácter teológico, es decir, el sujeto es Dios; El  es quien dará. La  implacable  verdad  de lo que se dice  no se entiende  desde un punto  de vista  económico, sino espiritual  e intelectual: si te   abres  a ti mismo   con fe  y esperanza  a la revelación  del plan  de salvación de Dios, progresarás rápidamente  en su comprensión. Pero si te cierras  a él, perderás   la oportunidad.  

            13 Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.

            Existe una incapacidad  intelectual, que consiste en querer entender; pero no se consigue, porque resulta difícil el lenguaje.

            También se da una incapacidad  moral-espiritual, que consiste en no entender, porque falta de sensibilidad. Podemos  juntar ambas  incapacidades, acentuando más  la actitud negativa  a la hora de entender.

            Jesús recalcaría  la incapacidad  intelectual  y es justo afirmar, viendo no ven; oyendo no oyen. Mateo  haced hincapié  en la incapacidad  espiritual, casi responsable, debido a la malicia, al bloqueamiento de Jesús por parte de los fariseos. También es correcto y cierto decir:  viendo  no ven, oyendo no oyen. 

            Para fortalecer  su idea, Mateo, como es costumbre en él, recurre a un texto del Antiguo Testamento; en su sitio  tenía sentido; pero que aquí resulta un poco forzado. 

            14. De esta  manera  se cumple en ellos  lo anunciado  por Isaías:

“Oiréis, pero   no entenderéis; miraréis, pero  no veréis”

            15. “Porque  se ha embotado, el corazón  de este pueblo, se han vuelto  torpes sus oídos, y se  han cerrado  sus ojos; de modo  que sus ojos   no ven, sus oídos  no oyen, su corazón  no entiende, y no se convierten  a mí para que  yo los sane”

            Mateo, como decíamos  antes, acentúa  la incapacidad, que procede de la malicia, no la  dificultad en sí, debido al contenido del misterio.  

            16 «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!”           

En la visión  de Mateo, los discípulos   encarnan   la postura  de los que acogen  el reino. Ellos comprenden y pueden profundizar  en el significado  de las parábolas, porque  son su verdadera familia, que hace la voluntad del Padre;  son los sencillos, a quienes  Dios ha  revelado  los misterios    del reino. Jesús  les declara  dichosos, porque han sabido  abrir sus oídos para escuchar su mensaje, y han  abierto   sus ojos  para ver  en los signos  que él realiza  la llegada del reino de Dios. Sin embargo, la gente   no entiende  nada,  porque su corazón  está embotado, y sus ojos  y sus oídos  permanecen  cerrados. Jesús les habla   por medio  de parábolas  para hacerles más  accesible  el misterio  del reino, pero es inútil.   

17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

Podemos decir que este versículo  17 es la segunda parte de la perícopa, compuesta por los versículos 16-17. Mateo habla de justos, donde Lucas habla de reyes.

Como en las  bienaventuranzas  del cap. 5, el macarismo  ( la dicha)  termina con una  alusión   significativa   al pueblo del AT: “Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron  a los profetas anteriores a vosotros”  ( Mt 5,12): la dicha  bíblica  no se define en relación  con una eternidad intemporal ni por una  actualidad  fulgurante sin vinculación  con el tiempo; dice  relación  a un pasado y a un  porvenir del reino; su intensidad  se mide  por su proximidad al acontecimiento  salvífico; los discípulos  son “más  dichosos” que los  profetas del Antiguo Testamento, pues ellos  ( los discípulos) vieron con sus propios ojos  al Mesías; los profetas solamente con el deseo.  

            Tercera parte: 13, 18-23: La explicación  de la parábola:  

   Es  en   realidad  una aplicación  de la misma  a la situación  posterior  de la Iglesia. La semilla   es ahora  el mensaje, y el acento recae en las diversas actitudes ante el anuncio  del mismo. De este modo, la explicación  se convierte  en una exhortación  dirigida  a los cristianos  para que la  acogida  del evangelio  no sea ahogada  por las dificultades  con las que  se van  encontrando;  y en una  palabra  de ánimo  para los  misioneros  del evangelio, que se encuentran con todo tipo de  respuestas.

El sentido de la Parábola  del Sembrador  (Mc  4, 13-20; Lc  8, 11- 15). Se suele   pensar   que estos versículos   son un comentario  posterior, tardío y alegórico  de la parábola  del sembrador. Para algunos  es todo  el relato  de Mt, parábola  y explicación, lo que   debe considerarse  como tardío , es decir, presentado  e interpretado  por Mt  y sus oyentes en los años  ochenta.

Sobre este tema  pueden   hacerse  las observaciones  siguientes: 1)  Estos versículos  figuran  en los tres   sinópticos, con notables   diferencias  de un evangelio  a otro; la interpretación   de la parábola   estaba, pues,  muy extendida  en el cristianismo primitivo; 2)  el carácter  alegorizante  de estos versículos y el hecho  de que solamente  Mt y Mc  pongan  en labios  de Jesús  las expresiones  palabra  y palabra  del reino  son indicios  poderosos   de una redacción  eclesiástica  tardía. Pero   la cuestión  más importante  no es ésta; se trata  de saber  si estos versículos, la parábola  misma   y toda  la narración  de Mt   identifican  al sembrador  y su palabra  decisiva   con la persona histórica   de Jesús , y es así. 3) Volvemos  a encontrar  en estos  versículos  la misma   insistencia  mateana  en el verbo  comprender. No se trata   tanto  de una “alegoría moralizante” cuanto la descripción  dramática  de un combate  a favor  o en contra  de la comprensión  de la palabra, que tiene  como escenario  el corazón  del hombre. Las palabras claves   están en  el v. 23 “Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.» 

            18. Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. 

 Lo mismo  que en  el v. 16, este  vosotros   se refiere  a los discípulos (vv. 10-11). Se les pide  escuchar la palabra  de aquel  que ha sembrado; todo  este contexto   juega  con el doble   sentido de este verbo: escuchar-escuchar y comprender. Mt  da a entender  que esta  semilla  es la palabra. Mateo no elucidará  completamente  la parábola; las dos  cuestiones  decisivas  permanecerán  veladas  hasta el fin: ¿  Quién  pronuncia  esta palabra? ¿Y cuándo será la recolección? Por  consiguiente, no se trata  de una explicación  de la parábola  cuanto de una aplicación  de su secreto a los  discípulos.  

 19. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. 

 Mt  ha puesto  todo el texto de  Mc  en singular, lo que le hace  más pedagógico y denso. No comprende  la palabra del reino.  Comprender= conocer. Lo mismo  que en la parábola, esta incomprensión no procede  de una ignorancia  puramente personal, sino de la intervención  del Maligno  (Mc.  Satanás). La palabra   ha sido sembrada en su corazón no por ser  lugar   favorable por naturaleza  a su germinación, sino porque  constituye  el lugar  de la  opción  humana frente a  esta palabra. Estas   semillas en el corazón  del hombre no son otra cosa  que la enseñanza  o la palabra  de Jesús. Todos   estos  versículos  dan  una imagen  realista  de los obstáculos, numerosos y eficaces, que la palabra  debe vencer para germinar   en el corazón  del  hombre. El acento   no recae  sobre el error  de este hombre, que debería  haber recibido  la palabra  en lugar  del camino ( puesto  que se acaba  de decir   que la recibió en su corazón) ni sobre  la mala  suerte  del sembrador , sino  sobre la intervención  demoníaca  del Maligno. 

20  El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría;

21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida 

 El segundo   fracaso   de la palabra  parece   explicarse  mejor  que el primero  por  el carácter  propio  del que la recibe: quien no  tiene raíces   es el “hombre  que vive  del momento”

            Sin embargo, también  aquí es  una  intervención  exterior, la tribulación  y la persecución, la que  determina  el fracaso. Notemos   que no se trata   de una persecución  cualquiera: se ha desencadenado  a causa  de la Palabra. Mateo está haciéndose  eco de la problemática de su tiempo y de su comunidad.  

            22 El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto           

            Las zarzas  del v. 7   pasan  a ser una  realidad   muy concreta: las  preocupaciones  del mundo (  que florecen  en el mundo, los intereses  mundanos)  y la seducción  de las riquezas; la seducción  es un tema   corriente  en la parénesis  judía  y cristiana  de este tiempo. Se trata otra vez  de   una intervención  exterior.           

            23 “ Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.» 

            La tierra buena  es el hombre  que comprende  la palabra; no se dice  si tal  o cual   cualidad  psicológica  o espiritual le permiten  entenderla. Es el hecho  de que la comprende  lo que  permite  afirmar  que es buena  tierra. La alegoría  es, pues, mucho  más  dramática. 

      Desde  muy antiguo  esta explicación  se transmitió  unida  a la parábola  original, pero hay algunos  datos que inducen  a pensar  que se trata  de una adaptación  de dicha   parábola a la situación  que vivían  los cristianos  después de la muerte de Jesús: a)  no aparece en una antigua   colección  de dichos de Jesús ( Evangelio de Tomás)  en la que sí aparece  la parábola ; b)  la parábola  se ha alegorizado, desplazando el centro  de interés  a la suerte  que corre  la semilla: las  diversas  actitudes  con que se  acoge  el mensaje cristiano ( la palabra), que era  una preocupación  de las primeras comunidades cristianas.

      Mateo  subraya  el contraste entre los que no entienden   y los que  entienden. La comprensión  es una  de las cualidades  que caracterizan  a los verdaderos  discípulos, descritos aquí  como la tierra buena en la que cae la semilla.  De este modo, la explicación  de la parábola  se convierte  en una exhortación a los cristianos  de su comunidad para que la acogida primera del evangelio no sea ahogada  por las dificultades  con que se encuentran. Todos  están  llamados  a entender, es decir, a conocer y poner en práctica  las enseñanzas de Jesús. 

      Conclusión:  

Soy consciente de que resulta larga esta exposición; pero creo que merece la pena.

La lectura segunda creo que ha sido siempre presentada de una manera superficial; he tenido necesidad de ir a comentarios profundo para sacar luz.

            El hablar en parábolas casi nunca hemos entendido su sentido; creo que ahora estamos un poco más preparados para entender: ¿Por qué el Señor hablaba en parábolas?

            Somos dados a una exposición moral, alegorizante de la Palabra de Dios; cuando lo importante es su significado global, teológico.