XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Primera Lectura: Sabiduría  12, 13.16-19  

            Texto muy bello y esperanzador. La Liturgia ha acertado a la hora de elegirlo. El motivo de la elección está claro: la actitud paciente  del propietario del campo, en el que  un enemigo suyo ha sembrado cizaña. Los siervos del amo no tienen paciencia, quieren eliminar  rápidamente la cizaña.

            Vamos a presentar esta perícopa  y después explicarla. Estoy seguro que nos puede consolar mucho, pues  expresa y manifiesta una condición de Dios, que sí la sabíamos; pero que ahora nos damos cuenta  de que nuestro Dios es sublime  en su comportamiento.  

 El libro de la Sabiduría  tiene como tres  partes, que hacen  una relación directa con la Sabiduría:                        

I. Sabiduría  e inmortalidad: cc. 1-5; II. Elogio  de la Sabiduría: cc. 6-9; III. La sabiduría  en la  Historia  de Israel: cc. 10-12; Capítulo  11 presenta el primer contraste: Israel  y Egipto: la prueba de la sed. En  el  capitulo   13 comienza el alegato  contra la idolatría.

            Los versículos  3-18 del capítulo  12  son designados por algunas biblias de este modo: Castigo  progresivo y moderado  de los cananeos           

Los cananeos   se habían  hecho  más  merecedores  de castigo pos sus prácticas idolátricas y crueles; este pueblo  es como el símbolo de los enemigos del pueblo de Israel.

  El Antiguo Testamento, en algunas de sus páginas, indica  un  modo expeditivo de acabar con ellos. Leemos en el libro del Exodo 23, 28: “Enviaré avispas delante de ti que ahuyentarán de tu presencia al jivita, al cananeo y al hitita”; y en el libro del Deuteronomio, 7, 20 “Yahveh tu Dios enviará incluso avispas contra ellos para destruir a los que hubieren quedado y se te hubieren ocultado a ti.” 

Los criados  del dueño del campo  de la parábola de la Cizaña  también son expeditivos, ¿quieres que arranquemos  la cizaña? El hombre es vengativo, desea que la justicia brille contra los hacedores del mal.

El autor del libro de la  Sabiduría  tiene más paciencia, es más pedagógico,  tiene otros sentimientos; no quiere el castigo,  sino la corrección,  que el culpable  reconozca su error, su culpa; por esto   añade   una movitación  religiosa: darles    ocasión  de arrepentirse:

 Castigándolos poco a poco les dabas  ocasión  de arrepentirse, aunque   sabías  que su raza era perversa, congénita su maldad, y que  su modo  de pensar no cambiaría  nunca”   ( Sabiduría 12, 10), una  actitud  siempre  posible, incluso   en los más  empedernidos  pecadores.

¡Lástima  que la Liturgia haya olvidado este versículo!, pues  explica el comportamiento del propietario del campo, donde el enemigo ha sembrado cizaña.

Podemos decir que también la cizaña como elemento, como hierba “es” del Señor.

El versículo 13, que la Liturgia  trae, es la confesión, la expresión de la fe

israelita: “ Pues fuera de ti no hay un Dios que de todas las cosas cuide,  a quien tengas que dar cuenta de la justicia de tus  juicios”  ( 12, 13). Este versículo indica la bondad de Dios, su universalidad, pues todas las cosas le pertenecen y al mismo su autonomía, pues puede hacer lo que quiera (nunca hará el  mal) sin que nadie  le pida  cuentas. Los versículos 14-15 son muy bellos y descriptivos, aunque la Liturgia no los elige: 

“Ni  hay rey ni soberano que se te enfrente en favor de los que has castigado.

Sino que, como eres justo, con justicia administras el universo,  y miras como extraño a tu poder  condenar a quien no merece ser castigado.”            

            Los versículos 16-18  sí forman parte de la Primera Lectura, tomada del Libro de la Sabiduría.            

            Vamos a comentarlos: “16 Tu fuerza es el principio de tu justicia  y tu señorío sobre todos los seres te hace indulgente  con todos ellos

  El poder  es la  fuente  de tu justicia; el pensamiento del malvado es diverso:         Sea nuestra fuerza norma de la justicia,          que la debilidad, como se ve, de nada sirve” (2, 11), donde   afirman  que la fuerza  es su norma de justicia. Al revés   que los malvados, cuya debilidad e inseguridad les hace  emplear  injustamente  toda la fuerza  que poseen, Dios, que  es  todopoderoso y nada tiene   que temer, no experimenta  ninguna perturbación  moral  ni pierde  el equilibrio, siendo, por consiguiente, justo  y misericordioso.

tu señorío sobre todos los seres te hace indulgente  con todos ellos; perdonar  no se opone  al poder  ni a la justicia: “Te compadeces de todos porque todo lo puedes  y disimulas los pecados de los hombres para que se  arrepientan.”  (11, 23)

            Los textos son transparentes, hablan por sí mismos. Realmente que el AT es una fuente inagotable a la hora de ensalzar  la Sabiduría  de Dios en sí misma y en comportamiento. 

            17 Ostentas tu fuerza a los que no creen en la plenitud de tu poder,   y confundes la audacia de los que la conocen.  

Es un bello  comentario a este texto los siguientes versículos del capítulo 5, 17: “Tomará  su celo como armadura,  y armará a la creación para rechazar a sus enemigos “   

 18 Dueño de tu fuerza, juzgas con moderación  y nos gobiernas con mucha indulgencia    porque, con sólo quererlo, lo puedes todo. Dios  es señor  de todos los poderes humanos, su propio  poder  lo señorea  él mismo. La omnipotencia de Dios no es caprichosa, no la emplea para el mal, sino para el bien. Creo que meditando el texto, podemos darnos cuenta de lo afirmado. No se trata de explicar, sino de cantar, contar, celebrar, proclamar. La homilía debe tener un carácter kerigmático, sino simplemente  catequético.  

Los versículos  19-22 de este capítulo 12  son designados  como la doble  lección  para los israelitas. Sólo tomamos el v. 19:

““Obrando así enseñaste a tu pueblo   que el justo debe ser amigo del hombre,  y diste a tus hijos la buena esperanza   de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento

 El autor   saca  ahora  las consecuencias   del  proceder  de Dios   y las convierte  en enseñanza    o instrucción  para el pueblo. Resulta edificante el v.22, que tampoco trae la liturgia: “22  Así pues, para aleccionarnos, a nuestros enemigos los flagelas con moderación,  para que, al juzgar, tengamos en cuenta tu bondad  y, al ser juzgados, esperemos tu misericordia.”

            El pueblo  debe  ser justo, como su Dios, y juzgar con benevolencia. Igualmente   debe  aprender  de los escarmientos  ajenos  y esperar  confiado  en la misericordia divina.

Podemos hablar  de un ideal  “humanista”: “La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre,  pero no deja sin castigo los labios del blasfemo;  que Dios es testigo de sus riñones,   observador veraz de su corazón   y oye cuanto dice su lengua.”  (1, 6)  

incoercible, bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno,   que todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus,  los inteligentes, los puros, los más sutiles”  ( 7, 23). En el comentario de esta perícopa  que querido hacer uso del mismo AT, pues él es el mejor comentario.

            Cuando uno lee estos textos, le damos la razón al propietario del campo, en el cual un enemigo ha sembrado cizaña. Nuestro espíritu, vengativo, precipitado, se serena al contacto con la suavidad y delicadeza  de estos textos bíblicos           

Estribillo del salmo responsorial: Tú, Señor, eres bueno  y clemente  es la confirmación  de lo dicho.  

 El salmo  85  es  es la confesión de la bondad de Dios. Los   vv.  5-6  así lo expresan: “Tú eres, Señor, bueno e indulgente, eres  todo amor para cuantos  te invocan. Escucha   mi plegaria, Señor, atiende mi súplica.” Lo mismo el v. 15: “Pero tú, Señor, Dios clemente  y compasivo, paciente, lleno  de amor y fiel”  

Segunda Lectura: Romanos  8, 26-27: El premio  que esperamos  

26  Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar  como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, 

27  “El  que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.”  

Estos versículos pertenecen a la segunda parte del capítulo 8; el domingo pasado, 15 del Tiempo Ordinario, tomábamos los vv. 8-23.

      Podemos de calificarlos  de sublimes; aquí Pablo se expresa como un gran místico; quizá  tengamos que recurrir a San Juan de la Cruz para que los indique  el camino exegético; no cabe aquí la exégesis fría.

      Me permito  traer algo de lo que dice el doctor místico acerca de estos versículos:

“¿Quién   podrá   escribir  lo que  a las almas  amorosas, donde él mora (está comentando el v. 26), hace  entender? Y, ¿quién  podrá manifestar  con palabras   lo que  las  hace sentir? Y, ¿quién, finalmente, lo que  las hace  desear?

Cierto, nadie lo puede; cierto, ni ellas  mismas, por quien  pasa, lo pueden”  (Prólogo 1 al Cántico Espiritual)  

El v. 26 empalma con el v. 23: “Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo”

El cristiano está viviendo en esperanza; esperanza que se expresa en el actuar, desear, querer y orar. No se trata sólo de que el deseo te sostiene, sino que hay alguien que  te anima  en tu querer y en tu orar; es el Espíritu del  Señor.  

 El gemir  del Espíritu  no es sin más   paralelo  del gemir  de los cristianos: el Espíritu  interviene   a favor   nuestro  con “gemido  inenarrable” ( v 26c), y viene   así en  ayuda   de nuestra debilidad ( v. 26a)

v. 26b razona  en qué consiste  nuestra debilidad: no sabemos   lo que tenemos que pedir  porque  no sabemos   pedir “como  conviene” 

  Pablo  quiere  decir   que nos faltan   las palabras   para expresar  lo esperado. Naturalmente, el   cristianismo  primitivo  dispone  de palabras  tales  como “redención”, “liberación”, “gloria futura”, pero no sabemos  qué designan propiamente  estos términos , justamente  porque se trata  de lo “invisible”, de la salvación  escatológica  no realizada todavía en nosotros, a la que   somos capaces  de denominar  por anticipación, pero no de comprender  lingüísticamente

 A Dios como Dios  “hay”  que hablarle  propiamente  en la lengua  de Dios. En esta debilidad  viene  en nuestra ayuda el Espíritu  que recibimos  en el bautismo ( v. 23)  e intercede  ante Dios, el destinatario  de nuestra petición, a favor  nuestro con un gemido  en palabras   que son para  nosotros mismos  ininteligibles  y, por consiguiente, inexpresable. Es decir, que el Espíritu  traduce  nuestro gemido, que formulamos en palabras humanas, a las palabras  de Dios  en su gloria.

 Y Dios, que  escruta  los corazones  de los hombres, sabe  lo que  el Espíritu  quiere decir  con su expresión  de nuestro gemido. Porque  el Espíritu  interviene   ante Dios  a favor   de sus santos  en lengua   divina  que se  adecua a Dios.  

Es improbable  la hipótesis   de que Pablo  piensa aquí  especialmente en la glosolalía; se  trata de otra cosa. La sublimidad de Dios no se puede expresar; creo que Juan de la Cruz, místico de gran altura lo ha dicho.  

 Las aspiraciones  del hombre  corren  el peligro  de ser ineficaces a causa  de la debilidad  natural  de éste, pero  el Espíritu  les añade  su intercesión, que  trasciende  aquella debilidad , “intercede por”. El resultado  es que el cristiano  puede pronunciar  lo que de otro modo  sería  inefable. Incluso  para exclamar  “Abba, Padre” es preciso  que el  Espíritu  asista  dinámicamente  al cristiano; “Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos  adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!” (Rom 8, 15); “La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!” (CALT. 4, 6)  

 Aquel que escruta  los corazones: Una expresión  del AT para  referirse  a Dios: “Yahveh, tú me escrutas y conoces;” (Sal  139. 1); “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda” (1 Cor  4, 5).

Solo  Dios comprende  el lenguaje   y las ideas   del Espíritu  y reconoce una oración  que cuenta  con semejante   asistencia. Según la voluntad  de Dios:

 según Dios”. Formaba   parte  del plan  amoroso de la salvación  de Dios que el Espíritu  tuviera  esta función  dinámica  en las aspiraciones  y plegarias  de los cristianos.

El Espíritu no puede pedir nada que no sea del agrado  de Dios Padre. Cuando el Espíritu  traduce  la oración del orante; traducir  no significa expresar lo que se dice, sino que hay lo que se dice es correcto, honesto, que no desdice  de Dios. Es una afirmación de una hondura  teológica muy grande. 

Esperar  el premio conlleva en el cristiano un obrar recto y un orar según Dios. Creo que la mejor apología de la oración cristiana se encuentra en este texto de Pablo, que una vez lo calificamos de sublime. La Iglesia orante necesita una y otra vez leer estos versículos  a la  hora de orar y a la hora de enseñar a orar.

La oración del Padrenuestro adquiere una  ampliación  necesaria, que le falta, cuando nos limitamos a una traducción simplemente literal, prosaica. Estos versículos  26-27 del capítulo 8  de la Carta a los Romanos le dan un calado especial a la oración cristiana. Necesitamos del teólogo Pablo; pero también del místico Pablo  

Evangelio:  Mateo 13, 24-43 

El domingo anterior, domingo XV del Tiempo Ordinario, veíamos la Parábola del Sembrador, su explicación y también la aclaración por qué el Señor les hablaba en Párabolas.

            En este domingo XVI  seguimos también con el lenguaje de las parábolas: la Liturgia nos presenta tres: El trigo-la cizaña; el grano de mostaza y la levadura. Mateo nos presenta una explicación de la parábola de la cizaña y también una breve explicación por que el Señor les hablaba en parábolas.  

            Vamos a explicar antes de nada los versículos: 34-35: 

34 Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas,

35 para que se cumpliese el oráculo del profeta: = Abriré en parábolas mi boca,          publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo           

            Ciertamente, Jesús, en Mateo, no habla  siempre en  parábolas; pero  cuando habla  del misterio  del reino, siempre lo hace  en parábolas. Quizá convenga recordar algo de lo que dijimos el domingo anterior acerca de este tema:

            Jesús, cuando habla en parábolas, tiene una intención recta, clara, : que la gente le entienda; en Jesús  brilla la intención; en Mateo no brilla la intención, sino el resultado de las parábolas, resultado  negativo, en primer lugar porque indican el bloqueamiento de Jesús por parte de los fariseos  y también un resultado superficial, porque la gente no entiende, debido a la falta de sintonía.

            Mateo recurre al AT para expresar cómo se cumple todo lo dicho en él en el NT; éste es el método de Mateo, que a veces resulta  forzado.

            Analicemos este versículo, pues  hay cosas, que deben ser explicadas.

“Para que se cumpliese el oráculo del profeta”. 

             Mateo  cita el salmo  78, 2, que él  atribuye   al profeta, no porque  este salmo  se atribuya a un profeta, sino porque todas las Escrituras del AT tienen para él  valor profético.

            Presentemos la cita exacta: “voy a abrir mi boca en parábolas,  a evocar los misterios del pasado.”

            La cita de Mateo: “Abriré en parábolas mi boca,  publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo”La primera parte del versículo  es igual, correcta; pero la segunda no es igual, sino diferente, es una   reelaboración  independiente  que regresa  a la idea  del misterio oculto  del reino  de los  vv.10-17.  

            Hacemos una presentación general de las tres parábolas: 

 El trigo y la cizaña

El centro  de esta comparación  está en la pregunta  que los criados   plantean  al propietario del campo: ¿Qué debe  hacerse  con la cizaña que crece en medio del trigo? La respuesta   no es fácil, pues ambas   plantas  se parecen  mucho al principio. Por eso  el dueño  del campo les pide que esperen  hasta el tiempo  de la cosecha, que en los  profetas  simboliza  el momento  de la intervención  de Dios como juez. Mientras tanto, el reino  de Dios  se hace presente  en la  ambigüedad  de la historia.  

La parábola   del grano de mostaza  y de la levadura son gemelas. En ambas   se subraya  el contraste  entre  unos comienzos  insignificantes y un final  desbordante. La presencia del  reino   es ahora germinal,  es una  realidad  incipiente todavía, pero  su fuerza  transformadora  ha prendido  ya en la historia  de forma irreversible.  

La  Parábola del trigo y la cizaña Mateo insiste  en lo que  el hombre  debe hacer  o dejar de hacer en la perspectiva del reino. Mateo suprime la parábola  de la semilla “automática”  ( Mc 4, 26-29); Marcos también presenta la parábola de grano de mostaza; pero  no trae las parábolas  de la levadura, del tesoro, de la perla y de la red. Todas  estas opciones  de Mt  son sin duda  más conscientes  de lo que se piensa a veces, ya que nos hallamos ante  un escriba  cristiano  que calcula  minuciosamente  su quehacer.

¿ Cómo  se relaciona  esta segunda  parábola  del reino  con la  del sembrador? Hemos   resumido  esta  última  en los términos  siguientes: la germinación  final  del reino  no se realizará  sin grandes fracasos. Esta de la cizaña  continúa  el tema, planteando  el siguiente problema; estos fracasos, esta oposición  al reino, esta obra del Maligno ( sembrador, v.19; cizaña, v.  28) ¿ se  podrían   eliminar  inmediatamente? Ambas  parábolas  combaten  la impaciencia   mesiánica. 

Vamos a analizar  algunas  observaciones de las tres parábolas: 

  El hecho de que el Maligno  sea también un sembrador  acentúa  todavía más la siguiente  nota: el mundo  es el teatro  de dos  siembras opuestas.  

La  extrañeza  de los obreros   no se explica  solamente  desde el punto de vista  natural o agrícola. Es la  extrañeza  radical, que fue  probablemente  la más fuerte objeción  judía  a la fe cristiana en el siglo I: si  Jesús es el Mesías, ¿ cómo puede  coincidir  su venida  con un desencadenamiento  semejante del mal?  

 La respuesta  del propietario  coincide  exactamente   con el pensamiento  de la parábola del sembrador: los  fracasos  o el mal  en el mundo  durante los tiempos   mesiánicos no se deben  tanto al mundo  en cuanto tal, o la  imperfección  natural   de los hombres, cuanto a un enemigo que sabotea  el trabajo  del sembrador escatológico.

            La  interrogación  de los obreros  no es dubitativ; están  impacientes   por arrancar  inmediatamente  la cizaña.  

            36-43. Explicación  de la Parábola  de la cizaña. Con la explicación  de la parábola  del sembrador, estos   verículos   constituyen  la única  explicación   desarrollada  de una  parábola   en los sinópticos.  

            37  El respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;” 

Jesús  toma  la palabra  con un matiz  polémico. Va  a responder, pero sin  satisfacer  la curiosidad  religiosa  y mesiánica de los discípulos. Presentar  al sembrador  como el Hijo del   hombre no  resolvería  todas las dudas; sin embargo, toda la narración  mateana  hace pensar  en Jesús.  

            38  El  campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; 

             Esta manera  de dividir  la humanidad  en dos bloques  opuestos   estaba muy   extendida  en el judaísmo  de entonces.  

 El campo  es el mundo: el término  kosmos  se refiere  al mundo  humano.

La expresión  hijos  del reino no  aparece  en Mateo  más que aquí  y en 8, 12: “mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» En este último texto  es una designación  polémica de los judíos  como herederos  tradicionales  del reino, pero “ echados  fuera” a causa  de su incredulidad.

            Aquí: “hijos del reino”  reviste esta expresión  indudablemente  un sentido  bastante diverso: los  verdaderos   herederos  del reino, los fieles, los verdaderos  discípulos  o cristianos, por opisición  a los hijos  del Maligno, a su  vez  criaturas  de Satanás   y continuadores  de su trabajo.  

            39  El  enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles

             Está clara   que se hablaba  del diablo como del enemigo, del fin del mundo  como de una   recolección, de los  ejecutores  del juicio  como de los ángeles.

  Los ángeles   del castigo  son una  de las figuras  dominantes   en la apocalíptica  judía. En nuestra parábola   no están  al servicio   de Dios sino  del Hijo del hombre. Por otra parte, no  exterminan  a los poderosos   de la tierra, sino que la purifican  de los escándalos  y de los pecadores 

40  De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. 

Con este  versículo  comienza  una segunda  parte  de la perícopa . Los vv. 40-43 son una  descripción  del juicio  final en términos apocalípticos   tradicionales. De este versículo  podemos deducir lo siguiente: la explicación  de la parábola  de la cizaña  no es, pues  una alegoría   moralizante ( cosa que se suele hacer en la predicación). Se limita  a desarrollar  la intención  de la parábola, a saber:  que el juicio  vendrá  a su tiempo  y que no hay que  precipitar nada.

Cabe pensar que las parábolas tuvieron en Jesús  un significado más simbólico, más teológico, más global, más dogmático; en Mateo, que quizá las retocó o que compuso algunas  para catequesis de su comunidad, tienen un carácter más  alegórico, más moralizante.

 41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, 

La expresión  reino del Hijo del hombre sólo aparece  dos veces  en todo el NT: aquí  y en  16,28: “Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.»

La expresión todos  los escándalos  y los  obradores de iniquidad hace pensar en Sofonías  1, 3: “Aventaré hombres y bestias,  aventaré aves del cielo y peces del mar, haré tropezar a los impíos; extirparé a los hombres de sobre la haz de la tierra,     oráculo de Yahveh.” 

42   Los  arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes 

El horno  encendido  es un tema  daniélico: “Aquél que no se postre y la adore, será inmediatamente arrojado en el horno de fuego ardiente.»  ( Dn 3, 6)

Sobre  el llanto  y el rechinar  de dientes: “mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» ( Mt 8, 12)  

            43  Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga. 

Los justos, término  grato a Mateo, se oponen  aquí a los  inicuos. Son justos   los que cumplen  fielmente  la ley  de Dios, en el contexto de Mateo,  la ley  reinterpretada por Jesús. Estos   brillarán: “Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.” ( Dn  12, 3).

En el versículo 9  de este mismo capítulo leíamos: “El que tenga oídos, que oiga.» Era el final de la parábola del sembrador, antes de explicar el por qué les hablaba en parábolas  y su respectiva aclaración de la parábola;aquí al concluir la puntualización de la parábola de la cizaña, concluye de la misma manera. Creo que puede ser como una clave interpretativa.

Para entender las parábolas no sólo es necesario tener oídos, sino que se requiere la actuación de los mismos, la sintonía  con el predicador del reino.

Jesús habla del reino de muchos modos: mediante milagros, através  de la presentación del verdadero camino y también, usando parábolas, que son imágenes, que llevan consigo conceptos  e informaciones.

La parábola siempre será un medio catequético ( intención de Jesús ); pero también la expresión del bloqueamiento de Jesús, pues aunque habla en parábolas, medio sencillo, no es entendido, no por falta de luz-inteligencia, sino por carencia de coherencia- sintonía.