XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Podríamos llamar este domingo  de la Universalidad de la Salvación mediante  la fe llegamos a pertenecer  al Nuevo y Definitivo Pueblo de Dios. Las tres lecturas  coinciden  en esta presentación.  

            Lectura  Primera: Isaías 56, 1.6-7            

La perícopa  elegida  pertenece  al Tercer Isaías,  capítulo 56, que tiene   dos partes: 1-8: Culto universal; 9-12: Malos dirigentes. Los  versículos  tomados son de la primera parte. Hacemos una presentación de la misma:  

 1-8: El particularismo judío  se universaliza, abriéndose  a los extranjeros  y eunucos, tradicionalmente  excluidos   de la alianza. Como  nuevas señas de identidad, sólo   dos condiciones: guardar  el sábado  y practicar  la justicia. De esta  manera  podrán  acoger  la salvación  que llega  y la liberación  que se revela ( Is  56,1), y reunirse  en la casa  de Dios, casa de oración  para todos  los pueblos ( 56, 7). El universalismo   apuntado  se hace   realidad  plena  en el Nuevo Testamento.

En  adelante  y para todos   bastará  practicar la justicia y observar el sábado  como signo  de una nueva  alianza: “Habla tú a los israelitas y diles: No dejéis de guardar mis sábados; porque el sábado es una señal entre yo y vosotros, de generación en generación, para que sepáis que yo, Yahveh, soy el que os santifico.” (Exodo 31,13); “Será entre yo y los israelitas una señal perpetua; pues en seis días hizo Yahveh los cielos y la tierra, y el día séptimo descansó y tomó respiro” (Exodo 31, 17). 

 De la “separación  se pasa  a la “incorporación”.Este  espíritu   de apertura   contrasta  con la política exclusivista  de  Esdras  y Nehemías: “sino que han tomado para ellos y para sus hijos mujeres de entre las hijas de ellos: la raza santa se ha mezclado con las gentes del país; los jefes y los consejeros han sido los primeros en esta rebeldía.» (Esd  9, 2); “A no dar nuestras hijas a las gentes del país ni tomar sus hijas para nuestros hijos” (Neh  10, 31).  

 En cierto  sentido, la salvación  de 51,5: “cercana está mi justicia, saldrá mi liberación,  y mis brazos juzgarán a los pueblos. Las islas esperan en mí y cuentan con mi brazo”  se ha  diferido. La etapa   se abre bajo el signo  de la expectación.  

56, 1 Así  dice el Señor: “Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación  está  para llegar y se va a revelar  mi victoria”.

El comienzo  de este poema se abre con unos temas habituales del Dt-Is: la salvación  justicia; pero aquí se ha invertido el orden, pues se insiste más en el esfuerzo  del hombre  que en el poder creador de la palabra divina como se expresaba al comienzo del segundo Isaías: “No temas, gusano de Jacob,  gente de Israel: yo te ayudo - oráculo de Yahveh   y tu redentor es el Santo de Israel.” (41, 14). No olvidemos que estamos en el tercer Isaías, tiempo de decadencia  en cierto sentido, en donde se insiste más en la actitud  del hombre, que realiza el plan de Dios que en la oferta, en la acción de Yahvé           

            Los versículos 2-5 son como un bello comentario a este primer versículo. La Liturgia no los trae. Solamente  hace mención de los versículos 6-7 

            56, 6: “A los  extranjeros que se han  dado  al Señor, para servirlo, parar  amar el nombre  del Señor y ser  sus servidores, que guardan  el sábado  sin profanarlo y perseveran  en mi alianza

            Versículo exigente por una parte; pero liberador por otra. Aquí se presenta  un problema, que acompañará  a toda la historia de la salvación: pertenecer al pueblo de Dios  según la historia, según la elección divina, según la raza; y pertenecer a este pueblo, al pueblo de Dios mediante la fe, mediante las obras, mediante la aceptación de Yahvé. El extranjero ya no será enemigo, si acepta al Señor.

            El versículo 3, que no ha sido elegido por la Liturgia, como hemos dicho, presenta otro grupo, que estaba excluido; pero que desde ahora no lo estará; no depende  de su “situación”, de “condición”, sino de su voluntad, de su querer coherente: No diga el eunuco: «Soy un árbol seco.» 

            Los versículos  4-5 describen la suerte del eunuco, que se adhiere al Señor: “Pues así dice Yahveh: Respecto a los eunucos que guardan mis sábados y eligen aquello que me agrada y se mantienen firmes en mi alianza,

yo he de darles en mi Casa y en mis muros monumento y nombre mejor que hijos e hijas; nombre eterno les daré que no será borrado.”  

            56,7 “Yo  les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi Casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos”            

            Los extranjeros, ( también los eunucos)  una  vez incorporados, podrán  participar  también  en los sacrificios  y otras  ceremonias  festivas  del culto.  Ahora son pueblo de Dios, que practican la justicia  y guardan el sábado  y pueden asistir al templo a realizar algo muy peculiar: El holocausto, los sacrificios, la oración.              

            Los extranjeros, una  vez incorporados, podrán  participar  también  en los sacrificios  y otras  ceremonias  festivas  del culto.

            El templo  recibe  su más  “alto título”, el  que hoy  se encuentra  inscrito  frecuentemente  en la sinagogas. “casa de  oración” Jesús   citó  estas palabras  cuando expulsó  a los cambistas del  templo  

            El versículo 8 tampoco tomado por la Liturgia, es como una síntesis, un deseo de algo, que va  a  ser realidad: “Oráculo del Señor Yahveh que reúne a los dispersos de Israel. A los ya reunidos todavía añadiré otros.” 

            Acertada la elección de esta Primera Lectura  para comprender el Evangelio de la mujer cananea. Ella era una pagana  y el Señor le concedió lo que ella quería, porque tenía fe.

            Esta lectura del capítulo 56 de Isaías  es una invitación a los extranjeros, a los eunucos (con lo que esto significa) a pertenecer al pueblo de Dios y realizar lo que este pueblo realiza y celebra.

            En esta misma línea se mueve el estribillo  del salmo responsorial y el mismo salmo.

  Estribillo del salmo: Oh  Dios, que te alaben  los pueblos, que todos  los pueblos te alaben.

            Salmo 66: himno de acción de gracias por el don de la cosecha. La cosecha,  signo de la bendición sobre los campos y el gobierno universal  y justo de Dios, inspiran este hermoso canto de acción de gracias, abierto a todos los pueblos  y naciones           

Segunda  Lectura: Romanos 11, 13-15.29-32 

 Los versículos, que vamos a comentar  son de una  gran profundidad teológica. Creo que hacemos  bien al entretenernos en su explicación, pues todos necesitamos  saber qué es lo que proclamamos.

            Antes de nada quiero presentar unas aclaraciones para poder entender estos versículos:  

            Hay que tener en cuenta  que San Pablo en la Carta a los Romanos se dirige a una  comunidad compuesta:  por  judíos, que  han abrazado  la fe cristiana; paganos, que no pertenecen al pueblo judío; pero que han   aceptado  la fe de  Jesucristo. Esta realidad está condicionando toda la Carta y san Pablo a veces  tendrá que hacer ciertos “malabarismos”  al querer relacionar  los dos grupos; cosa que no le sucede, cuando escribe otras cartas, en las cuales  también tratará de la salvación de los judíos y gentiles; pero lo hace de otro modo, por ejemplo en la Carta a los Efesios (2, 11-22)            

            Sería muy interesante leer y comentar estos versículos  del capítulo segundo de la carta a los Efesios.

            Pablo a veces es un tanto unilateral, cuando interpreta las Escrituras, se fija en aquella dirección, que a él le conviene; pero olvida otras direcciones  en la misma Escritura. No quiero decir que mienta, sino que debemos tener esto muy presente. No olvidemos que son Cartas dirigidas  a comunidades  con ciertos problemas, que  necesitan  ciertas luces. Esto mismo sucede  con los evangelistas. Hoy para entender rectamente a los evangelistas, debemos tener muy presentes  las comunidades para quienes escribe.   

            También debemos  tener presente el v. 28 de este capítulo, pues recibimos luz  para comprender la Carta a los Romanos, especialmente  en lo tocante  al Pueblo de Israel: “En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección amados en atención a sus padres”

            En cuanto al Evangelio, en cuanto la aceptación de Jesús, en cuanto al  principio teológico: los judíos  son enemigos, han bloqueado al Mesías, cosa que no ha hecho el pueblo gentil; en cuanto a la elección  los judíos son amados de Dios en atención a sus Padres. San Pablo se fija mucho más en este segundo principio, que es histórico, aunque  también tiene en cuenta el primero; pero no lo desarrolla. Como se fija más en el hecho de la elección, que es una realidad que no se puede negar, de aquí saca conclusiones, quizá a veces un poco forzadas para nuestra mentalidad. Según la Teología, según el Evangelio no podemos afirmar  que los gentiles  han sido llamados  a la salvación, porque  los judíos no la aceptaron. Desde la historia  sí que podemos sacar esta conclusión.

 Si tenemos en cuenta esto, podemos  entender a Pablo que juega a dos cartas: a ser cristiano  y a ser judío, no en cuanto a la raza, sino en cuanto la elección.  

            Los versículos   13-15 son de la sección: Israel  y los paganos. 

Quizá sea conveniente  recordar el v. 1 de este capítulo 11: 11. Y pregunto yo: = ¿Es que ha rechazado Dios a su pueblo? = ¡De ningún modo! ¡Que también yo soy israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín! Aquí Pablo tiene presente  el hecho de la elección, que procede de los patriarcas. Según el Evangelio lo importante es la fe y según ésta  los judíos han rechazado a Yahvé, se han autoexcluidos.

 Los versículos  11-12 son muy importantes; pero la Liturgia no los toma. Recordemos  el v. 11: “Y pregunto yo: ¿Es que han tropezado para quedar caídos? ¡De ningún modo! Sino que su caída ha traído la salvación a los gentiles, para llenarlos de celos

 San Pablo se está moviendo nuevamente  en el campo de la historia, desde la cual podemos afirmar lo que Pablo dice; pero no desde la Teología. El pueblo de la gentilidad  no aceptaría a un Dios, que se ve forzado a dirigirse a otro pueblo, porque el  suyo no le acepta. ¿Se equivoca Pablo?, no.

            No  quiere   decir  Pablo  con esto  que si Israel   como totalidad  hubiera aceptado  el evangelio  no se hubiera  impartido  la salvación a los  gentiles. Esto está  excluido  por  completo si se tiene  presente  el efecto universal  de la muerte de Cristo  para  todos los creyentes.  

            El capítulo  11 presenta esta realidad: el fracaso de Israel  es parcial y temporal. Esto es lo que San Pablo pretende comunicarnos.  

             El cuadro  que Pablo  acaba  de describir  en los caps 9-10  no es nada  grato: la incredulidad de  Israel  encaja  en el plan de Dios, que se basa  en la elección  gratuita ( 9); pero  en realidad   el responsable  de esta  situación  no es Dios,  sino el mismo Israel, “un pueblo  desobediente   y obstinado”.

 Sin embargo en 9, 27:” Isaías también clama en favor de Israel: = Aunque los hijos de Israel fueran numerosos como las arenas del mar, sólo el resto será salvo. =”  

Pablo ha dejado  entrever  un rayo de esperanza, al decir  que “un resto de ellos   se salvará”.

Ahora   aborda   este aspecto  del problema  y explica  además que la incredulidad  de Israel no es absoluta, sino parcial  ( 11, 1-10) ; no es definitiva , sino temporal ( 11-24), y que  en el plan  de Dios  la misericordia  se ofrece  a todos, incluyendo  a los judíos  ( 25-32). Al final  de esta sección  prorrumpe  Pablo  en un himno  a la sabiduría  misericordiosa  de Dios (33-36)  

            Teniendo presente esto, podemos ahora continuar con el análisis de los versículos.

            La liturgia comienza  con el versículo  13: “Os digo, pues, a vosotros, los gentiles: Por ser yo verdaderamente apóstol de los gentiles, hago honor a mi ministerio”

14 “pero es con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos.”           

            Pablo   se dirige  ahora directamente  a los cristianos  venidos  de la gentilidad. En efecto, como apóstol ha sido  enviado  precisamente a los gentiles;  pero  ensalza   este misterio  con la mirada  puesta  en que, mediante  él, tal vez puede   dar celos” a su  “carne”,  a los  judíos, que son  de su “mismo linaje  según la carne” ( 9, 3). 

            Porque si Dios  ha  dispuesto  que mediante  la defección  de su pueblo  elegido  llegue  la plenitud  de su salvación a los gentiles para despertar  celos  en Israel ( v. 11).

            Como la caída de Israel tiene  una consecuencia  salvífica  para los gentiles, así  la tiene  también, paradójicamente, para los judíos  mismos.  

            Creo que debemos  repetir  una  y otra vez: la salvación de los gentiles no depende  de la caída  de los judíos (principio teológico); pero a nivel del deseo de Pablo, incluso a nivel histórico  podemos decir que un hecho conlleva otro.

            Hoy que leemos la Biblia desde toda la revelación, debemos entender un  texto  en su contexto inmediato y en su contexto general: la revelación total. Dios no puede continuar siendo sólo el Dios de los judíos, sino de todos los hombres. Esta afirmación alcanza su máxima expresión en el NT.

            A vosotros,  los gentiles. Los gentiles   no deben   mostrarse  presuntuosos o altaneros porque  han aceptado  a Cristo  y pensar  que tienen   derecho  a mirar  despectivamente  a Israel.

            Apóstol de los gentiles: El epíteto  que habitualmente   se aplica  a Pablo  se basa  en sus  propios escritos. Pablo   se enorgullece  de su ministerio  entre los gentiles, entre los que se emplea  a fondo con una   clara intención: excitar  a sus compatriotas  para salvar  al menos  a algunos  de ellos. Aunque  es cristiano, consagrado  por su adhesión  a Cristo, Pablo  se sigue  considerando  miembro  de la raza  de los judíos. Los llama  literalmente “mi carne”, y en este término  expresa  vívidamente  la solidaridad  que le une  a ellos.

            Todo esto es bello, incluso nos anima. Nunca podemos olvidar  la elección del pueblo de Israel por Dios; pero esta elección  queda superada  por la aceptación de Jesucristo por los gentiles  y también por los judíos, que quieran aceptarlo.  

15  Porque si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino un  volver  de los muertos  a la vida?

Este versículo  es difícil en su segunda  parte. Después de lo que hemos dicho, podemos aceptar  y admitir  la primera parte: “Porque si su reprobación ha sido  la reconciliación del mundo (de los gentiles)” 

 Pablo   ha probado  mediante la Escritura  en  10, 19-21 que Dios  ha rechazado  al Israel  incrédulo, lo ha  excluido  de la salvación. Dios, sin embargo, no ha desheredado  a su pueblo, y  que, por consiguiente, la exclusión  de Israel de la salvación  no es definitiva. Si su “caída”  obra  para el mundo  de los gentiles  la reconciliación  que Dios  ha realizado  en la  muerte  expiatoria  de Cristo  para todos los  pecadores.  

            La segunda parte del versículo: “¿qué será  su readmisión sino un volver  de los muertos a la vida?”. Según se entienda esta pregunta, la interpretación ha sido diversa.  

Distinguimos: en la primera  parte del versículo  se establece una relación entre los judíos y los gentiles ; en la segunda  parte, según algunos  también se establece una relación, de aquí que la interpretación ha sido muy variada, especialmente en la Iglesia Primitiva  y entre algunos exégetas tradicionales; diremos  que el sentido pide una relación;  pero según otros no; de aquí que es como independiente, haciendo relación sólo al pueblo de Israel; según estos exégetas  la interpretación es la siguiente:  Cuando acepten a Cristo, ellos pasarán de la muerte a la vida.  

Pablo   nos convoca   a un acto  de fe  en el poder  de Dios  que da vida  a los muertos  y llama  a la existencia  a las cosas  que no existen  y puede, por tanto, recrear  a Israel  como pueblo de Dios. Nos convoca  también   a una actitud  de solidaridad con el pueblo  judío  del que la Iglesia  de Cristo no  puede desentenderse. Y nos convoca   finalmente   a un acto  de humildad para que no   repitamos  los errores  del viejo  Israel, puesto  que tampoco  nosotros, los cristianos, tenemos  automáticamente  garantizada la salvación.

25-32: La misericordia de Dios se ofrece a todos. De estos versículos solamente tomamos los siguientes: 28-32

Pablo  es plenamente  consciente  de que el  cómo y  el cuándo  de la  restauración  de Israel  pertenece  al misterio. Pero al mismo tiempo  está seguro  que se realizará, porque es algo que forma  parte  del proyecto  salvífico  general  de Dios. De ahí  el magnífico  himno  de alabanza  y reconocimiento  a los designios  siempre sabios  y soberanos  de Dios, con que Pablo  concluye   la sección  doctrinal  de la carta. La actitud  del creyente   ha de ser de acogida y humildad. Porque  Dios es siempre  más grande.

Analizamos los versículos, que la Liturgia ha tomado de esta sección:           

28: “En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección amados en atención a sus padres.”

Debemos matizar  la afirmación de la primera parte de este versículo “para vuestro bien”. Nosotros que somos muy sensibles  a las deducciones: causa-efecto-causa, nos resulta  un tanto extraño esta afirmación de Pablo; pero ya la hemos explicado.

San Pablo al aspecto del evangelio contrapone  el de la elección  

Responde  al evangelio  el que los judíos   se hayan   hecho  enemigos  de Dios a causa  de los gentiles, para que éstos tengan  que recibir  el acceso  a la salvación  precisamente  mediante  la defección  de los judíos. En cambio, responde a la elección  el que ellos  continúen  siendo amados  a causa  de los patriarcas, porque   la elección  de éstos  incluye  también  a sus hijos.

 Pablo  expresa   una tensión  que consiste, por una parte, en que el  evangelio  sólo obra  salvación  para el creyente, en cambio  los que rehúsan  la fe se excluyen de esta salvación. Esta  paradoja  adquiere   su sentido  porque  ya la elección  de los patriarcas tenía  el carácter  de iustificatio  impii...

 La elección   de Israel  es irrevocable, pues   Dios  le ha  mostrado  su favor  a causa  de sus  ilustres  patriarcas, títulos a que  los gentiles  no pueden aspirar  y que Dios  siempre   respetará. La atención  que Dios  dedica a Israel  no ha sufrido  ningún  cambio, a pesar de lo que pudieran  implicar a primera vista algunas afirmaciones  anteriores  de Pablo.  

29 “Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables.”           

            Este versículo es como una reafirmación de la segunda parte del versículo 28.   

Dios  no se  arrepiente  de lo que ha prometido  a sus elegidos; es decir, su fidelidad  se demuestra   como inquebrantable. Con la palabra dones  se quiere dar a entender  las instituciones de salvación  enumeradas en 9, 4s: “Los  israelitas -, de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las  promesas,

y los patriarcas; de los cuales también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.”

 Estos dones  atestiguan  de manera  irrevocable  la elección  de Dios: los judíos, incluso  en su oposición  a Dios, continúan  siendo sus amados.  

30                En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía, 

En  este versículo razona  la tesis  de v. 28 fijándose  en la historia  de la participación  en la salvación, en la que judíos  y gentiles  están ligados  recíprocamente  de una  manera  sumamente  paradójica.

 En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía:            

            La  idea  que Pablo  tiene  de los gentiles coincide con la de  los judíos  contemporáneos; su  desobediencia  consistía  en no creer  en Dios. La actitud  de los judíos  con respecto  a Cristo   representa  el mismo tipo de desobediencia. Pero lo mismo  que la desobediencia  de los judíos  ha sido  un factor  en la demostración   de la misericordia  divina  con respecto  a los gentiles, así  la misericordia  que a vosotros  ha sido  concedida se usará  con ellos también . 

31 Así  también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia. 

 Como  los gentiles   fueron  desobedientes   a Dios en otro tiempo, así ahora  los judíos. Y como  la compasión  de Dios ha  arrancado  ahora  a los gentiles  de la desobediencia, esto mismo  quiere hacer Dios con los judíos  que han caído  ahora en la  desobediencia.

 Dios  no sería   Dios   si no  demostrara  también  frente  a los judíos  desobedientes la compasión  ilimitada que ha demostrado  a los gentiles desobedientes.  

.           32 “Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia.”  

 Si en todo  el proceso  obra así la disposición  escondida  y la intención   salvífica de Dios, Pablo la recoge  ahora  en una tesis  conclusiva consignada  en v. 32. A todos, a la totalidad  de judíos  y gentiles, ha  encerrado  conjuntamente Dios en la cárcel de la desobediencia.

 Pero, de hecho, la Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la Promesa fuera otorgada a los creyentes  mediante la fe en Jesucristo” (Gal 3, 22).  

Sucede  esto, sin embargo, para lograr un único  objetivo: para que  la totalidad  de todos los pueblos  experimente  de esta manera  la compasión de Dios. La compasión  es la fuerza  concreta  de la gracia de Dios  de la que  se habló  en 5, 20s: “La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia;

así, la mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinaría la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor  

                        Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia. 

Todos   los hombres, judíos  y griegos, han sido, como grupo,  infieles  para con Dios, que se ha  servido de esta infidelidad  para demostrar con todos ellos  su bondad y misericordia, para  revelar a todos  ellos qué Dios es él  en realidad 

            Evangelio: Mt 15, 21-28  

Podemos decir que las tres lecturas  de la Eucaristía coinciden en su contenido: a presentación de la universalidad  de la Salvación. Ya lo veíamos  al presentar la primera lectura. La segunda lectura, que siempre  es independiente, en este caso su mensaje está en la misma línea: la vocación de los gentiles a la santidad, a la salvación.

            En el evangelio está  presentación es evidente. Vamos a exponer  en líneas generales el Evangelio;  después estudiaremos poco a poco su contenido. 

La hostilidad  de los fariseos  y escribas, que no quieren  entender  el mandamiento  de Dios, provoca una nueva retirada  de Jesús  ( Mt 15, 21) Curiosamente, ahora   Jesús  se dirige  a Tiro y Sidón, par hacer llegar  la salvación  a los paganos ( la mujer cananea)  y repartir  el pan  incluso  a los no judíos ( segundo   relato de la multiplicación ), del cual hablan los versículos  32-29.            

            La mujer cananea  y su hija  representan  a todos  los no judíos. El rechazo  y la  incomprensión  de Israel  contrastan   con la fe  de esta mujer. Por eso el reino  tiene  que abrirse  a los paganos  que formarán  parte  del nuevo Israel. También  para ellos   queda  pan. A través  de este episodio   Mateo  se dirige a los cristianos  de su comunidad que aceptaban  con dificultad  la entrada  de los paganos  en la Iglesia; les recuerda que Jesús  se acercó a ellos  y descubrió  en ellos  una fe  ejemplar : “Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande” ( Mt 8, 10) 

            El relato  debe  compararse  con la curación  del siervo  del centurión (8, 5-13).

Después de esta presentación general, un tanto concisa,  analizamos  los versículos para  averiguar  su significado.   

 21       Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.           

            El significado  de estas  localizaciones  es teológico: el Cristo de Mateo  toma contacto  con los paganos  que poblaban  estas  comarcas, en las que vivían  también   muchos judíos.

            La expresión  Tiro y Sidón  designaba   tradicionalmente  el país   de los paganos  en las fronteras norte-noroeste de Palestina.  

            22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.» 

            Esta mujer  no es, pues, una israelita que vive  en país  pagano, sino, como  presupone   la secuencia   del relato, una pagana  que está al corriente  de la actividad  de Jesús  y en posesión  quizá  de algunos  restos  de fe judía. Por eso  no es  extraño  que acuda a Jesús  llamándole  hijo de David.            

            Una mujer   cananea: La mujer  es llamada  siro-fenicia   en Mc  y cananea  en Mt. El nombre de cananea sugiere  el uso  que de él  hace el AT;  los cananeos son la raza  pecadora  que representa  todo lo que  supone  malicia  o impiedad, la raza  que debe ser  exterminada. Le elección  de este término  por Mateo  refleja  un trasfondo  veterotestamentario.

Hijo de David: Según Mateo, la mujer atribuye  a Jesús  este título  mesiánico, cosa  que resulta  sumamente  improbable  en boca  de una mujer  gentil no  instruida. No olvidemos  que no sólo en los Evangelios de la Infancia, sino también en el resto de los mismos  hay que tener presente el Misterio de la Resurrección, la fe Pascual. Los Evangelios no  hacen una biografía  cronológica del Jesús histórico, sino una presentación teológica del Jesús- Señor contemplado  ya desde la fe Pascual.

            Y la petición “ ten  piedad  de mí  es la que suena  constantemente en los salmos y sigue  siendo  utilizada  con mucha  frecuencia  en el culto  cristiano; es la expresión del hombre indigente, necesitado, que sabe que Alguien le puede curar.   

            23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»

            Tras  esta  sorprendente  confesión, el hecho  de que “no le respondiera nada” es aún  más sorprendente. Se trata de una  forma  de poner  a prueba  la fe. Mateo hace  intervenir   a los discípulos, personificación  de los miembros   de la Iglesia  judeocristiana, reticente  respecto  al acceso  de los paganos   a la salvación. “Despedir” significa  aquí  dejarla  ir  concediéndole  lo que pide 

            24 Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»

            Mateo pone en labios   de Jesús  una respuesta que recuerda  la de 10,6: “dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel”.

            Jesús  se niega  a despedir  a esta mujer, como le piden  los discípulos, pero no responde  a sus gritos y hace una declaración  netamente  restrictiva  con respecto  a los paganos.

            “. A las   ovejas   perdidas  de ...Israel : Mt   añade  también   estas palabras   de Jesús; efectivamente, son  una explicación  del proverbio  del v. 26” «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.» que   sonaba  tan duro  a los lectores helenísticos  como a los modernos  comentaristas, muchos   de los cuales piensan  que no puede  tratarse  de un dicho   auténtico  de Jesús. La  restricción  de la misión  de Jesús   a los judíos  está clara en todo el NT, pero  rara vez  resulta  tan explícita  como aquí

            Esta respuesta  subraya  que la misión  principal de Jesús es reunir a todos los fieles en el reino  de Dios  para que se conviertan  en pueblo-alianza  y en luz  de las naciones.

            Jesús  está  mucho más  dispuesto a escuchar  a la mujer  que los discípulos, que ya  están prontos  a rechazarla  sin oírla, aunque el rechazo queda suavizado: “Concédeselo”.  

            25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» 

            La lucha  que esta mujer  mantiene  con Jesús, que le  rechaza  una y otra vez, resulta  paradigmática. Está   en la línea  de lo mandado  por Jesús: “Pedid...buscad...llamad...”

            Ella  continúa  suplicando  ayuda. 

            26 El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.» Jesús  utiliza  en este  momento  un tópico  peyorativo aplicado   por los judíos a los gentiles, pero  utilizando  la forma  diminutiva  perrillos”, para rebajar  la dureza  del dañino  término. Los “hijos”  son los hijos  de Israel. 

            27 «Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»           

            . La mujer   no muestra  resentimiento  y extiende   la metáfora de Jesús  a un contexto  gentil, diciendo  que incluso  los perrillos comen  las migajas  que caen  de la mesa  de sus amos. Con  tal respuesta, la mujer  había  pasado  toda  prueba.  

            28 Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija. 

            Jesús es  generoso   en su alabanza  (únicamente   se dice  de ella  que tiene  una “gran  fe”). Jesús  la atiende  finalmente.  Define  como fe la confianza  ilimitada  de la mujer, manifestada  en la constante  súplica. Como ocurre  generalmente, es Jesús  quien habla  de la fe  los peticionarios, y no ellos. Esto  es importante  porque la fe  consiste  en la total  desposesión  de todo, salvo  la confianza  en Jesús.

            Se repite aquí  el caso  del centurión  romano  (8, 5-10): “No he hallado  fe tan grande   en Israel”. Un principio  que servirá  para establecer  las condiciones   de pertenencia  al nuevo  pueblo  de Dios.  

            Nuevamente  repetimos lo que dijimos antes de comenzar a  comentar el evangelio: las tres lecturas nos iluminan  y coinciden en el mismo mensaje.