XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD  

 

 

Primera  Lectura: Ezequiel, 33, 7-9: El profeta centinela  de su pueblo   

          Lectura  bien elegida  como preparación para entender el Evangelio. Estas primeras lecturas tienen en sí un significado  importante  y denso; su interpretación  mira siempre  al contenido  del Evangelio  según el sentir de la Liturgia; pero nunca debemos olvidar que ya tienen por ellas mismas  un mensaje, que exponer.  

          Vamos a contextuar la perícopa elegida.   

          El capítulo 33, que forma parte de la cuarta parte del libro de Ezequiel,  tiene como cuatro apartados: 33, 1-20, el profeta  centinela  de su pueblo; 21-22, el profeta  recobra el habla; 23-29, el derecho sobre la tierra y los vv.30-33, el profeta   no es escuchado.

          Los versículos, que la Liturgia de este domingo XXIII  seleccionado son del primer  apartado: el profeta  centinela  de su pueblo; solamente proclamamos  los vv. 7-9.

El profeta  es descrito como un centinela  que tiene  el doble  encargo  de prevenir  al pueblo  ( Ez 33, 2-6)  y a cada uno  de sus miembros  ( Ez  33 7-9). Su tarea  compagina  la palabra y la  interpretación  de los acontecimientos  históricos. Palabra recobrada  por obra de Dios  ( Ez 33, 21-22), para criticar  el comportamiento  actual  del pueblo  ( Ez 33, 10-20)  e ilumina  su futuro. Esta función  crítica que ejerce Ezequiel  es una llamada  vehemente  a la conversión (Ez  33, 11). No  sirven  ya excusas  teológicas  antiguas  que interpretaban  los pecados presentes  como castigo  por los pecados  de los antepasados ( Ez  18, 1-20). El profeta proclama  una nueva  moral  donde  cada persona  es responsable  de sus actos y está  invitada  a cambiar  su corazón, orientándolo  según   los planes  del Señor.  

Ezequiel se dirige principalmente a los malvados para que se conviertan. Creo que es conveniente  tener presente  el v. 6, pues así podremos comprender los tres versículos  elegidos:

 6.  Si, por el contrario, el centinela ve venir la espada y no toca el cuerno, de suerte que el pueblo no es advertido, y la espada sobreviene y mata a alguno de ellos, perecerá éste por su culpa, pero de su sangre yo pediré cuentas al centinela. 

          Ezequiel  va a acentuar la responsabilidad individual; pero el profeta como centinela  tiene también su incumbencia. También podríamos  añadir el versículo 11 para que tanto el profeta como el malvado sepan  el querer de Dios:  

          11 Diles: «Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el  malvado se convierta de su conducta y viva. Convertíos, convertíos de vuestra mala conducta. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?         

          Analizamos  el contenido de estos versículos elegidos por la Liturgia. 

          7 A ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de Israel. Cuando oigas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte. 

          Creo que la explicación de este versículo es sencilla. La palabra “centinela” aquí tiene un sentido metafórico, que comprendemos, si no olvidamos la figura del centinela  como guardián real  del pueblo.  

          El  profeta  se presenta  como centinela, mandado por Dios,  para describir  su función  entre los exiliados. Ser centinela  es una  de las características  de los verdaderos  profetas, porque  los falsos  no  acuden  a las brechas para ver lo que pasa y avisar  inmediatamente  al pueblo  ( Ez  13, 5). Los falsos  profetas  son adivinos , magos y embusteros; el profeta  verdadero es el centinela  que vigila  y está  atento a la palabra  de Dios; no adivina, sino que  lee  los acontecimientos  de la historia para  iluminarla  a través de la palabra  de Dios  que anuncia. 

          Pero la imagen  del centinela evoca  también  la urgencia  y el peligro, porque el profeta aparece  en los momentos  más  difíciles  y más  dramáticos, en los períodos  de crisis  del pueblo. Por eso escruta todo  aquello  que haga referencia  a la vida  y a la muerte. Este es el problema  fundamental   que se le  plantea al  pueblo: sufrimos  el castigo que merecen  nuestros delitos y pecados, y por eso  nos  estamos  consumiendo. ¿Cómo  vamos a poder  vivir? (Ez  38, 10). 

          Sin embargo  para Ezequiel, con la señal de alarma, todavía  hay  tiempo  para evitar  lo peor. Todavía es posible  cambiar  el curso de los acontecimientos. El centinela  está  ahí para  que los malvados a quienes   se les dirige  la advertencia puedan  desandar  sus malos  caminos. El Señor quiere la vida del hombre, no su muerte (33,11) Pero   es necesaria  la conversión  a la que invita  frecuentemente  el profeta.  

          8 Si yo digo al malvado: «Malvado, vas a morir sin remedio», y tú no le hablas para advertir al malvado que deje su conducta, él, el malvado, morirá por su culpa, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti. 

          El primero  que debe  tomar  conciencia  de la responsabilidad  moral individual  es el propio profeta. Deberá  decir sí o no responsablemente  a la palabra  que Yahveh le hable. En su misión  deberá  interpelar  tanto  al justo  como al impío; al primero  para que se convierta; al segundo  para fortalecerlo. La constante pecado-amenaza-castigo queda  así ampliada en pecado-amenaza- castigo-Perdón. Y es que  este acoso  de Dios  a su pueblo no es, en última  instancia, sino   una exigencia  de amor.  

          9  Si por el contrario adviertes al malvado que se convierta de su conducta, y él no se convierte, morirá él debido a su culpa, mientras que tú habrás salvado tu vida. 

          Ezequiel  comprendió  su misión. El pueblo  comprendió  la imagen y, con ella, el nuevo  sentido de profeta  como centinela de su pueblo. Lo más   difícil  de asimilar  es que la misión  de Ezequiel  se dirigía a cada uno  de ellos  de un modo  directo  e inmediato, que debían dar una respuesta  positiva o negativa nivel  personal e individual. El profeta   sabe  insistir  a tiempo  y a  destiempo  según  las exigencias  de Dios; pero la palabra última no la tiene el centinela, sino la persona que es informado, respondiendo de una forma lógica, coherente  o por el contrario de un modo  ilógico, irresponsable.  

          El estribillo del salmo responsorial, salmo 94, es expresivo y elocuente: “Ojalá escuchéis  hoy  la voz del Señor, “No  endurezcáis  vuestro corazón”          

Segunda Lectura: Romanos 13, 8-10: El amor  resume la ley   

El domingo XXII leíamos   los versículos 1-2 del capítulo 12: Nueva  vida en Cristo. La Liturgia no suele  proponer  todos los textos de un libro,   pues esto es propio de un cursillo, de un tratado acerca  de un libro determinado de la Biblia; de aquí que hoy, domingo XXIII  damos un salto y proclamamos  los versículos  8-10  del capítulo 13. Estos versículos  pueden tener una explicación sencilla; pero rezuman una hondura  especial.                   

          Pablo  recuerda  una vez más  que en el  mandamiento del amor  se compendian  todos los demás preceptos. Pero la relación que aquí  establece entre la  ley  y el amor, confirma  el valor  positivo  que el apóstol  confiere  a la ley, no ciertamente  como fuerza  salvadora, pero sí  como manifestación  práctica  de esa fuerza  salvadora. Creo que esto hay que tenerlo presente para comprender la Carta a los Romanos. 

           Creo conveniente  recordar dos versículos, que la Liturgia no cita; pero nos ayudan  a comprender los vv. 8-10.

          El primero es el versículo  7: Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.

          El otro es el versículo 21: No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien.

          Comenzamos la presentación de estos tres versículos:          

8  No tengáis   deudas  con nadie, sino es la del amor mutuo. Pues el que ama  al prójimo  tiene cumplida  la ley.

 Esta primera parte  resulta a veces algo confusa  en la expresión, aunque todos sabemos lo que quiere decirnos Pablo.  Vamos a intentar  aclarar  esto.

          Hay un verbo con doble  significado que nos puede  ayudar, se trata del verbo: opheilo (ser deudor,  estar obligado). Podemos decir que una cosa es la deuda  y otra cosa es la obligación. El amor no es una deuda, sino una obligación que dura siempre.

          No tengáis   deudas  con nadie, sino es la del amor mutuo.   El saldar  las deudas  con todos  los demás supone una paga, que una vez hemos realizado, estamos libres.

 “Sino  es (la deuda) del amor mutuo”; esta deuda  nunca  se paga, pues es un deber; nunca podemos decir que estamos libres de esta obligación.

; porque el que ama al otro ha cumplido plenamente la ley.

 Pablo  declara, que cuando  amamos  al prójimo  hemos  cumplido  la ley, porque  todos sus preceptos  se resumen  en cierto modo  en el amor. “No te vengarás ni guardarás rencor contre los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahveh” (Lev 19, 18)

Pablo  defendió  la misma tesis   poco antes  en Gal 5, 14: “Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” 

 9 En efecto, lo de: = No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás = y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. = 

          El añadido “y cualquier  otro mandamiento que haya” demuestran  que Pablo  cita  los cuatro  preceptos  del decálogo  como ejemplos.  Son los  mandamientos  de la segunda  tabla  los que  deben  proteger la vida  del prójimo  ante posibles  ataques ; su  núcleo  común  es el precepto  del amor. Pablo  se mantiene  aquí dentro   de la  tradición  judeo-helenística. Su tesis  se encamina  a señalar  únicamente  que las prohibiciones   de la segunda  tabla  adquieren  su sentido  positivo  común  en el precepto  del amor  al prójimo.  

          Sería  sin duda   un grave  malentendido  querer  extraer  de estos  dos pasajes  el programa  de una   reducción  de toda  la religión   a la ética  del amor  al prójimo.

          Pablo  concentra  el amor a Dios    exclusivamente   en la fe  en Cristo, de suerte  que desde  ese momento todos los preceptos  cúlticos  y rituales  de la torá  han perdido  la función  de regular  obligatoriamente  las relaciones  con Dios.  Y si la fe  y la relación  con Dios  no se definen  ya desde la torá, sino a la inversa, ésta  se define   por la fe. En Pablo  es la torá  la que  encuentra  su norma determinante  en el precepto  del amor al prójimo. La fe  en Cristo,  por una parte, se actualiza  en el amor  al prójimo. “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad” (Gal 5, 6)  

10           La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud 

El v. 10  vuelve  con el término  kakon  (“mal”) a los v. 3 “En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtendrás de ella elogios”. 

  La  práctica  del mal, que el Estado tiene  el deber  de reprimir  como servidor  de Dios, se erradica  realmente  en la práctica  del amor. El amor  evita  todo mal  al prójimo  (1 Cor  13, 4-7). Cuando la Torá  prohíbe  el adulterio, el homicidio, el robo, la codicia y demás vicios, apela  al amor   como el comportamiento  que no sólo evita  todo mal, sino que  lo supera. Por eso  es el cumplimiento  de la ley.  

Creo que con estas aclaraciones podemos entender un poco mejor el contenido de estos tres versículos 8-10 del capítulo 13 de la Carta a los Romanos.  

Evangelio: Mt 18, 15-20: Corrección  fraterna                              

          El Evangelista San Mateo emplea tres capítulos  (18-20)  de su evangelio para hablar de  la vida  de la comunidad cristiana. La convivencia  de una comunidad exige una  forma de corrección  fraterna; san Mateo destina  los versículos  15-20 del capítulo 18 para  hablar  de este aspecto comunitario. 

 Quizá sea conveniente  exponer  rápidamente  de qué trata este capítulo para comprender mejor  la perícopa elegida. Este capítulo 18 presenta quién es el mayor  en el reino; atención a los pequeños, que no se pierda de ninguno de estos pequeñuelos; de la corrección fraterna  y de la parábola  del perdón 

          Presentemos  de una forma global  esta perícopa de la corrección fraterna          

Esta enseñanza  de Jesús  responde  a un problema  comunitario. ¿Cómo  hay que tratar a los hermanos  pecadores? Mateo  apunta  dos  respuestas: la corrección  fraterna (Mt 18, 15-20)  y el perdón  (18, 21-35).

El procedimiento  que se describe  en Mt  18, 15-17  no es propiamente  un proceso  disciplinar; no se trata de aplicar el Derecho, sino una aplicación  práctica  de la parábola  de la oveja  perdida ( 18, 12-14)

Hay  que emplear todos los recursos  para hacer  volver  al hermano  que se ha extraviado. Es tarea  de toda la comunidad  y debe  hacerse  con respeto  y amor. Las tres  sentencias recogidas  a continuación  (Mt 18 18-20)  insisten  en la importancia  de la comunidad local, en medio  de la cual  está Jesús resucitado.          

15   «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano”

 Algunas Biblias  añaden: Peca contra ti. Según algunos  contra ti” no pertenece  al texto crítico. No se trata  de un  pecado  en sentido moral ni tampoco  de una ofensa  personal  sino  de una falta  contra  la comunidad. Esta situación  se daba  en la comunidad  de Mateo, y el  evangelista  trata  de iluminarla  desde el amor  y el perdón  predicados  por Jesús.

          . Quizá sea conveniente  recordar el v. 14: “De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños

 El hombre  es lo principal; todo el Derecho está en función  del hombre, no del caprichoso, sino del que busca y quizá no puede y a veces no quiere.  Si te escucha habrás ganado a tu hermano. Toda delicadeza  será poca  en esta tarea. Quizá sea más conveniente ocupar  nuestras fuerzas en esta tarea que en hacer  cosas, que brillan; pero que no es lo más importante.  

16 Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que = todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos 

Pero si se muestra  recalcitrante, habrá  que convocar a varios  testigos  para un   nuevo intento. “Un solo testigo no es suficiente para convencer a un hombre de cualquier culpa o delito; sea cual fuere el delito  que haya cometido, sólo por declaración de dos o tres testigos será firme la causa” (Dt  19, 15) 

17 Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el  publicano. 

          Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el  publicano.

          Como  un gentil  y un publicano: Si el ofensor  no  aceptase  el veredicto  de la Iglesia, habrá de ser expulsado. La expulsión  fue aplicada  por Pablo a un culpable  en Corinto  (1 Cor  5, 1-5). Los publicanos  y  los paganos   representan  a las personas ajenas  a la Iglesia, con  las cuales   se creía  no tener   nada en común 

          Después   de esta instrucción  acerca  de la corrección  fraterna  el evangelista  añade  tres  palabras de Jesús  ( Mt 18, 18-20)  que tuvieron  quizá  un origen  independiente , pero que ahora  sirven  para fundamentar  la instrucción  precedente. 

          . La primera: (Mt 18, 18) «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo”  

 Confiere    a la comunidad local la capacidad  de decidir  en cuestiones  disciplinares. La expresión  atar   y desatar designaba  entre  los maestros   de la ley  la capacidad  de interpretar  de  forma  vinculante   la ley  de Moisés. Mateo  la utiliza  otra vez  en su evangelio, aunque   en un contexto  diferente; pero complementario y directamente   referida   a la autoridad  de Pedro  ( Mt  16, 19) La asamblea  de la Iglesia  en conjunto  posee los mismos  poderes que se confiaron  a Pedro en 16, 19.

          A la luz del Vaticano II podemos comprender mejor estos textos que a la luz del Vaticano I. No se trata  de enfrentar al Papa con la Iglesia; sino afirmar que la Iglesia como Iglesia es más que el Papa, cuya autoridad está  en función de la Iglesia.  Ya dijimos en otra ocasión  cómo la herejía del “conciliarismo”  siempre ha acompañado a un sector de la Iglesia, quizá por no comprender bien  estos textos de Mateo: 16, 19 y 18, 18.  

          La segunda: (Mt 18, 19)  «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.”

Especifica  de oración  en que deben  tomarse  estas  decisiones  y asegura  a los discípulos , reunidos   en el nombre  de Jesús, que el Padre  escuchará  su oración . Esta asamblea que decide  no es cualquier cosa, no juzga a la ligera, sino después de orar  y mucho pensar. Dialogar es bueno; pero nunca la Iglesia debe olvidar el valor de la oración. 

          20      Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»         

           La tercera  por su parte, aborda  un tema  muy querido  para Mateo: la presencia  de Jesús  en medio  de su Iglesia. La expresión  es muy  semejante  a una  frase que solían  repetir  los maestros    rabínicos: “ si dos hombres  están hablando  sobre la ley, la morada de Dios  está  en medio  de ellos”. En la formulación  de Mateo, la comunidad cristiana  ( los  dos reunidos ) no se congrega  en torno  a la ley de  Moisés, sino que lo hace  en el nombre  de Jesús, y el resultado  es la presencia  viva  del Señor resucitado: yo  estoy  allí  en medio  de ellos. 

          Resumiendo: podemos  señalar que estas tres lecturas proclamadas hoy, domingo XXIII del Tiempo Ordinario, presentan una misma idea: la corrección fraterna y el móvil del amor.